El fin de la Historia es un libro de Francis Fukuyama de 1992 donde expuso una polémica tesis: la Historia, como lucha de ideologías, habría terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal como única opción después de la Guerra Fría.
Bueno, eso no ha resultado así del todo. En el siglo 21 en gran parte del mundo sigue la lucha ideológica, una nueva guerra fría comercial ha revivido y una nueva guerra tecnológica ha surgido entre las grandes potencias. En vez de primaveras democráticas, en muchas partes ha llegado el invierno del caos, como en los reinos sin Estado de Juego de Tronos, plagados de Estados fallidos, guerras civiles, élites autoritarias, decadencia social y moral, liderazgos mesiánicos y luchas implacables por el poder.
En Juego de Tronos, como en la actualidad real, la vida es terrible. La Historia no ha terminado. El alegato final de Tyrion Lannister sobre "las historias" como cemento de la comunidad política se aplica más que nunca a nuestra época.
La vida continúa, pero Juego de Tronos terminó, con un ¿sorpresivo? final... Daenerys muere ajusticiada en los brazos del resucitado Jon Nieve, su amado sobrino-amante, y esa es la última lección política de Juego de tronos, el régimen que traía Daenerys Targaryen era la monarquía absoluta y Jon lo impide, al matarla en medio de una escena de amor, al obedecer la máxima de que ¨a veces, el deber es la muerte del amor".
En juego de Tronos no hay héroes ni heroínas, no hay buenos y malos, hay condicionantes sociales, relaciones de poder y resultados.
Ocho temporadas, 73 episodios y muchos pleitos familiares por el poder y muertes después, acaba de despedirse aunque el verdadero juego de tronos continuará pues la enorme legión de fanáticos que la ficción ha recolectado a lo largo de estos ocho años en los que se ha convertido en un verdadero fenómeno está ávida de nuevas historias. Y por eso es necesario esperar nuevos programas en forma de secuelas o series sucesoras. Tanto el autor de los libros George R.R. Martin como la cadena HBO han confirmado que su historia tendrá una continuidad en un documental y hasta cinco proyectos diferentes de series derivadas.
Y además de las adivinanzas sobre la serie también cobra nueva vida el análisis político que provocó Juego de Tronos. ¿Qué es el poder? Qué es lo que une al pueblo? ¿Las huestes? ¿El oro? ¿Las banderas? No, no hay nada más poderoso que una buena historia.
Como señala el politólogo español Ramón Espinar: ¨Cuando arrancó la serie, en la facultad decíamos que Los Soprano era una lección de Psicología, Los Vigilantes un tratado de Sociología y Juego de Tronos un manual de Ciencia Política. Y así ha sido, cerrando el arco de las tres grandes creaciones de HBO que han marcado la edad de oro de las series de televisión. Con una salvedad: a la hora de la verdad, Juego de tronos no ha terminado por ser un manual, sino una parábola¨.
Eso es Juego de Tronos: una buena serie de historias, con la capacidad de convertir una epopeya con decenas de niveles de lectura y análisis, también, en una parábola sencilla sobre el poder y lo que puede hacer con nosotros y lo que nosotros podemos hacer con él.
El poder es la lucha por el poder...y no se acaba nunca.
