¿Para qué sirve el espacio que dedica el presidente Andrés Manuel López Obrador todas las mañanas a sus mal llamadas conferencias?, ¿cuál es el fin?, ¿cuál es el beneficio para los ciudadanos?
El tabasqueño lleva más de 18 años en campaña, y continúa, y lo más seguro es que ésta no encuentre fin, ¿el objetivo? Asegurarse que su movimiento (muy probablemente con él), continúe fortaleciéndose para durar mucho más allá de un solo sexenio.
Es claro que la pretensión de López es hacer un cambio de régimen diferente al modelo que predomina actualmente, el de libre mercado. El mundo cambia y se adapta, sólo que algunos líderes se resisten, o peor, intentan imponer un régimen caduco.
Para México es una desgracia regresar a los tiempos de los años 70´s, que parece es al que pertenece el tabasqueño, no se quiere ver hacia el futuro, hacia la modernidad, tal vez, porque no se entiende la modernidad en la cuarta transformación.
Sin embargo, esa época hundió al país en crisis, en deuda, en estancamiento, fue un fracaso, el resultado tuvo graves repercusiones que a la fecha aún se resienten.
El nuevo gobierno pretende tener una regresión al pasado, en donde todo se decidía desde la oficina del ejecutivo federal, no pasaba nada o se hacía nada, sin la autorización del presidente.
Un gobierno unipersonal siempre trae obscuras secuelas. Una de ellas es tener a un líder que se cree omnipotente, porque con ello se convierte en el peor enemigo de los gobernados, y desde luego de la democracia, que sólo fue usada para alcanzar el poder.
El despropósito de las reuniones mañaneras se puede apreciar a simple vista, no se ven beneficios más que los que obtiene el titular del ejecutivo al colocarse como un aparente cambio verdadero.
Una de las cosas que si logran, es el hecho de que se aprovecha la atención de todos para dictar la agenda diaria, pero también para que López Obrador ataque a sus adversarios, y genere división entre los ciudadanos.
Es ahí en donde toma el de Tabasco una gran ventaja por sobre todos los demás, con el pretexto de réplica, porque sólo su voz se escucha, para dar la impresión de que es dueño de la verdad y de la razón.
Muchos aplauden que el mandatario tenga la posibilidad de demostrar que es un buen comunicador, eso le ha valido tener la popularidad con la que goza hasta ahora, pero, ¿es ese el propósito de un jefe de estado?
Si es así, entonces habremos de aceptar que es más importante la popularidad que esperar a que se tomen resoluciones que beneficien a todos, aunque no sean populares, pero sí necesarias.
Es fácil presumir “otros datos”, es fácil denostar, atacar, humillar, pero también es cobarde hacerlo, enfrentar con todo el poder del estado a sus adversarios, lo hacen ser mezquino.
De lo que no se ha enterado López Obrador, es que es el presidente de esta nación, y que tiene que gobernar para todos, no puede seleccionar a quién gobernar y a quién no. Sus adversarios políticos, como llamó a los ediles municipales que se manifestaron para obtener una reunión con él, también fueron electos por los ciudadanos, aunque no sean de su partido.
Las reuniones mañaneras con la prensa, le sirven a AMLO para culpar a otros por lo que ya debería hacerse responsable, aunque cuando se trata de algún tema en el que tiene que ver el vecino país del norte, las cosas cambian en extremo.
Surgió en días recientes algo muy interesante, ha pedido Richard Glenn, subsecretario de Estado adjunto para Narcóticos Internacionales y Aplicación de la Ley de Estados Unidos al gobierno de México, un plan anticrimen, al ser cuestionado al respecto por la prensa, el tabasqueño pidió tibiamente respeto a la soberanía, señalando que “hasta es de mal gusto” opinión de EU sobre plan de México contra el crimen.
La inexistente estrategia de México en este tema, tiene enfrente un cuestionamiento difícil de eludir con acusaciones o señalamientos de anteriores gobiernos, o de la clásica “otros datos”, o la corrupción, o Calderon, o que se está atendiendo las causas y falta aún tiempo para que se vean resultados, porque al vecino le preocupa la seguridad al sur de su frontera, y ambos, tanto México como Estados Unidos, comparten el problema que representa el narcotráfico.
Tendrá que estudiar muy bien qué hará la administración de López Obrador para no enfrentarse con Estados Unidos por este problema, porque podría acarrear una diferencia que acabaría por traer graves consecuencias para los mexicanos.
Y es importante, aunque no se haga a petición del pueblo de México, pero que se haga, una estrategia para el combate a la inseguridad, pues hay lugares, como en Michoacán, que se han empezado a formar grupos locales para defenderse de la delincuencia, como resultado lógico de la renuncia del Estado para hacerlo.
