El ¡viva México! de López Obrador

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El ¡viva México! de López Obrador

Miércoles, 18 Septiembre 2019 00:08 Escrito por 
El ¡viva México! de López Obrador Lo bueno, lo malo y lo serio

El apoyo que recibió Andrés Manuel López Obrador parecía lógico, estamos apenas a unos meses de su triunfo en las urnas de aquel primero de julio del año pasado, la gente se volcó a apoyar a su presidente para gritar los 20 vivas que pidió desde el balcón del palacio de gobierno, su casa, por cierto.

Más de 100 mil personas se dieron cita en la plancha del zócalo de la capital del país para gritar a pulmón abierto, y con el corazón en la mano, los vivas dedicados a los héroes que nos dieron patria, emocionados como cada año, respondieron a cada uno de los gritos que dio López Obrador en la conmemoración del inicio de la independencia de México que cumple su 209 aniversario del día en el que Miguel Hidalgo declaraba el inicio de la independencia de México.

Se debe reconocer que a diferencia de otros años, en los que los anteriores mandatarios habían convertido materialmente en una fiesta privada el balcón presidencial para dar el grito de Dolores, con invitados especiales y familia de por medio, se había perdido solemnidad del acto.

Ahora, a diferencia de lo que se hubiera esperado, dado que se trata de un mandatario negado a respetar los símbolos, saludar a la bandera, y violentar cada vez que se le apetece las formas que, se quiera o no, al final son fondo, que haría una de sus tantas ocurrencias, tal vez tras anunciar el número de vivas que pediría el tabasqueño se presumió podrían haberlo sido, como el esperado; ¡viva la cuarta transformación!, afortunadamente no fue así y terminó por sólo ser un nuevo pasaje y un estilo diferente.

López Obrador apareció sólo, no se hizo acompañar del séquito de personajes que normalmente acompañan al titular del ejecutivo. Solemne, firme, serio, adoptó por primera vez el papel de Presidente. Antes debió haberlo hecho en otras tantas ocasiones que no les dio la importancia que merecerían, pero en ésta, ha dejado un precedente para eventos posteriores.

Bien por la solemnidad del acto, bien por el respeto que se merece la fiesta celebrada, tanto por el grito, como su presencia en el desfile militar. Sólo que al encabezar el segundo, las cosas volvieron a la normalidad del tabasqueño, se hizo acompañar tan sólo de los representantes de las fuerzas armadas, y la pregunta natural sería, ¿dónde quedaron los representantes de los otros dos poderes? El mensaje parece ser, “yo soy el Estado”. Mientras tanto los contingentes desfilaron honrando a la investidura presidencial con la disciplina que caracteriza a las fuerzas castrenses.

Y por otro lado y no menos visible, la incrustación de unas de las famosas pipas de Pemex, así como de beneficiarios de programas sociales, y eso ¿para qué? Lástima, todo vuelve a la normalidad de la 4T.

Si tan sólo hubiera coherencia del acto en el que con alegría celebró el pueblo el Grito de Independencia, con la actividad que tiene como presidente López Obrador para dirigir el destino de México, tendría actualmente, además del cariño que le ofrecen los millones de ciudadanos que creen en él, también se habría ganado indudablemente el reconocimiento de sus críticos, pero desgraciadamente no siempre las muestras de afecto y confianza que se le ofrece, van de la mano con un buen estadista.

De un ¡viva la democracia!, a la decepción de la realidad. El control que el titular del ejecutivo de la nación ejerce sobre el Congreso de la Unión, las decisiones unipersonales, los visos de dictador, hacen del grito una burla. El tabasqueño se aleja de la congruencia de su grito y de las promesas de buscar el bienestar social, por encontrar el propio y el de sus allegados.

El de Macuspana mancilla con sus actos sus propias palabras, defiende a un impresentable Manuel Bartlett, al pretender hacer olvidar el negro pasado del flamante Director General de la Comisión Federal de Electricidad, el mismo que, en aquél año de1988 fue pieza clave para la derrota de Cuauhtémoc Cárdenas, quien debió haber sido reconocido y ungido presidente, y si esto hubiera sido posible, sí, se estaría hablando de otra historia, ¿cuál? nunca lo sabremos.

No obstante, López Obrador lleva a cuestas una cancelación hecha tan solo por su capricho, y como lo señalé en su momento, terminará por hundirlo, porque a estas alturas parece que no reculará, la cancelación del Aeropuerto de la Ciudad de México no tiene vuelta, y la construcción de las demás obras que con necedad pretende llevar a cabo, le caerán como loza.

Lo anterior ha dado al traste desde el inicio de su sexenio, ya no podrá ser un gobierno de los alcances que pretende AMLO, ya eligió el camino y no hay nada que pueda hacerlo diferente, lo triste, es que pasará a la historia como un mandatario amado, pero pésimo como administrador.

López Obrador en apariencia odia a Salinas de Gortari, pero termina pareciéndose a él, que además resulta ser tan honesto como se presume el tabasqueño, tampoco se le ha demostrado lo contrario, pero más bien, emula a Luis Echeverría y a López Portillo.

¡Viva México!

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio