Escribí esto en enero de 2017, y lo vuelvo a revivir ahora. Lo siento mucho, pero no ha cambiado ni un ápice lo que ha pasado en este tiempo. Solo que ahora, el presidente de mi país, irá como primera gira de su gestión, en año y medio, a visitar a Donald Trump y a hacerle el caldo gordo a su campaña. Triste situación. Aquí está:
Yo no recibo a quien me insulta, en mi casa. No lo veo. No me siento a la mesa bajo ninguna circunstancia con él. Ni siquiera le pienso. Y desaparece de mi mente, de mi alma y de mi conciencia. No dejo que me vuelva a hacer daño, si es que alguna vez osó hacerlo. Porque si lo permito, ¿dónde quedó mi honor y mi sensatez? ¿Tenemos reserva moral los mexicanos? Considero que sí, de sobra. ¿Somos en realidad un pueblo solidario y digno? Sí que lo somos. Hemos sobrevivido mil situaciones y en todas hemos salido victoriosos. ¿En serio nos unimos? Recuerdo el sismo de 1985. En ese tuvimos fortaleza y dignidad. Mexicanos al fin.
Es una cuestión de honor la que tenemos que enfrentar en este momento de nuestra historia con el país del norte. En pocas ocasiones he oído una referencia tan brutal pero verídica, como la que hizo hace dos días el historiador mexicano, Enrique Krause, hijo de mi amiga Helen:
“Es un ser megalómano, narcisista, paranoico… que inventa conspiraciones. Cree que todo aquel que piensa distinto es su enemigo. Es un coctel explosivo. Pero no estamos hablando de un ser humano cualquiera, aquí se trata nada más que del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica”.
Existimos 120 millones de mexicanos y no somos pocos ni valemos poco. Considero firmemente que si su comportamiento como actor de televisión, como un “Big brother” cualquiera, sigue manejándose en esta forma, va a tener más que dividido al mundo entero. Aunque Putin ahora lo apoye –porque así le conviene–, si sigue agrediendo a la líder europea más importante en el mundo, Angela Merkel, está abriendo un gran abismo del cual no podrá retornar. Lo mismo con China. Y que ni se le ocurra meterse con Corea del Norte.
¿Quién se cree que es? Lo vi tratando a los periodistas “encargados de la fuente” de la Casa Blanca. No entiendo como no se pararon todos y lo dejaron hablando solo. Al tiempo.
Después de escribir esto hace ya casi dos años y medio, sigo pensando lo mismo. ¿Tendremos pues, que irle a dar gracias por algo que haya hecho por nosotros?