En su severa crítica a columnistas, articulistas y colaboradores de opinión de la prensa en México, que mal critican al gobierno de la Cuarta Transformación, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que en el diario La Jornada lo tratan bien, pero se olvidó que en el sexenio de Enrique Peña Nieto a éste y a Luis Videgaray le abrieron las páginas para hacerlos aparecer como articulistas de izquierda y le dieron la espalda al dejar de nombrarlo presidente legítimo, por lo que tratarlo bien no es ningún favor. Es una obligación porque el diario no tiene un solo dueño. Es propiedad de toda una colectividad, incluidos los que somos accionistas preferentes.
En resumen, al Presidente le faltó decir que en este país no hay prensa (la tradicional, la comercial aunque se vista de izquierda) que sea confiable, menos cuando se reprime, se golpea a su interior a un sindicato independiente como lo ha hecho la dirección y la gerencia de La Jornada contra los miembros del Sindicato Independiente de Trabajadores de La Jornada (Sitrajor).
El presidente López Obrador debe, como en este caso que tocó de la prensa que lo ataca, no olvidar las palabras de quien calificó como su entrañable amigo y compañero de lucha, a Jaime Avilés, a quien dedicó su último libro, y quien dijo que en La Jornada hay un “corrupto de corruptos”, refiriéndose al jefe de Edición de dicho diario, Josetxo Zaldúa.
Y tampoco debe olvidar las palabras de otro destacado periodista a quien ha hecho honores, Miguel Angel Granados Chapa, quien mencionó que México necesita otro diario de izquierda, de verdadera izquierda. Si el presidente Andrés Manuel López Obrador se caracteriza por esa hermosa memoria de los hechos históricos de nuestra nación deberá recordar siempre, al aludir a La Jornada, a esos dos grandes periodistas críticos y honestos pues no está exento de que la dirección de ese diario de seudo izquierda mañana, cuando él se vaya o se debilite políticamente, le vuelva a dar la espalda o se alíe a los intereses de gobiernos neoliberales, como lo denunció Jaime Avilés.
Todo puede pasar señor Presidente. Y ya ha pasado. Y ya le pasó. No se confíe de quien hoy lo adula y lo trata bien porque en el abrazo traidor no se ve la mano con el puñal en la espalda. Promueva su propio diario de izquierda, de verdadera izquierda, son las sabias palabras de Miguel Angel Granados Chapa, quien no se andaba con compadrazgos y solapadas.
Por lo demás, el presidente Andrés Manuel tiene toda la razón en lo que denunció en su mañanera; se trata de articulistas y empresarios de la prensa que sirvieron a regímenes anteriores, a los que se les pusieron de tapete para solapar, con la palabra hipócrita, las trapacerías, el robo a la nación.
“Dos o tres veces plantee que se tiene que hacer un análisis sobre los contenidos y sobre la actitud de los columnistas y articulistas de los periódicos.
“Les he dicho que ayudaran a hacer la tarea para darnos cuenta de cómo se ejerce la libertad de expresión, de prensa en México, porque es una falsedad y ni siquiera en eso hay honestidad intelectual el decir que no hay libertad de expresión... Que está amenazada. Lo acaba de decir el director fundador de El Universal y que va a defender la libertad de prensa, la libertad de expresión.”
Nunca se había atacado tanto desde el presidente Madero a un presidente como ahora y nunca se había garantizado a plenitud la libertad de expresión. No ha habido censura, ninguna represalia en contra de nadie. No se ha perseguido a nadie de los medios de información.”
¡Extra!¡Extra!
Y hablando de ética periodística ¿cuándo va a usted a atender, señor presidente López Obrador, las trapacerías de la administración del diario La Jornada en contra de sus trabajadores sindicalistas? Porque eso tiene que ver con toda una estructura de justicia que va desde el uso de la palabra hasta el uso de la fuerza (legaloide o de facto) como la que se ejerció contra el Sitrajor.
*Presidente de la ONG Franature
