"En la antigua Roma, cuando había una reunión y en la puerta de la entrada se colgaba una rosa, los temas tratados eran confidenciales. (sub rosae)"
Poco más de un año después que Andrés Manuel López Obrador se hizo con el poder cumplió con su promesa, echar a tras la Reforma Educativa promovida por el entonces presidente Enrique Peña Nieto.
Curioso que hasta el momento que de todas las promesas que hizo en campaña haya decidido cumplir aquellas que más daño le harán al país en el corto, mediano y largo plazo por más que miles de sus votantes quieran minimizar o seguir aplaudiendo.
La primera, vender aquél “avión que no tenía ni Obama” y que hoy, se sigue pagando y que aparte genera gastos todos los días por el simple hecho de estar resguardado en un hangar, a pesar de que no se use, y que pese, a que, como los coches, cada día pierde un poco de su valor, sigue siendo carta de cambio para las promesas del presidente.
El dinero del avión, en caso de que se venda, será ocupado para mil cosas, de las cuales, por supuesto, si hoy se hacen cuentas, no alcanzarán para mucho, si es que aún queda algo luego de un año de permanecer parado.
Qué decir de su promesa de echar por tierra el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México por considerar que era un monumento a la corrupción, la cual, por supuesto cumplió luego de lanzar una consulta inconstitucional y a modo, que le permitió vender la idea que hoy son los mexicanos los que deciden el curso de lo que se va a hacer.
Doble engaño, sobre todo cuando un año después, las obras de Texcoco que costaron millones de pesos, siguen en pie, a medio terminar y con un amparo que impide que se puedan abandonar a su suerte, mientras que la obra prometida en Santa Lucía sigue detenida, también por diversos amparos de la sociedad civil, y recientemente por un pueblo indígena que impide que se puedan realizar obra alguna.
Esto por supuesto, que cada día nos cuesta millones de pesos al mantener una obra semi construida y por otro lado, una sin poder iniciar trabajos mientras el aeropuerto de México sigue trabajando sin la capacidad necesaria.
Pero qué decir de su promesa de echar abajo la Reforma Educativa de Enrique Peña Nieto, otra de las promesas cumplidas en donde los principales ganadores, más allá del propio presidente, fueron los integrantes de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE).
De aquella reforma educativa impulsada por Enrique Peña Nieto quedaba solo el control de la asignación de las plazas de docentes supeditadas a una evaluación, y que incluso, los mismo legisladores de Morena habían defendido cuatro meses atrás para impedir que los sindicatos volvieran a tener el control de la asignación de los nuevos profesores.
Pero aquél control, que incluso derivó en un enfrentamiento entre la entonces poderosa dirigente moral del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (la otra SNTE), Elba Esther Gordillo, contra el presidente Enrique Peña y que terminó con la maestra en la cárcel, hoy se vino abajo con el voto a favor de 285 diputados de Morena, PES, PT y del nuevo aliado del presidente, el PVEM.
La promesa de que el Estado sería quien determine la educación en México se viene abajo con esta decisión, porque a partir de que se vote en el Senado (y con la mayoría de Morena) los sindicatos y organizaciones volverán a tener el control de todas las nuevas plazas que se designen.
Quien tanto criticó el voto corporativo de los grandes sindicatos a favor del partido en el gobierno, hoy desde la misma presidencia impulsa el reacomodo en el poder de líderes y dirigentes.
Como toda reforma, la Educativa sin duda era perfectible, pero no se puede tirar lo construido por la simple promesa mal entendida de cambiar lo que no hice yo, hoy el retroceso, está latente, al menos en eso camino en el que México había dado al menos dos pasos al frente.
Las promesas del presidente nos siguen costando, las cumplidas y las que aún no ha podido ni siquiera echar a andar, como el bajar las gasolinas, o el terminar con la violencia regresando al ejército a los cuárteles o terminar con la corrupción, que decir el bombardeo de la mal entendida austeridad de un gobierno que prefiere gastar cientos de millones de pesos en dos estadios de béisbol que en atender el abasto de medicamentos a tiempo.
Para ejemplo, la última joya de declaración del presidente sobre su proyecto del tren Maya: “llueva truene o relampaguee se va a construir el tren Maya, lo quieran o no lo quieran.”
Hoy las promesas del presidente claro que se están cumpliendo, aunque muchas de ellas no se hayan hecho con la razón.
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