Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía que resistía, fue a llamar a un camarada....dos elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña, como veían que resistía fueron a llamar a otro camarada y luego cuatro, hasta que:
¡Se rompió!
¡Jajaja!
¡Se rompió! (Jajaja)
¡Se rompió la tela!
En esta metafórica versión política de la vieja canción infantil la tela son los Presupuestos Gubernamentales y los camaradas elefantes, socialistas, ex socialistas y hoy la mayoría capitalistas son, por supuesto, los propios Gobiernos.
La araña, ya adivinó, son los causantes que con sus impuestos aportan el hilo para tejer la tela de la cobija fiscal, que no alcanza para cubrir tantas demandas y por eso las manifestaciones de protesta por todo el mundo, desarrollado o no, igualado e indignado por la desigualdad.
Desde su nacimiento el Gobierno resultó ser un querido elefantito blanco, con muchos hermanitos llamados organismos públicos y varias empresas estatales hermanitas, atractivas en sus mocedades y hoy cada vez más desgastadas.
Hoy el mundo cuenta con una manada de elefantes blancos que se resisten a morir, viejos y reumáticos, chimuelos inútiles sin colmillos, que ven cada vez más reducida su pista en el capitalista circo mundial. Ya no asustan a nadie y pretenden que todos los quieran por ser unos achacosos paquidermos de la era cuaternaria, aunque comen en exceso y lentos para ayudar a la comunidad.
El hecho concreto es que en el mundo actual la mayoría son gobiernos fallidos, en mayor o menor grado. En términos fiscales, representan un desastre debido a las enormes deudas contraídas para tapar sus ¨errores u omisiones¨, más bien ¨horrores y condonaciones¨ de y a los amigotes. Las cifras y los ejemplos sobran.
Cada grupo que gana las elecciones promete el paraíso fiscal y deja el infierno de una deuda creciente que se lleva una mayor parte de la tela presupuestal, nada más para cubrir los intereses de la deuda gubernamental.
La mayor parte del dinero de los intereses sobre las deudas públicas va a unos cuantos dueños privados del circo mundial, perdón, del círculo del capital internacional conocido como ¨inversionistas institucionales¨. Es éste un ingenioso invento para pagar pocos o ningunos impuestos, si se encuentra el paraíso fiscal a la mano cruzando las fronteras o en algunos paradisíacos lugares caribeños.
Ahí, en una cabaña suiza o a la sombra de una palmera tropical van bien protegidos del amenazador sol fiscal a descansar del arduo trabajo de revisar sus ¨intereses¨, seguros de que ahí los elefantes nunca han existido.
Hay mucha tela de donde cortar.
¿Y en México, Apá? Cállese, mocoso, no le vaya a pasar lo que al anterior Secretario de Hacienda que quiso romper la prometida tregua fiscal de tres años y renunció cuando evaluó que no le iba a alcanzar la tela para tapar a tanto descobijado.
!No jalen que descobijan!
Nos vemos en dos años...o antes, si la tela se rompe (!Jajaja!), u otra cosa sucede.