En nuestra entrega anterior, resaltábamos como los programas que escribió y dirigió Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” son parte de la cultura, tal vez Iberoaméricana y por tanto, parte del análisis y explicación de muchos fenómenos sociales en nuestro país y en muchos de América Latina, de hecho no podemos entender el presente sino volteamos a ver el efecto de los contendidos de los medios masivos de comunicación que venimos asimilando desde hace varias décadas.
La cancelación en la transmisión de los programas de “Chespirito” en las pantallas de muchos países, derivadas de una falta de acuerdo entre Televisa y la familia del fallecido cómico nos hizo abordar este tema, para estar de acuerdo o en contra de que sus programas no se transmitan más, debemos dar una justificación y de eso se tratan las 2 entregas que abarcan nuestra colaboración.
Ubicamos 5 etapas en la dinámica general que siguieron los contenidos en los medios masivos de comunicación: cine, radio, tv y hoy plataformas de streaming; en la cuarta ubicamos a “Chespirito” y sus programas, la quinta etapa aun se está gestando, lo que podemos resaltar siguiendo los principios de la dialéctica, es que esta última etapa aunque niega a las cuatro anteriores, inevitablemente guardará los elementos más fuertes de sus predecesoras.
¿Dónde están ubicados los rasgos de nuestra cultura?, ¿qué es lo socialmente aceptado y normal?, ¿qué nos guía para calificar por tanto lo que es extraordinario, raro o hasta criticado?. Habría que verlo en 2 sentidos, el primero sobre los programas que consume el 80% de la población: rality´s shows sobre engaños amorosos, reclamos, etc, series sobre delincuentes espectaculares, programas de concurso basados en las opiniones de la mayoría, etc, el segundo el de los programas de un sector aparentemente más refinado, que con la misma lógica presenta las mismas dinámicas con algunos elementos de información que hacen sentir al sector que los consume más culto que los demás.
El conocimiento, la crítica y la información está completamente olvidada, ya ni los documentales “a modo” que producían y transmitían los canales de paga como el History Channel están al aire, la realidad líquida -y su cultura- de la que hablaba Zygmunt Bauman, están en su máximo esplendor, la inmediatez, la riqueza y el poder a toda costa son sus principales características, “la reina del sur”, “el señor de los cielos”, “el chapo”, entre otros, son contenidos que nos presentan arquetipos sociales que muchos desearían encarnar de una u otra forma: pasar de la pobreza a la riqueza en medio de una vida aparentemente fácil es lo deseable para muchos, de ahí la explicación del dicho cada vez más popular que reza: “más vale vivir rico aunque sea por un instante, que miserable toda la vida”.
“Poncho Aurelio y el parejota” son personajes de la misma cultura, servidores públicos corruptos, pero torpes, con escenas graciosas que nos ayudan a digerir y a familiarizarnos con una realidad dolorosa, la de la corrupción, que en la vida real se materializa en personajes como Bartlett, Lozoya, Orta y muchos otros que por descuido o voracidad de su propia ambición de poder económico han quedado al descubierto, pero la ofensa no duele, estamos al final del día acostumbrados a eso, de hecho muchos incluso dirán: “que idiotas, si yo hubiera podido habría robado más”.
Como dije la 5 etapa de contenidos se está gestando, pero las 4 anteriores son determinantes y hasta terribles, ni Estados Unidos que es el país con mayores indices de corrupción real, permite que se generen contenidos como los que aquí se producen y consumen, allá la imagen del policía es la de personas que atendieron el llamado de su vocación, los programas con temática política aceptan la existencia de políticos corruptos, pero al final del día ganan los políticos por proyecto y por tanto ética, en nuestro país los contenidos nos dicen que todos son corruptos, policías, políticos, el presidente de la república, el cura de la iglesia de la colonia, prácticamente todos.
Los programas de Chespirito son artífices de esa lógica, con los “caquitos” se dio comicidad a la vida delictiva, con el “chavo del 8” se hizo una apología de la pobreza y se convirtió en sinónimo de bondad”, con el “Chapulín Colorado” se dio gran valor a la “buena suerte” como materia prima del éxito, mentiras que han cambiado de traje en los nuevos contenidos, pero que siguen condenando a las generaciones de nuestro país. ¿Necesitamos seguir viendo los “inocentes” programas de “Chespirito”?; de inocentes no tienen nada, no nos sirven como sociedad y tampoco les sirven ya al sistema, lo que necesitamos es empezar a generar contenidos que hablen de la responsabilidad que tenemos sobre nosotros mismos, que hablen de la verdadera realización del ser humano, que hablen de lo socialmente deseable, que hablen de que la pobreza no es una realidad insuperable y que la corrupción está muy lejos de ser algo aceptable y normal, esas temáticas también se pueden hacer desde el punto de vista de la comicidad, la seriedad y lo ameno.
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* Delegado Presidente de la Delegación Valle de México
del Colegio de Abogados del Estado de México A.C.