La pandemia por el COVID19 pegó a muchos sectores de la vida económica de nuestro país.
Un sector que también fue duramente golpeado fue el de las sexoservidoras quienes han señalado que la baja de sus clientes cayó hasta en un 90 por ciento lo que las ha puesto en una verdadera crisis.
“El trabajo es 100% contacto, y existe miedo, no hay clientes”
Reconocieron que algunos centros de trabajo como los llamados table dance aunque ya han abierto sus puertas de manera discrecional, el aforo de personas es mínimo, así como el gasto que realizan los clientes.
Coincidieron que son un sector olvidado, pero siempre señalado.
Ruby tiene 33 años desde los 17 años se ha dedicado al trabajo del sexo servicio, desde el inicio sabía que tenía que ahorrar ella misma para su retiro, pues un día la edad la alcanzaría y la belleza ya no la acompañaría; sin embargo, nunca contó con la parálisis de la economía que la obligó a sacar sus pocos ahorros para sobrevivir sin trabajar.
Johana tiene 43 años, ella es de un estado costeño, se dedica al sexoservicio para poder costear los gastos de sus hijos, durante la pandemia era pagar la renta o la comida, pues todo lo que ganaba lo enviaba a casa.
La vida de una mujer de la llamada vida galante no es tan galante, pues en esta pandemia han pasado hambre y aveces no han tenido donde dormir, coinciden que son un sector de la población que parece no tener derechos.
“El trabajo no es fácil, existen clientes que no son agradables, cuando te toca uno con el qué haces química todo está perfecto, pero el trabajo es dar placer y nos toca de todo, nos toca aguantar de todo”
El sexo servicio que se presta en un table dance es más seguro pues ahí existe quienes las cuidan, a diferencia de la calle que aunque también hay gente vigilando no existe tanto control.
Ellas son mujeres, que como dicen son olvidadas de la sociedad, porque pareciera que no existen derechos y menos un apoyo que las ayude a sortear la crisis de la otra pandemia.
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