De vergüenza y de nausea la más reciente puesta en escena del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien mediante sus redes sociales reportó que en su trayecto de Agua Prieta a La Mora, Sonora, para reunirse con las familias LeBarón y Langford, la camioneta donde viajaba había sufrió la ponchadura de una llanta.
Lo risible es que no es una ponchadura de llantas cotidiana en la que los afectados, normalmente no expertos en esos menesteres, batallan para colocar la refacción o, en su caso, solicitar ayuda de un tercero para remolcarlos.
En el video en mención, se aprecia la larga comitiva de camionetas que acompañaban a AMLO, lo que evidencía la verdadera intención: figurar como un ciudadano más, mediante un montaje, descuidadono, pues en la toma de vídeo se notaba el fuerte operativo de seguridad que lo resguardaba.
Un montaje que está de sobra para un presidente de la república, lo que, lógicamente derivó en una fuerte crítica en redes sociales por tratar de engañar a la gente.
Y es que las inconsistencias en la narrativa son varias. Primera. Las camionetas Suburban usadas por el Ejecutivo federal, son casi monstruos todo terreno y no es usual que sufran estos accidentes, menos con los cuidados técnicos que la seguridad presidencial exige.
Segunda: la llanta mostrada como la ponchada, corresponde a otro tamaño y número de birlos distinto al de la unidad que usa el Presidente.
Pero lo más deplorable es que el supuesto incidente ocurrió justo en el tramo donde fueron ejecutados los LeBarón.
¿Qué pretende demostrar AMLO o su equipo de “asesores” con este tipo de actos que solo ofenden la inteligencia del mexicano?
Para acabarla de amolar, en su reunión con los LeBarón, realizada en medio de un fuerte operativo de seguridad, el anuncio más relevante fue la próxima develación de una estatua en memoria de los asesinados. Me parece una burla; una estatua para qué.