El día de ayer plataformas como Gmail, YouTube, Drive y Analytics se vieron afectadas y las empresas aún no saben qué fue lo que pasó. En los últimos meses se han dado fallas continuas y en realidad nadie sale a dar la cara para dar una explicación de lo que sucede cuando los costos son muy altos para las empresas.
El 21 de octubre de 2016, sobrevino algo inesperado: un ataque de denegación de servicios o DDos dejó inhabilitados, por varias horas, diversos sitios como Twitter, Whats- App, The New York Times, PayPal, CNN, Amazon, Spotify, Reddit y Netflix.
Parte de la infraestructura responsable fueron los miles botnets creados por el malware Mirai, desarrollado con software libre. El malware resultó efectivo al infectar millones de dispositivos vinculados con el Internet de las cosas los cuales funcionan con un usuario y contraseña predeterminada.
Robert Freeman, vicepresidente en Latinoamérica de la empresa de FireEye, dijo que es realmente posible que vuelva a suscitarse un ataque y que muchas personas estén sin Internet por un tiempo indeterminado. Esto, pese a las medidas de seguridad que se han tomado. Como lo mencioné nadie en realidad se hace responsable de que esto no vuelva a ocurrir. El tema es realmente preocupante.
Seguramente ha llegado a un banco y ha esperado por horas a que “regrese el sistema”. Hoy dependemos del internet para casi todo y, lo curioso, es que no tenemos la seguridad de que éste sea confiable.
Viajamos en la vorágine tecnológica, sin saber quién o quiénes son los que nos llevarán a buen puerto. Nuestro dinero no nos pertenece, porque si se “cae el sistema” no podemos acceder a éste. Pagamos cuentas con tarjetas de crédito, las cuales pueden ser clonadas o inhabilitadas sin que los responsables paguen una indemnización por el daño económico que puedan causar. En el mejor de los casos, la institución bancaria cancela la deuda y punto.
Lamentablemente, no tenemos otra forma de realizar transacciones, porque cada día que pasa, todas se sistematizan y, por lo tanto, dependen de internet para funcionar. Poco se sabe, pero hay varias dependencias del gobierno estatal que se han atrasado en los pagos a miles de servidores públicos por esta causa.
La realidad sin internet sería catastrófica. Los aeropuertos pararían operaciones; los hospitales, al igual que los servicios de seguridad colapsarían; la economía, ni hablar; los centros comerciales no podrían realizar ventas más allá del inventario; las empresas en línea quebrarían; las comunicaciones, todo sería un caos del que tardaríamos, según los expertos más de cinco décadas en reponernos.
Sabemos que el año oficial en el “que nace internet” es 1983 y es hasta 1989 que se empieza a usar el protocolo de transferencias de hipertextos que daría lugar a la primera web utilizando tres nuevos recursos: HTML, HTTP y un programa llamado Web Browser. Un año después Internet nacía de forma cerrada dentro del CERN, y en agosto de 1991, por fin, los usuarios externos al CERN comenzaron a acceder a esa información.
De entonces, a la actualidad, han transcurrido 28 años y nadie se explica cómo nos hemos aventurado en un crucero que no tiene capitán y del cual el regreso es casi imposible o a costa miles de pérdidas, tanto humanas como monetarias.