Para la segunda mitad de su sexenio, el gobernador Alfredo del Mazo Maza toma la determinación de reorganizar la estructura del gabinete. Se fusionan Secretarías y se realizan cambios interesantes, aunque a decir verdad, la fusión es un tema que parece más responder a los recortes presupuestales que sufrirán todas las entidades del país.
El movimiento presume un ahorro importante, pero se verá reducida la capacidad de respuesta administrativa en los diferentes trámites. Así mismo muchos burócratas se quedarán sin empleo, igual que ha sucedido en el gobierno federal. Lo complicado será para los usuarios que tendrán que soportar una martirizante lentitud.
Con la reorganización en su equipo de trabajo, el gobernador busca prepararse de la mejor manera para lo que resta de su gestión. Con los movimientos, se observa que busca ajustes en el tema político, los nuevos encargados son reconocidos operadores.
Apuesta a lo seguro, así lo deja ver con los acomodos que realizó, como el del Secretario General, Ernesto Nemer Álvarez, eso debe dejarlo claro.
De la misma forma, la incorporación de Mercedes Colín y Gerardo Monroy Serrano, como otros ejemplos, pues saben como operar, son hábiles y de reconocida trayectoria, con buenas formas para llegar a acuerdos, lo que tanta falta le ha hecho a este gobierno.
Después de haber pagado los compromisos, parecería un movimiento audaz a la mitad del sexenio, aunque de acuerdo a los tiempos que se viven en política actualmente, es de pronóstico reservado aventurar a decir que el ejecutivo estatal aún está a tiempo.
Para la segunda mitad de la administración Del Mazo observa un panorama no menos complicado que al inicio. Debemos recordar que no terminaba de revisar las condiciones en las que le habían dejado las cosas, vamos, aún estaba en pleno festejo, cuando tuvo que enfrentar los estragos ocasionados por un temblor, impensable, como lo fue la llegada de la pandemia provocada por el Covid-19.
El programa de gobierno que presentó lucía interesante, ambicioso, con importante aporte para el desarrollo estatal, crecimiento económico y congruencia. Con ánimo, Alfredo del Mazo se veía arropado por su estirpe, y respaldado por su partido, por ende, tenía la posibilidad de cumplir a cabalidad con el desempeño encargado por los mexiquenses.
Lo imprevisto marcó el inicio, pero al mismo tiempo, lucía como una gran oportunidad para demostrar los alcances de su preparación. Se presentaban fuertes posibilidades de convertirse en el líder que actualmente tanto necesita la organización política que lo impulsó.
Es verdad que la personal manera de conducir el destino del país del presidente Andrés López Obrador no permite a los ejecutivos estatales alejarse de la política que se dicta desde palacio, pero también lo es que una posición más independiente y pertinaz lo hubiera proyectado a importantes alturas.
Ahora bien, las condiciones del estado ya venían mal, y con la llegada de la pandemia empeoraron, sobre todo porque la entidad mexiquense se encuentra en el corazón de la República, compartiendo una gran parte de su territorio con la Ciudad de México.
El desaseo con el que el gobierno federal ha atendido todo lo referente a la llegada del Coronavirus dejó mucho qué desear; por principio de cuentas, al no ordenar un cerco de contención sanitario en terminales de autobuses y aeropuertos, terminó por perjudicar a sus vecinos del Estado de México.
La zona conurbada que comparten las dos entidades fue de las más afectadas, siendo Ecatepec, por el número de habitantes, el municipio que de pronto se convirtió en el epicentro de contagio y muerte. Pero no menos preocupantes fueron otros municipios, como Nezahualcóyotl, Naucalpan, Tlalnepantla o Toluca, sólo por citar algunos.
La llegada del virus a México vino a exhibir el terrible error de desaparecer al Seguro Popular por el Frankestein llamado Insabi. El cambio sorprendió al gobernador Del Mazo, quien acostumbrado a ceñirse al gobierno federal, cedió la infraestructura de aquél, y el Coronavirus lo tomó con las manos en la puerta.
El resultado exhibe un torpe desempeño del sistema de salud. De nada sirvió el ejemplo visto en los continentes asiático y europeo semanas antes.
Hasta entonces, la actuación del mandatario estatal había sido gris, su área de prensa parecía más que había sido construida por sus enemigos, que por su equipo, porque lo tuvieron gran parte del tiempo entre algodones, fueron muy escasos acercamientos con la prensa y casi no se le veía en actos públicos.
De alguna manera Alfredo Del Mazo se sacudió el polvo y salió al frente de su equipo para tranquilizar a los afligidos ciudadanos mexiquenses que se encontraban tan necesitados del aliento que pudiera ofrecerles su líder, que le resultó más sencillo, tal vez de lo que imaginaba, para reposicionarse en aceptación.
Es tan noble el pueblo, que inmersos en la incertidumbre responden de buena forma a quien les tiende la mano, sin embargo; la limitada capacidad de respuesta del gobierno estatal, provocada por los recortes lucía insuficiente, los programas sociales, como el de la tarjeta rosa aliviaron en algo el desconsuelo, pero no era suficiente.
El ejecutivo estatal tuvo que echar mano de políticos de probada trayectoria para poder sacar lo que resta del sexenio, que más bien parece que el PRI, su partido, se prepara para entregar la plaza. Y entonces, intenta evitar en lo posible futuros problemas, porque ya sabe que sin pruebas, la sentencia mediática los acecha.