El perdón que cambió la historia. María recién casada y enamorada, pasaba por alto el mal humor de su esposo, justificándolo que sólo era agresivo, intenso e intolerante cuando tomaba bebidas alcohólicas, pero que eso cambiaría.
A María ya le dolía el actuar y los malos modos de su pareja, quien había prometido respetarla, cuidarla y amarla.
En varias ocasiones hablaron de lo que pasaba, sin éxito.
Conforme pasaban los días, las semanas y meses, el mal humor de su esposo fue más cotidiano, incrementando la violencia, los malos modos, las malas palabras y hasta empujones.
Un día, una diferencia por no querer pasar un cumpleaños en la casa de él, con los suegros de María, fue suficiente motivo para que le propinara la primera golpiza de muchas más, que se volvieron frecuentes.
Cansada de una vida llena de violencia se armó de valor y denunció.
En el Ministerio Publico aún llevaba la muestra viva de la violencia sufrida y la autoridad sí actuó. Lo lamentable, fue que mes y medio más tarde, cuando ella, como en otras ocasiones ya había perdonado, lo repitió y había creído en más promesas de nunca más.
Su familia y amigas la animaban a dejara esa vida, pues no tenían hijos y nada que los atara; sin embargo, el simple hecho de fracasar en su matrimonio la obligaba a quedarse y seguir en esa rutina, en ese círculo de violencia donde existía un evento de violencia, después el arrepentimiento de su esposo, el perdón de María y la ilusión de nunca más violencia, pero al paso de un par de días, se repetía, sólo que con más intensidad y a la menor provocación.
María se arrepentía del perdón otorgado tiempo atrás porque, a pesar de la tardía respuesta de las autoridades, quizá hoy estaría viva.
La última ves María le dijo que quería divorciarse; su esposo respondió con puñetazos, la encerró en el baño y no paró de golpearla hasta que dejó de respirar.
Su cuerpo fue encontrado en una cueva se Santiago Miltepec, en Toluca.
De su esposo aún se desconoce el paradero.
Sin embargo, si el esposo de María hubiera sido educado con valores, y si María no hubiera perdonado, como muchas mujeres, hoy aún estaría viva.
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