No sólo basta con que el presidente Andrés Manuel López Obrador presuma que hay democracia en el país que gobierna como para poder aceptar que en realidad se le puede decir así a la que existe en México.
Para tal aseveración, hace falta que los demás componentes tomen la participación que les corresponde, no es únicamente en su labor de comparsa como puede presumirse que la hay.
Para el actual gobierno, la oposición está desaparecida, o casi, y a considerar por la actitud de quien debería ser uno de los más fuertes adversarios, o al menos uno de los primeros, dado que recién perdió la presidencia, es el Partido Revolucionario Institucional.
Pero, al observar la actitud del otrora poderoso y mandamás partido, hoy se encuentra desaparecido del ámbito político. Han decidido dejar pasar sin mayor reclamo la forma de gobernar de la actual administración.
Hace falta la crítica que conlleva una sana participación democrática en cualquier paìs del orbe, que se jacte de tenerla. En México poco a poco ha venido a menos esa condición.
Es el Partido Acción Nacional (PAN), el que puede enderezarse como única posible y real opción, o, tratando de interpretar la campaña de desprestigio emprendida desde el titular del ejecutivo, tal vez puede serlo el nuevo partido del ex presidente Felipe Calderón, México Libre, por eso arremete continuamente contra él.
Mientras tanto, los demás, pues siguen siendo los de más; asimismo y a conveniencia, los nuevos partidos que han alcanzado los requisitos que impone el INE tienen preferencias y están identificados.
En una democracia con tantos partidos políticos, es difícil aceptar que se reparta el pastel de la forma como se hace, especialmente porque en estos tiempos de pobreza por culpa mediática, son demoledores.
Pero aún más preocupante es que para las condiciones actuales son pocos los contrapesos que tiene el gobierno, la prensa es uno de ellos, pero el presidente se empeña en reducirla a su mínima expresión; lograrlo o no, es una lucha que no tiene cuartel, porque antes, como ahora, se defenderá ese derecho que ha derramado mucha sangre a través de la historia, en la extensión del país.
Y sí, aunque no le guste al presidente López Obrador, antes, a pesar de sus chistes y la burla que hace, también se criticaba al gobierno, sólo que los anteriores gobernantes eran más tolerantes. El problema con el actual, es que se cree dueño de la verdad, no permite la mínima crítica y se lanza en contra de quien la hace.
Por lo mismo, la pregunta sería ¿en dónde está la oposición? Ahora, el PRI deja pasar todo, no dice nada y no quiere reflectores para pronunciarse en contra de las decisiones del mandatario, lo que lo convierte en cómplice, ¿por comodidad? O ¿por miedo?
Si es por comodidad, por apostar a que en Morena no ven los cuadros que en el futuro puedan tomar las riendas del partido y por ende, de la política nacional cuando López Obrador tenga que dejar la presidencia de la República, y piensan que será el momento oportuno para hacerlo ellos, entonces es una forma muy egoísta y mezquina de pensar.
Porque para entonces, habrá únicamente lo que quede de país, que pudo haber sido y aún puede ser, grande, pero que está retrocediendo en el tiempo, con una estampa similar a la de alguna fotografía como la que se puede ver de Cuba, porque al paso del tiempo sigue igual, como detenidos en el tiempo.
Es el PAN, siempre y cuando puedan arreglar sus diferencias, tal vez el único partido que puede representar una opción, pero se les ve reducidos, y a muchos desanimados, tienen mucho trabajo por hacer.
A final de cuentas, de no tener algún opositor real que le plante cara al presidente, como cuando era opositor López Obrador lo hacía, no hay quien en este momento pueda exigir respuestas, cambio de rumbo, aclarar estrategias; si es que las hay, atender la seguridad, atender la caída libre del crecimiento económico, y desmentir en su cara que no es sin crecimiento como se puede comprender un desarrollo.
¿Quién le puede decir y exigir al presidente que las ocurrencias que dice en la mañana sólo le sirven a su público y no a la nación?, ¿quién puede exigirle que aclare su supuesta ignorancia del matrimonio de la hija del chapo cuando se dio a la más grande escala de las suntuosas fiestas, y decir que no sabía nada?
Mientras que sólo sea la prensa quien pida respuestas, las amenazas de censura continuarán, y seguirán despidiendo a los críticos que se atreven a pedirlas, porque prensa crítica sí la hay, pero en la política parece que no lo suficiente ¿cuál es el miedo? ¿Las redes? O tal vez la amenaza constante de Hacienda.
En el PRI están perdiendo la oportunidad de plantarse como verdadera oposición, tal vez sea por la costumbre de alinearse con el presidente en turno, pero parece que se olvidan que ya no tienen hegemonía. Ya sea por eso o por pensar que serán los herederos de la 4T, pero no deben olvidar que serán responsables por silenciosa complicidad de los errores que se están cometiendo en este sexenio, al pueblo no se le olvidará.