En la Cámara de Diputados se aprobó un dictamen que aumenta de 45 a 65 años de prisión para quien cometa el delito de feminicidio, además de establecer una multa de hasta 130 mil pesos. También se incrementó la condena de seis a 10 años de prisión para quienes, en el servicio público, retarden o entorpezcan maliciosamente o por negligencia la procuración o administración de justicia por el mismo delito.
La decisión de la llamada “Cámara Baja” del Congreso de la Unión es, sin duda, oportuna y necesaria, pero –debemos reconocer- insuficiente para resolver un problema que lamentablemente no sólo se ha hecho más visible, sino que ha aumentado en 137.5 por ciento en los últimos años, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En México –de acuerdo con ONU Mujeres- se reportan 10 casos diarios.
Ampliar el castigo para quienes cometan ese delito, lamentablemente no resolverá el problema de fondo, mientras no se eliminen los elementos que estructuralmente promueven las expresiones de violencia hacia las mujeres.
El Poder Legislativo federal actuó rápido al incrementar las penas que establece el Código Penal del país –aprobado por 415 votos a favor y uno en contra-, para tratar de responder a una demanda social que se ha intensificado y que ha provocado innumerables manifestaciones, para exigir que el Estado mexicano atienda un problema ante el cual no pueden cerrarse los ojos.
Es absurdo pensar que la modificación de las penalidades será suficiente para disminuir y acabar con un fenómeno que ha crecido de manera alarmante. La amenaza a las mujeres es real, dejemos de buscar otras interpretaciones. La estructura patriarcal que existe en la mayoría de las instituciones ha reproducido un modelo que no permite eliminar lo que durante muchos años era aceptable: “el hombre es fuerte, la mujer es débil”.
Escuchar ese pensamiento en esta época es totalmente absurdo, pero… se escucha y algunos hombres –e incluso mujeres- lo asumen totalmente; no sólo lo expresan sino que lo hacen vigente en sus actos.
Aumentar las penalidades en torno al feminicidio será insuficiente –como en otros delitos- porque sencillamente el sistema de justicia no opera correctamente. Prevalecen la impunidad y la corrupción. Las policías no están plenamente capacitadas ni siquiera para preservar la cadena de custodia o realizar los procedimientos adecuados que permitan mantener a los probables delincuentes en un proceso judicial, tampoco existen mecanismos precisos de investigación que eviten errores –como el de la Ciudad de México al señalar a personas equivocadas como presuntas responsables-, y tampoco hay mecanismos que protejan, de manera inmediata y efectiva, a que quienes denuncien.
La transformación de una situación tan compleja y profunda no se resuelve sólo modificando la ley, cambiando la norma. Es fun-da-men-tal impulsar un cambio de mentalidad, de actitudes, de formas de expresar, de maneras de relacionarnos. Es urgente trabajar con mayor intensidad en las nuevas generaciones y con la sociedad en su conjunto.
Minimizar una dinámica en la que la violencia amenaza permanentemente a las mujeres es absurdo. El problema de los feminicidios y la violencia en contra de las mujeres debe atenderse con políticas públicas integrales desde diferentes enfoques. Los temas que se incorporan a la llamada “Agenda de Gobierno” dependen estrictamente de las decisiones de la autoridad y, por ello, debe destacarse la valentía de las mujeres que han decidido romper los paradigmas machistas, a pesar de la estigmatización que algunos han hecho del movimiento feminista, y han logrado mover a algunas instituciones para que inicien los cambios, pero nos falta –a todas y todos- mucho por hacer.
PERCEPCIÓN
Desde aquí un reconocimiento a la Secretaría de Seguridad Ciudadana y al Ayuntamiento de Toluca, por la pronta respuesta a una denuncia que hicimos para terminar con una serie de acosos sexuales que comete un sujeto en contra de mujeres, cerca de Ciudad Universitaria, en los alrededores del Cerro de Coatepec. Deseamos que lo detengan a él y a todos aquellos que lo cometan.