A unas semanas de que inicie formalmente el proceso electoral en el Estado de México, para que el próximo año se renueven –o reelijan- autoridades municipales, la legislatura estatal y la Cámara de Diputados federal, comenzaron las acciones de desgaste y confrontación al interior de las diferentes fuerzas políticas y entre ellas mismas.
Quienes aspiran a competir en las elecciones de 2021 han iniciado su operación “en tierra” y a pesar de las condiciones que significa el alto número de contagios por Covid-19, algunos actores políticos han decidido arriesgar su salud -y de quienes son convocados- para buscar los apoyos que les permitan ser competitivos, primero en sus propios partidos políticos y, después, en la elección constitucional.
Los cabildeos con quienes “toman las decisiones” para integrar las listas de candidatas y candidatos se han intensificado en los últimos días, y empiezan a perfilarse alianzas –como la que recientemente aprobó el Partido Acción Nacional (PAN)- para “hacer equipo” con los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD).
¿Quién diría que, en el caso del Estado de México, en 2011 se operó para impedir que el PAN y el PRD se unieran para la elección de ese año y derrotar al PRI? En aquella ocasión, incluso, desde la Secretaría General de Gobierno –junto con el entonces secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont- se instrumentó la firma de un convenio entre las dirigencias nacionales de Acción Nacional y el Revolucionario Institucional, encabezadas por César Nava y Beatriz Paredes, respectivamente, para impedir la alianza del PAN con el PRD en el territorio mexiquense.
Ahora, ante la elección de 2021 y la estable aprobación al presidente, Andrés Manuel López Obrador, se teme una nueva ola ganadora por parte de Morena, por lo que se ha decidido abrir el camino para que quienes antes eran rivales acérrimos, ahora encuentren las coincidencias y armen un bloque opositor que impida –a toda costa- que se mantenga el control de las legislaturas, tanto federal, como estatales, en todo el país.
La pregunta que surge en esta dinámica de alianzas y encuentros, es ¿si las plataformas ideológicas (sin aún puede hablarse de ellas) que sostiene cada instituto político podrán integrarse en una sola? ya que han mostrado diferencias profundas en algunos temas como los matrimonios igualitarios y la despenalización del aborto, por mencionar un par de ellos.
Es claro que la perspectiva del PAN, PRI y PRD consiste en ser prácticos y dejar de lado las diferencias ideológicas para encontrar los intereses que les permitan seguir siendo competitivos electoralmente, en un escenario en el que como partidos opositores en el ámbito nacional, no han logrado contener el control de la agenda que mantienen el presidente y su grupo político.
Habrá que preguntarse si las diferencias, que parecen diluirse en las dirigencias nacionales y estatales, desaparecerán en los barrios, las colonias y secciones del Estado de México, y si los actores políticos locales estarán en la misma disposición de ceder su oportunidad de competir por un cargo de elección popular, para dejarle el paso libre –y además apoyar- a quienes han sido sus rivales desde hace años.
Lo que sí es un hecho, es que esa voluntad de unirse le ha dado nuevos argumentos a la narrativa presidencial, para señalar –como ha sostenido desde hace años- que los tres partidos representan los mismos intereses.
“Mucha gente pensaba que eran distintos, incluso al interior de sus partidos, y ahora se está demostrando que no es así”, dijo el presidente hace tres días.
¿Qué opinará la sociedad al respecto? ¿Considerarán atractiva una fórmula en la que aparezcan el PAN, el PRI y el PRD como aliados?
¿Verdaderamente sería un modelo competitivo que les alcance para quitarle el control que ahora tiene Morena?
PERCEPCIÓN
La pelea al interior de la Universidad Autónoma del Estado de México en pos de la Rectoría, ya empezó a tomar un giro que hace años no se percibía, y las “campañas negras” un día causan estragos y al otro día… también. Viene un momento en el que la comunidad deberá asumir, más que antes, una gran responsabilidad.