* A robar mientras la pandemia nos acaba
Por más equivocado que esté el Presidente, a juicio de muchos, no es convocando a la rebelión y a la apuesta de su caída como se van a resolver los gravísimos problemas que como nación enfrentamos.
Es, quiérase o no, el más legítimo de los últimos Ejecutivos federales que hemos tenido, y sus errores, a la vista de muchos, pueden ser corregidos si se abre a la crítica sensata, esa que se sustente en números, datos duros, verdades, no aproximaciones.
Soy hoy un crítico duro a su conducta y decisiones. Le creí más capaz, más sensible, más humilde para reconocer sus yerros, pero también veo con tristeza que va de tumbo en tumbo hacia escenarios muy riesgosos para él y para el país mismo.
Yo quiero apostarle a que su conciencia -si la tiene- lo sacuda, le permita entrar en razón; que sume, no reste; que una, no divida; que acepte como ser humano que es, que la tormenta (en mucho provocada por él) no se resuelve lanzando retos y descalificaciones a todo aquel que huela a pasado o disienta con él en el presente.
Quiero verlo triunfar porque para eso votamos muchos por su proyecto. Yo no quería ver a más corruptos como Emilio Gamboa, Videgaray, Ruiz Esparza -¿habrá muerto en verdad?-, Miranda Nava, López Gutiérrez y muchos más de la camarilla de ladrones que nos saquearon sin despeinarse siquiera.
Ojalá y Andrés Manuel López Obrador, que tanto dice saber de historia, mire al pasado para que se vea en el espejo. Su gobierno está en la antesala de una explosión social.
Deje de alimentarla. Despierte Presidente.
Gobernadores embusteros
Los últimos dos buenos o más o menos aceptables gobernadores que tuvo Oaxaca fueron Heladio Ramírez y Diódoro Carrasco. A partir de ahí, ha sido un estado que ha padecido a verdaderos ladrones, corruptos que no podrían ver de frente la renovación moral de la sociedad que tanto predicó en su campaña Miguel de la Madrid Hurtado.
José Murat, Ulises Ruiz, Gabino Cue y ahora otra vez José Murat a través de si hijo Alejandro, se despacharon con la cuchara grande desviando recursos y promoviendo negocios turbios para su beneficio al amparo del poder.
Murat, Ruiz y Cué Monteagudo, son de los hombres más ricos que hay en México, cuando vienen de uno de los estados más pobres del país. Eso es más que ofensivo.
Es secreto a voces cómo se fueron haciendo de sus ilegales y grotescas fortunas, pero nadie se atrevió a proceder en su contra. Todos gozan de cabal salud y pasean su impunidad por México y el extranjero.
El ex gobernador Gabino Cué, hombre tibio, ignorante, sin carácter para la política y toma de decisiones, porque en ello decidían su entonces novia, que era su secretaria particular, y su operador de negocios Jorge Castillo; debería estar tras las rejas, pero no le preocupa porque en este país no hay verdadera justicia ni castigo a los ladrones.
Murat papá e hijo, aprovechan estos momentos de incertidumbre y muerte para convencer al Presidente de que hay que invertir en Oaxaca; no por qué les importe la marginación y pobreza de allá, sino porque eso les resulta en millones y millones de pesos o dólares en las comisiones que reciben de los empresarios que hacen caminos, carreteras, obras y mucho más.
Son campeones en hacer dinero estando en el poder. Nadie les gana. El joven Murat, que ni oaxaqueño es, aprendió en la mejor escuela del hurto allá en el Estado de México, con Enrique Peña Nieto y David López, su entonces jefe.
Oaxaca será saqueado nuevamente y su pobreza seguirá siendo ejemplo de estancamiento y abandono.
Lo mismo está sucediendo en Puebla, donde el enfermo gobernador aprovecha eso de las compras directas, sin licitación pública, para que a su bolsillo y cuentas lleguen también cuantiosos recursos financieros.
Miguel Barbosa está hundido en el desgobierno, atrapado en las decisiones de su esposa, y convertido en ejemplo mundial de insensatez y vergüenza.
Puebla y los poblanos merecen otro rumbo, otro líder, otro guía; ese que despacha como Ejecutivo estatal, llevará a Morena a difíciles escenarios, que beneficiarán al PAN, hoy aún en la lona por las elecciones pasadas.
Pero la conducta de Barbosa, es oxígeno y alimento para ellos.
¿Y qué decir de Alfredito del Mazo Maza? Esa es otro historia que merece amplio espacio.
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