Por medio de varios spots el presidente Andrés Manuel López Obrador empieza a orientar la atención hacia el mensaje que dará a la nación respecto de sus logros en lo que lleva de gobierno. Aunque no ha cumplido aún el primer año, ya que tomó posesión del cargo el primero de diciembre del año próximo pasado, materialmente desde que resultó ganador en las elecciones del primero de julio empezó a tomar decisiones, con la complicidad de la desaparición en el ámbito político de su antecesor.
De acuerdo a los spots que anuncian alegres resultados, como lo han hecho los anteriores presidentes, acompañado de confeti que se avienta encima el propio mandatario, adelanta que hablará de empleo, de seguridad, de economía, de felicidad social, así como de los alcances de sus programas sociales. Aún muchos estaremos a la espera de que muestre las cifras con las que debe apoyar todo lo que dirá, sin embargo, puede adelantarse qué esperar de ello, ya que como lo ha señalado en varias ocasiones, se debe corregir la forma en la que los anteriores gobernantes median los logros. Es decir, lo hará con sus propios datos.
Sin embargo, existen cosas que no se pueden ocultar, aunque el presidente desea ver a un pueblo con bienestar y felicidad, actualmente se siente un ambiente contrario al que presume, ¿quién tendrá la razón? Tal vez el pueblo no perciba lo que en realidad sucede en las calles todos los días y aunque no lo saben, son felicites.
Como sus antecesores, López Obrador hace uso de los medios de comunicación para calentar el escenario en su favor, y puede que no le cueste trabajo, aún son muchos los mexicanos que proactivamente lo apoyan, y apoyan todo lo que hace, materialmente a ciegas, creyéndose la idea de que medio mundo, entre los que se encuentran los medios de comunicación, adversarios, y hasta las calificadoras extranjeras, están en contra de la construcción de una nueva etapa de la historia de México.
Por ello el cuento de que nadie de sus adversarios quiere el progreso de México y quieren verlo derrotado, que le apuestan a eso, sus seguidores se lo han comprado sin discusión, y ahora con el control de los medios que antes fueron señalados como chayoteros, los mismos que fueron acérrimos críticos, empiezan a marcar diferencia en su favor, pues han bajado el tono, condición que deja ver que ya están alineados, y ya se portan bien.
Aunque tal vez sí existe esa diferencia que pretende marcar el titular del ejecutivo federal, a menos que ese bienestar y esa felicidad sea la que deben sentir los de su círculo cercano, sus incondicionales y los beneficiarios de sus programas sociales, porque las manifestaciones y protestas denotan otra cosa muy distinta, o puede ser que se trate de unos cuantos ruidosos y ya. Es importante que tenga cuidado con esto, porque entre los inconformes habría que sumarle a los padres de los pequeños enfermos de cáncer, y es de las cosas que lastiman la sensibilidad de los mexicanos.
Con una simple mirada se puede dar por hecho que los números no le favorecen a López Obrador, por más que quiera negar la realidad, ésta sigue dándole en la cara, los miles de despidos, la inseguridad, la economía le juegan chueco y para él, no es a México, sino a su proyecto.
Rectificar para recomponer el rumbo no está en el léxico del tabasqueño, por lo que por el bien de todos los ciudadanos, el pueblo tendrá que esperar un milagro para que las cosas empiecen a cambiar. Y esto es así, porque de acuerdo a como se ha conducido el de Macuspana, parece que todo lo deposita en la cábala, en la esperanza del movimiento de las estrellas, del zodiaco o algo parecido.
No se debe olvidar que cuando se le preguntó que si estaba preparado su gobierno para enfrentar una posible recesión mundial, su respuesta fue “toco madera”, lo que resume a un presidente que le apuesta a la suerte, a la buenaventura, y si es así, entonces sí es coherente aceptar el hecho de que fijó como tope de su sueldo la cantidad de 108 mil pesos, que muchos se preguntaron de dónde había salido tal resultado, y que éste se debe al número de perforaciones que tiene a su alrededor una pelota de béisbol.
De ser cierto esto, y si las cosas no mejoran, sobre todo con el conflicto comercial que mantienen Estados Unidos y China, entonces López Obrador pondrá a todos los mexicanos a cruzar los dedos o a rezar, porque parece que ese es su plan. De esta manera se entiende que el tabasqueño diga que no es ninguna ciencia gobernar.
En todo caso, para que reaccione nuestro presidente sólo queda una cosa por hacer, ya que estamos en estos términos, confrontarlo con Tezcatlipoca dios de la mitología mexica, el dios de la providencia, de lo invisible y de la oscuridad, para enfrentarlo al espejo negro que humea y guardar la esperanza que se vea reflejado su lado obscuro y de pronto, todo cambie y empiece a tomar las decisiones acertadas.
Mientras tanto, se espera un informe de gobierno plagado de mentiras o de cifras manejadas a modo, porque no se ve quién pueda confrontar los resultados que dará, la oposición se mantiene cómplice como momias sin decir nada.
Aunque quedará la duda, ¿estará satisfecho el presidente con lo hecho hasta ahora?