La misoginia no es una conducta privativa de los hombres, en muchos casos existen mujeres tratando de hacer sentir mal a otras mujeres.
Siempre me han llamado la atención las formas de descalificación que las mismas mujeres emplean entre sí para denostar el valor de sus congéneres.
Me llama la atención la falta de solidaridad, de respeto, de empatía y porqué no decirlo así, tal como va: la falta de compasión.
Las mujeres que habitamos el Mundo nos enfrentamos día a día con miles de situaciones por resolver y responsabilidades que atender y sin embargo no hemos logrado aún la cohesión necesaria para mostrar nuestra inconformidad ante el trato que recibimos en el cotidiano quizás porque parte del trato desigual proviene de nosotras mismas.
En cuanto a la descalificación está puede ir desde cuestiones aparentemente triviales, como criticar la forma en la que alguien se viste, la gente con la que se relaciona, sus gustos, su forma de conducirse, hasta daños profundos como atentar contra la reputación de alguien más.
Siempre he pensado que este tipo de conductas son implantadas desde la familia y he sentido una inmensa ternura al observar la falta de madurez en actos de ese tipo.
El viernes pasado la furia contenida durante siglos de abusos, faltas de respeto y violencia hacia las mujeres se hizo sentir en la ciudad de México, con miles de mujeres exigiendo justicia, respeto y el cese de la violencia de género a la que todas hemos estado de una u otra forma expuestas.
No avalo por ningún motivo las conductas violentas, sin embargo en un país en donde de acuerdo con datos de la ONU, 9 mujeres son asesinadas todos los días, contando con 3200 feminicidios de 2015 hasta ahora, de los cuales por cierto habría que solicitar información en cuanto a resolución de los casos.
Saber que Veracruz es el estado más peligroso para las mujeres en la actualidad, al registrar 104 víctimas de feminicidio de enero a junio de este año y que el Estado de México ocupa el segundo lugar con 42 casos en el mismo periodo.
Escandalizarnos porque de enero a agosto de este año, 292 mujeres han sido víctimas de abuso sexual en la Ciudad de México; de las cuales cuatro denuncias son por violación tumultuaria, según el portal de Datos Abiertos del gobierno capitalino, lo cual muestra una conducta de falta de respeto por algo tan sagrado como el cuerpo del otro.
Vivir en un país donde 8 de cada 10 mujeres se sienten inseguras, tanto en el espacio público como en el privado, es una razón suficiente para explicar la ansiedad y falta de salud, salud entendida como un estado de equilibrio y bonhomia.
El que más mujeres sean las principales víctimas de delitos sexuales: en 2017, la tasa de este delito fue de 2,733 por cada 100,000 mujeres, cifra mayor a la tasa de 1,764 registrada en 2016 por el INEGI, con un aumento de 1,000 casos.
El que la violencia ejercida por parejas, esposos, exnovios o exesposos contra las mujeres en México sea "severa y muy severa" en 64.0% de los casos, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2016.
El que el 19.4% de las mujeres de 15 años y más ha enfrentado, por parte de sus parejas, agresiones de mayor daño físico, que van desde los jalones o empujones hasta golpes, patadas, intentos de asfixia o estrangulamiento e incluso agresiones con armas de fuego y abusos sexuales.
El hecho de que sea en el Estado que habitamos, - el Estado de México - donde mayor violencia emocional, económica, física y sexual se ejerce hacia una mujer por parte de su pareja (53.3% de los casos), seguido de la Ciudad de México (52.6%) y Aguascalientes (49.8%).
El terrible hecho de que durante 2016, cada mujer haya perdido en promedio hasta 29.7 días de trabajo remunerado a causa de la violencia doméstica, con datos del INEGI.
Lo escalofriante de que de 100 mujeres entrevistadas por Amnistía Internacional tras su detención, 33 de ellas denunciaran haber sido violadas durante el arresto, principalmente por parte de la Marina, Policía Municipal y policías estatales; y que el 72% haya dicho haber sufrido manoseo.
El que las mujeres lesbianas, bisexuales y transgénero corran especial peligro al momento de la detención, pues "son mujeres cuyo cuerpo no se adapta a las normas esperadas de femineidad", según Amnistía Internacional.
Todo esto parece ser resultado de una muy pobre educación, en valores y en conciencia de la congruencia en el trato con los otros/ las otras.
Creo firmemente que el desbordamiento de emociones y acciones el pasado 16 de agosto, es una muestra inequívoca del dolor que convive y sobrevive todos los días en más de la mitad de una población que recoge la exigencia de justicia y equidad.
Creo que las mujeres estamos cansadas de vivir con el temor de convertirnos en estadística.
Creo que las mujeres debemos comenzar a ver con otros ojos al resto de las mujeres, sin esa inseguridad que nos fue inoculada para competir, sin tener que ser reforzadas por la aceptación masculina para nuestra conducta y sobre todo sabiendo que es urgente asumir una que requerimos comprender y ejercer sororidad entre nosotras, sin juicios de valor de por medio.
Si por la razón que fuera, no marchamos por nuestros derechos, no descalifiquemos a quienes se atreven a hacerlo. Decir #NoMeRepresenta lacera a quienes de una u otra forma somos parte de una estadística que desgarra, sin que por ningún motivo sea una apología a la violencia.
Urge sanar a esta sociedad y la mejor manera de hacerlo es a través de la educación y de la familia.
Asumir nuestra responsabilidad en nuestro rango de influencia es fundamental, de otro modo de nada sirve enarbolar banderas, si no somos capaces de sostenerlas.