El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, integrado por Canadá, Estados Unidos y México, hoy T-MEC, es muy importante para la región, representa una gran proyección con el resto del mundo, partiendo de la idea de fortalecer el mercado en beneficio de las naciones implicadas.
Un tratado de libre comercio se entiende como un acuerdo comercial regional para ampliar el mercado de bienes y servicios. Éste se materializa en forma de acuerdo comercial vinculante, que suscriben dos o más países para acordar la concesión de preferencias arancelarias mutuas y la reducción de barreras no arancelarias al comercio de bienes y servicios que rigen las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
En América del Norte, Canadá y Estados Unidos ya tenían un tratado con estas características, que data de octubre de 1988. En 1990 se empezaron las negociaciones para que fuera incluido México. Los tres países formalizaron el TLCAN con la firma de George H. W. Bush, presidente estadounidense, Brian Mulroney, primer ministro canadiense y Carlos Salinas de Gortari, presidente mexicano.
El TLCAN entró en vigencia a partir del primero de enero de 1994, en él se planteó un plazo de 15 años para la eliminación total de las barreras aduaneras entre los tres países, entre otras condiciones igual de importantes.
El tratado comercial ha sido protagonista en la época moderna para las tres naciones; posiblemente uno de los que mejor se ha beneficiado ha sido México, ya que con su inclusión pudo entrar a las grandes ligas del comercio mundial.
Para un sector de la sociedad mexicana, el tratado comercial representaba un alto riesgo, por competir con dos potencias como son Canadá y Estados Unidos, no era un asunto menor.
Sin embargo, no fue así, nuestro país ha demostrado que tiene la estatura para medirse de la mejor forma en un mercado regional de grandes dimensiones, como la que ésta representa, la habilidad de los empresarios, trabajadores y gobierno, lo han dejado en claro durante el tiempo de vigencia del tratado.
El desarrollo de América del Norte con México incluido, ha sido notorio, la visión del ex presidente Carlos Salinas de Gortari tiempo después le daba la razón. Aunque al mismo tiempo, de forma sorpresiva y sin declaración previa, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) inició una insurrección armada en el Estado de Chiapas, como un claro mensaje de que al gobierno se le había olvidado por muchos años esa parte del pueblo que ha quedado rezagada.
Ahora, un renovado tratado protagoniza las negociaciones en esta región norte para dar continuidad al celebrado en aquél año de 1994, el cual se presenta con una serie de modificaciones y adecuaciones en las que ha intervenido de forma directa el presidente estadounidense Donald Trump, para algunos, éstas dejan en desventaja a los mexicanos, no obstante, el tratado inició su nueva vigencia el primero de julio.
Por lo anterior, y ante el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador de viajar a Estados Unidos para reunirse con su homólogo estadounidense, era natural la inquietud de saber el motivo del viaje, en especial, porque Trump ha demostrado ser el mandatario estadounidense más anti mexicano, tal vez, como ningún otro. La respuesta simple del tabasqueño fue que ya lo había decidido porque era importante la puesta en marcha del tratado ¿? Y que además iba a agradecerle el apoyo brindado a México¿?.
Enseguida surgieron voces que calificaron la visita como inapropiada, porque era evidente que el interés de Trump partía de la idea de recuperarse por la caída de popularidad en la carrera para su reelección, para eso necesitaba al presidente mexicano, para conseguir los votos de los migrantes.
Fue así como el miércoles 8 de julio se armó un gran montaje en Washington, en el que aparecieron Donald Trump y López Obrador derramando miel y declarándose amor eterno, en un espectáculo perfectamente cuidado. Por parte del lado mexicano en ese momento se entendió el motivo de la invitación que hizo el presidente a los dueños de televisoras y sus grandes amigos, antes “mafia del poder”, se cubrieron todos los detalles, incluso, se tiró línea, por eso; al día siguiente los rotativos “coincidentemente” anunciaban “Fallan los pronósticos, no nos peleamos”, algo tan burdo y obvio que se entiende por sí mismo el origen.
De otra forma, ¿por qué no se presentó Justin Trudeau, primer ministro canadiense? ¿Por qué no se reunió el presidente con los mexicanos radicados en EU?, ¿por qué no buscó reunirse con representantes demócratas? Bueno, ¿con Nancy Pelosi que mucho tuvo que ver en el nuevo tratado? ¿De qué hablaron en privado ambos presidentes?
Conociendo el “modito” de Trump, poco a poco lo irá diciendo, y vale señalar que a éste, no le fue tan bien como lo pensó, la prensa estadunidense no le dio mucha importancia al evento que protagonizó con AMLO, mientras que en México se le dio toda la cobertura como si se tratara del gran evento del sexenio.
Con esta visita, el anuncio de la extradición de Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, la detención de César Duarte, ex gobernador de Chihuahua, el procedimiento de Genaro García Luna, el “descubrimiento” de nuevas pistas para el asunto de los 43 Normalistas de Ayotzinapa, con los que se presume con elocuencia exagerada que con ello se tira la verdad histórica, y la posibilidad de señalar a personajes importantes del sexenio anterior por delitos diversos, piensa López Obrador que recuperará su popularidad que va en picada.
Lo cierto, es que no será suficiente, aunque serán utilizados en exceso como cortinas de humo, pero hay enfrente de él lo que no ha podido dominar: LA VERDAD, cruel y despiadada. La forma en la que ha conducido el destino del país, la pandemia mal atendida, la inseguridad, la recesión económica, el abandono al pueblo, al campo, a los empresarios, a las mujeres, a los niños con cáncer, etcétera, todos tienen facturas que cobrar. Y su “asmigou” Trump en eso, no podrá ayudarlo.