En estos tiempos de la era digital y de plataformas multimedia, de la inmediatez y los “prosumers” –término acuñado por Alvin Toffer en su obra “La tercera ola”-, han provocado que comunicar sea un reto sumamente complejo y de alta demanda.
Actualmente, las dinámicas vertiginosas para producir y distribuir mensajes en las redes socio-digitales han generado que –literalmente- en cuestión de minutos, un contenido se convierta en tendencia en un amplio sector de la sociedad. Por ello, los medios, ahora llamados “tradicionales” (prensa, radio y televisión) han tenido que allegarse de profesionales –generalmente muy jóvenes- para observar esas tendencias y recuperar los contenidos que surgen en el terreno digital, para “no perder la nota”.
Incluso, se advierte que esos medios “tradicionales” deben competir en la rapidez para generar contenidos, aunque no necesariamente estén plenamente identificadas las fuentes de información y confirmados los datos o hechos que se señalan. Las y los periodistas, estén en una pelea “minuto a minuto” para ganar la primicia o, al menos, no quedar rezagados en la distribución de contenidos. También ha significado la necesidad de modificar las rutinas de producción de información.
Han surgido “operadores” e incluso empresas que ofrecen servicios para manejar las redes socio-digitales, incrementar el número de seguidores y activar hordas de fanáticos “aplaudidores” que den “likes” permanentemente o que ataquen a quienes se consideran enemigos o rivales, y se ha propiciado el surgimiento de “bulos”, “noticias falsas” o “fake news” que desorientan a la sociedad.
Y ahí, justo en ese entorno es donde se hace comunicación, con énfasis en lo digital, que es un terreno “fangoso” donde no se puede controlar el terreno ni identificar con claridad a quienes detonen descalificaciones o ataques, y donde los “seguidores” no necesariamente significan apoyo real “en tierra”, con la gente “de carne y hueso”.
Sin embargo, muchas de las áreas de comunicación –tanto públicas como privadas- no han podido adaptarse a las circunstancias, y no todos los medios de información han tenido las condiciones económicas, materiales y humanas para desarrollar sus plataformas multimedia que sean lo suficientemente dinámicas y que logren la credibilidad suficiente entre la sociedad.
Los retos son diversos. Parece necesario que los “medios tradicionales” impulsen trabajos más profundos, que sean lo suficientemente ágiles y atractivos para atraer a las nuevas audiencias que se caracterizan por consumir contenidos más breves y llamativos. También será necesario que se valore el realizar alianzas estratégicas que les permitan ampliar su cobertura y enfrentar las llamadas “fake news” o desarrollar investigaciones con mayor impacto.
Por otra parte, es urgente redefinir las competencias que se demandan en el campo profesional de la comunicación y comprender que no es posible responder con modelos que hace 10 o 15 años eran suficientes y completos.
Finalmente, habría que impulsar entre la sociedad la “alfabetización multimedia”, que se refiere a la habilidad para localizar, analizar, organizar, entender y evaluar información utilizando la tecnología digital, de manera que abonemos a una sociedad más crítica y reflexiva ante el bombardeo de contenidos al que todo el tiempo estamos sujetos.
PERCEPCIÓN
Un acto de absoluta honestidad o de tremenda torpeza, la confesión de la diputada federal por Morena, Abelina López, de haber entregado un soborno de 20 mil pesos para seguir un proceso judicial. Claro ejemplo de la importancia de saber cómo comunicar, pero ya adquirió fama nacional ¿o esa era la idea?