Un nuevo realismo en filosofía está en vías de conformación en el siglo 21. Ante el surgimiento de sucesos que desafían la convivencia y hasta la permanencia humana en el planeta, se requieren novedosos planteamientos que correspondan a este nuevo espíritu del tiempo.
Se trata de recobrar el sentido común para descifrar y enfrentar una extraña realidad, de la cual hay que empezar precisamente reconociendo que hay zonas de las que no sabemos lo suficiente, como tristemente nos demuestra la emergencia del coronavirus.
Este nuevo giro en filosofía, tildado de nuevo realismo, se decanta en varios sentidos. El primero de ellos es la más marcada inclinación realista de los filó- sofos actuales, dejando cada vez más de lado el giro lingüístico del siglo 20 (ante el cansancio de consignas como “todo es una construcción cultural” o “todo está mediado por el lenguaje”).
Aunque los esfuerzos son diversos, tienen en común que los nuevos filósofos se oponen a los falsos supuestos reclamados por el llamado postmodernismo, que al admitir como reales sólo sus interpretaciones (por ejemplo, ¨la pobreza es un mito genial¨) dejó una estela de negativas consecuencias (la interpretación del capitalismo salvaje como la única alternativa posible, que provocó la exacerbación del individualismo, la falta de ética y la consecuente excesiva concentración del ingreso con todos los males que conlleva).
Los riesgos transnacionales han pasado a ocupar un primer plano, desafiando el estadocentrismo y la nueva época requiere de una comunidad global más colaborativa y pensante para enfrentar los hechos de una realidad física ¨encontrada¨ (como el coronavirus) y mental (ignorancia).
El nuevo realismo es una filosofía expuesta en los inicios del siglo XXI por filósofos de diversas partes del mundo. Es también denominado nuevo materialismo (por el mexicano Manuel de Landa), realismo analógico (también mexicano Mauricio Beuchot), realismo especulativo (el francés Quintín Meillassoux), el alemán Markus Gabriel con su realismo ontológico o trascendental (en cuanto a que trasciende los límites del pensamiento subjetivo), y destacadamente el italiano Maurizio Ferraris con su realismo positivo y hasta realismo extraño (weird realism, del americano Graham Harman), que lo más extraño que tiene es que trata de recuperar el sentido común perdido entre las andanzas del postmodernismo y las desventuras del neoliberalismo.
El péndulo de la filosofía, que en siglo XX se dirigió hacia el anti-realismo, especialmente en su falaz versión posmoderna del anti-realismo, en el siglo XXI parece dirigirse nuevamente hacia este nuevo realismo, que es el primer movimiento filosófico de la era de Internet y las redes sociales.
El rasgo central del nuevo realismo es el rechazo del dualismo y de otras viejas formas de realismo como el empírico. Porque se trata de no creer que aquello que llamamos “mundo real” es solamente el que surge de una cuestión subjetiva (idealismo fenomenológico), producto de meros estados de conciencia, como tampoco creer que todo es una mera construcción socio-convencional).
A lo que apunta el nuevo realismo analógico, es a la criticidad y a la deliberación. Al pensar en esta nueva experiencia que nos circunda debemos tener en cuenta que la realidad posee su propia estructura, y ésta es inenmendable, incorregible; no es posible cambiarla a voluntad, sin antes empezar por la crítica de lo que es.
En el marco de la hermenéutica, como una reacción en contra de los deficientes resultados idealistas, constructivistas o nihilistas, su más famoso exponente ha sido Maurizio Ferraris, quien ha propuesto el así llamado "Nuevo Realismo" (Manifiesto del nuevo realismo, 2012), una orientación filosófica compartida por filósofos mexicanos como Manuel de Landa, residente en Nueva York, en su libro de 2012, Mil años de historia no lineal, y el dominico Mauricio Beuchot, originario de Torreón, Coahuila (Manifiesto del realismo analógico, 2013).
De entrada, y como puerta de acceso a su Manifiesto del nuevo realismo, el filósofo Maurizio Ferraris toma prestadas estas palabras como epígrafe y que explican su posición: “Si en una isla hay una roca negra, y todos los habitantes se han convencido —con elaboradas experiencias y mucho uso de la persuasión— de que la roca es blanca, la roca sigue siendo negra, y los habitantes de la isla son asimismo cretinos”. Estas líneas encierran la tesis central del nuevo realismo, a saber, que la realidad permanece siendo la misma a pesar de que inventemos múltiples interpretaciones.
La categoría central de la realidad, de acuerdo con esto, es la inenmenda- bilidad, que Ferraris define como el hecho de que lo que tenemos delante no puede ser corregido o transformado a través del mero recurso a esquemas conceptuales, al contrario de lo que supone la hipótesis del construccionismo.
No es lo mismo el territorio, que su mapa.
La filosofía, en este tenor, recupera no sólo el realismo, sino también la crítica, la especulación, la sistematicidad y la positividad. Es volver a pensar el proyecto de una filosofía capaz de dar cuenta de la entera realidad, desde la física hasta la del mundo social, sabiendo que no todo se puede cambiar.
Para ello, Ferraris denuncia los falsos dogmas del postmodernismo: primero, que toda la realidad es socialmente construida e infinitamente manipulable y segundo, no acepta que la verdad sea una noción inútil porque según los posmodernos no hay hechos sino sólo interpretaciones.
Con su peculiar estilo, dice este filósofo: “Si en efecto hemos de creer a la tesis según la cual no hay sujeto ni objeto sino sólo la relación, nos vemos obligados a concluir que no existe ni el cliente en el restaurante, ni la ostra en su plato, sino únicamente un impersonal comer-la-ostra”.
Las necesidades reales, las vidas y muertes reales, no son susceptibles de interpretación; no son, en este sentido, construidas, manipulables; son verdaderas. Estas exigencias prácticas, ético-políticas, son las que indican la urgencia de un giro a la realidad, esto es, de un volver a las cosas mismas; son las que señalan la urgencia de afirmar que no son sólo fenómenos construidos y que son, pues, verdaderas. Recuperar el sentido común de las cosas.
De acuerdo con Ferraris, la postmodernidad se ha caracterizado, entre otras cosas, pero sobre todo, por negar los hechos y colocar las interpretaciones como la única “realidad” a la que tenemos acceso. Pero la interpretación, a la postre, lleva a erigir la del más fuerte o potente como la más aceptada. Es lo que ha sucedido, por ejemplo, con el uso de los medios masivos de comunicación que, con una aparente neutralidad, presentan interpretaciones pero que reproducen la lectura interpretativa de los más poderosos.
Esta es la primera versión del nuevo realismo en Maurizio Ferraris, quien ha venido a denominar a su postura, muy recientemente, como realismo positivo y, en este sentido nos recuerda que es necesario simplemente reconocer el papel de la materia en la constitución de la mente y su elemento esencial: la memoria. Para transformar nuestro mundo en algo que valga la pena recordar.
Julio 2020