Articulista invitado... Federer como Experiencia Religiosa

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Articulista invitado... Federer como Experiencia Religiosa

Miércoles, 18 Octubre 2017 04:22 Escrito por  Javier Ortiz de Montellano

El primer artículo que escribió hace más de veinte años David Foster Wallace para la revista Tennis en homenaje al campeón tenista suizo Roger Federer, se intitulaba ¨Federer as Religious Experience- Democracy and Commerce at the U.S. Open¨ (1996, Federer como Experiencia Religiosa -Democracia y Comercio en el Abierto de Estados Unidos).

Diez años después, en 2006, se publicó la versión ampliada como libro y los traductores (traductor, traidor), probablemente pensando que ya Federer no iba a figurar en el circuito internacional de tenis, le pusieron el título más general de: “El Tenis como Experiencia Religiosa”.

Ni en sus editoriales sueños soñaban con que Roger todavía andaría en 2017 derrotando al número 1 del mundo, Rafael Nadal.

Es 15 octubre de 2017 y Federer acaba de derrotar por cuarta vez consecutiva a Nadal, el número uno de la clasificación mundial, para llevarse el Torneo Rolex de Maestros en Shanghai, fácilmente en dos sets seguidos.

El número 2 del mundo, pese a sus 35 años, Roger Federer sigue reinventándose para mantenerse entre los primeros del tenis mundial. Lo ha hecho varias veces en este 2017, ganando Wimbledon y el Abierto de Australia, para empezar.

El argumento de Wallace:
“Hay veces, al observar al suizo, que la mandíbula te cae y los ojos se te salen de las órbitas”
–¿Y eso? –preguntó su entrenador.
–Estaba cansado, dijo Roger. Quería acortar el punto –respondió el genio.
Ya lo tiene.

Así nacía uno de esos golpes que el difunto David Foster Wallace calificaba como momento Federer. Es lo que contaba en Federer as Religious Experience (Federer como Experiencia Religiosa):

“Hay veces, mientras observas jugar al suizo, que la mandíbula te cae y los ojos se te salen de las órbitas y haces ruidos que obligan a los cónyuges a venir a ver si estás bien. Los momentos son más intensos si has jugado el suficiente tenis como para entender lo imposible que es lo que acabas de ver” .

El 15 de octubre fue un momento Federer. Es una lástima que David Foster Wallace no viva para narrarlo. Él mismo destacó en la práctica del tenis y pensó en hacerlo profesionalmente. Pero, sin duda, vale la pena recordarlo no sólo por su gusto por el deporte blanco sino por sus extraordinarias dotes de narrador que muestra en el profético libro que escribió sobre la sublime ¨experiencia religiosa¨ que puede significar el tenis, sobre todo cuando lo practica su Sumo Sacerdote Federer.

Como literato Wallace logró fama con Infinite Jest (La broma infinita), novela de más de mil páginas, cuya acción transcurre -por supuesto- en un centro de rehabilitación y en una academia de tenis de élite.

Por medio de un lenguaje en estado permanente de incandescencia, la novela lleva a cabo una sátira despiadada de nuestro tiempo, a la vez que un conmovedor escrutinio de la soledad del individuo. La revista Time la consideró una de las mejores cien novelas publicadas en inglés desde 1923. En su trabajo se aprecia la experimentación y la crítica y examen de la posmoderno; así como de la realidad mediatizada por los emporios televisivos y la tecnología. Novelista, cuentista y ensayista, se le ha considerado como uno de los escritores estadounidenses más innovadores e influyentes de entre los siglos XX y XXI y como "el mejor cronista del malestar de la sociedad norteamericana".

Varias de sus obras también se publicaron en español, como sus relatos breves Girl with Curious Hair (La niña del pelo raro), Brief Interviews with Hideous Men (Entrevistas breves con hombres repulsivos); así como sus colecciones de ensayos, A Supposedly Fun Thing I'll Never Do Again (Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer) y jugando con el lenguaje y la física moderna también escribió Teoría de Cuerdas, sobre tenis, por supuesto.

La vida es rara y la muerte más. Wallace se ahorcó el 12 de septiembre de 2008 en su domicilio de Claremont, California. Él mismo pidió previamente que lo internaran en una unidad de vigilancia hospitalaria pues no se sentía capaz de controlar su pulsión suicida (sufría de depresión desde hacía más de 20 años).

Preferimos imaginar que desde algún lado vio el partido de ayer domingo, como un santo ritual que desde un cielo especial (con transmisión satelital, por supuesto) pueden disfrutar los aficionados al tenis. Su profeta Wallace no podrá descansar en paz mientras Roger Federer ande por ahí celebrando victorias.

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