Queridos amigos, hace 8 días hablábamos de los desatinados comentarios del Presidente que pudieren parecer misóginos, en esa ocasión me refería a su expresión “…no quiero que los feminicidios opaquen la rifa…” pronunciado en su conferencia matutina del 11 de febrero pasado, en la cual inmediatamente pidió disculpas cantinfleando por que terminó diciendo que no hicieran titulares las noticias de la víctima reciente, que en ese momento fuera Ingrid “N”, pero días antes fueron otras que no se virilizaron, en 2015 cerca de 500 y en 2019 más de 900.
Sin embargo, y ante el asombro de muchos y el se los dije de otros, entre los que me encuentro, el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas dijo a los miembros de la Guardia Nacional que “Tenemos que ser respetuosos de los derechos humanos. Los delincuentes son seres humanos que merecen nuestro respeto y el uso de la fuerza tiene límites, básicamente es para la legítima defensa”, sumado al “Doy gracias a los integrantes de las Fuerzas Armadas por no olvidar su origen revolucionario y defender la Constitución y la democracia, doy gracias a soldados y marinos por no escuchar el canto de las sirenas y dar la espalda a la traición y al golpismo, doy gracias por estar a favor de la cuarta transformación, que significa en esencia lograr entre todos los mexicanos desde abajo, una sociedad mejor” del 19 de febrero.
Más aún entre estos dos sucedió, la tragedia que parece que sacudió y despertó a México, su nombre Fátima; su edad, 7 años; su condición socioeconómica, evidentemente baja; la respuesta del Presidente “una degradación progresiva que tuvo que ver con el modelo neoliberal”. Las autoridades capitalinas siguieron el ejemplo de su jefe, la jefa de Gobierno “ahorita no”, y su Fiscal “Es una situación muy complicada. Desafortunadamente, su mamá está enferma, trae una enfermedad mental y su papá igual, tiene demencia senil”. Son las respuestas de las cabezas de nuestras instituciones. Ante la presión social y el costo político que implicaba, la fiscalía ofreció una recompensa de 2 millones de pesos por dar con los posibles responsables, y todavía no había orden de aprehensión.
Lo más increíble es, el apoyo y defensa del séquito de mujeres del primer círculo del titular del ejecutivo federal, Yeidckol refutando que el feminicidio vaya en aumento (sin datos) y pidiendo creatividad en las protestas, parecido al “no nos rayen las paredes”, de Andrés Manuel.
Y entonces surgió en medio de todo este pesar, un llamado a un día sin mujeres, y salió nuevamente a la defensa del Presidente una mujer, Irma Eréndira, diciendo que “si las mujeres paran, estarán tentadas a lavar platos”; movimiento que en un primer momento estuvo apoyado por nuestra Primera Dama, y en unos minutos, refutó el movimiento y pidió solo “el uso de un moño en protesta al feminicidio y apoyo a AMLO”. Recordé inmediato cuando a Angélica Rivera la mandaron a decir que la Casa Blanca de Peña Nieto era de ella, pero ella no tiene (ni tendrá) un doctorado. Y, aun así, dicen que no hay autoritarismo, que no hay patriarcado.
A quienes siguen esta columna sabrán que siempre hay sarcasmo en ella, pero ante estos temas no se puede, por respeto, por ética, por dolor, por “hambre y sed de justicia” decía Colosio, por miedo a que el día de mañana sea una conocida, una familiar.
Señor Presidente, como ciudadano, como hijo, como esposo y como padre de mujeres, le pido… perdón, le exijo, que así como tuvo el valor y el coraje de tomar Reforma, tome el control de las fuerzas del orden y las incite a su actuar en beneficio de la población.
* Enlace Administrativo de la Coordinación del Posgrado en Derecho de la UNAM
* Profesor en la Facultad de Economía