A más de un feligrés del “Ogro Salvaje” se le debió haber erizado el cabello, aterrorizado, al leer o escuchar las recomendaciones de la ONU para crear sistemas tributarios más justos y promover la creación de empleos decentes (se supone que sin la miseria salarial ni la desprotección social mediante los tenebrosos outsourcings actuales), además de desarrollar sistemas integrales de bienestar social y reforzar mecanismos de protección social.
Si las palabras de António Guterres, secretario general del organismo citado, sonaron a que el neoliberalismo no sabe otra cosa que producir miseria, las matizó diciendo que hay que cambiar de modelo de desarrollo en América Latina ya que a finales de este año habrá 230 millones de pobres en la región (El Impacto de Covid-19 en América Latina y el Caribe).
La desigualdad en esa zona se ha vuelto insostenible, según el ingeniero físico de origen portugués, aunque la consideración cabría a escala planetaria.
De acuerdo con lo difundido en la prensa nacional, en el caso de México “la ONU estima que 50.3 por ciento de la población se encontrará en pobreza y 18.2 por ciento en pobreza extrema a finales de 2020, ambos por encima de los promedios de América Latina, que son de 37.2 y 15.5 por ciento, respectivamente”.
“La desigualdad aumentará 4.7 por ciento en la región, particularmente en Brasil y México, donde alcanzará hasta 5 por ciento”, dijo a su vez Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Grave, además, la anotación de que los países de América Latina, incluido el nuestro, “traen a cuestas limitaciones de balanza de pago, crisis cambiarias y alta informalidad, todos problemas que se suman a la crisis del coronavirus, por lo que serán necesarias condiciones favorables de financiamiento, exenciones, aplazamiento de pagos por servicio de la deuda y ampliar la asignación de derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional”
Peor todavía, “nuestra región tiene interés político de invertir, pero no necesariamente tiene espacio fiscal necesario”, lo cual quiere decir simplemente que los gobiernos no cuentan con dinero para ello.
Lo anterior lo confirmó el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, quien el pasado jueves resaltó que “la economía necesitará apoyos para la recuperación por al menos un año, incluso hasta por dos y medio más, a medida que enfrenta un espacio fiscal acotado para atender pobreza, desigualdad y falta de crecimiento, por ello se debe pensar en adelante en la política de austeridad”.
Como se está viendo, la austeridad no alcanza para todo, de modo que ¿de dónde se podría hacer de recursos la Cuarta Transformación para no quedar como una “deformación” más de buenas intenciones?
Tal como sugirió la ONU, es momento de modificar un sistema tributario que privilegia la evasión y la elusión fiscal (no pagar y pagar menos, respectivamente), y con ello la acumulación y la economía de casino, vil especulación.
Sobre esto, por ejemplo, el reporte de la minuta del Banco de México del jueves pasado estableció “que los riesgos persisten y que las salidas de capital han continuado, aunque a un menor ritmo con respecto a lo observado hace unas semanas. Algunos puntualizaron que los datos acumulados indican salidas superiores a 13 mil millones de dólares en renta fija. Al respecto, uno destacó que el total de valores gubernamentales en poder de no residentes actualmente asciende a alrededor de 90 mil millones de dólares”.
¿Todos esos tenedores de bonos de deuda pública (renta fija), domésticos y foráneos, se irían como Juan por su casa si se aplicara un impuesto, así fuera mínimo? Quizás por rencor, algún deschavetado se atreva, pero si algo temen los especuladores es justo que se hable de “tasas Tobin”, “tasas Piketty” u otras, porque eso pondría freno, en buena medida, a su codicia ludópata.
Desfondada casi al inicio de su andar y por motivos pandémicos, la “Cuarta Transformación” necesita, pues, allegarse de fondos. Y en este espacio de recaudación, a diferencia de su “espacio fiscal”, no está acotado. Es muy amplio. Las medidas de austeridad, por exageradas que sean, siempre serán bienvenidas, pero lo que hace falta también son iniciativas verdaderamente transformadoras.