Es el Día Internacional de la Mujer. Se festeja en todo el mundo el 8 de marzo. Ese espejo de día, en el que todas ellas, cuando nadie las ve ni las toma en cuenta, hoy tienen en el calendario su día. Mientras en todo el orbe se está celebrando la miseria humana de la mujer, en muchos, muchísimos países –por supuesto incluyendo el mío-, muchas de ellas se están muriendo de hambre y preguntándose, además: ¿qué le daré a mi hijo de comer para mañana?
Y siguen pidiendo el aborto legal y seguro; la no muerte de sus hermanas, la igualdad en los salarios; el no ser golpeadas, violadas, ultrajadas, denigradas.
Y en realidad mucha culpa de lo que nos pasa, la tenemos nosotras mismas. No educamos a nuestros hijos a que exista una igualdad entre sexos. Debemos cuidar a los 52 millones de mujeres que viven en nuestro país.
La verdad es que, si acaso desde 1975 se instituyó un solo día al año, dedicado a la mujer en el mundo, todos los días de todos los años, de toda la vida, deberían de ser el día de la humanidad.
Tengo ya muchos años en mi haber --y la verdad es que me ha dado muy buena vida la vida--. Yo me siento verdaderamente igual al hombre. Con la diferencia por supuesto de que yo puedo tener hijos. Así que, si me ponen enfrente a cualquier persona, tengo la posibilidad de hablarle de tú a tú, sin perturbarme y sin que me de miedo alguno.
Tuve la fortuna de que mis padres –ella y él- fuesen profesionistas. Que trabajaran juntos para que mi hogar tuviera todo lo bueno que siempre hubo. Que se apoyaran en las buenas y malas. Que fueran un equipo, una pareja, una forma de vida, buscando un objetivo en común. Que con esfuerzo y amor formaran a sus hijas.
Todos los días de toda la vida, para mí soy míos. Son días de la humanidad. Son días de la mujer que por orgullo y por honor llevo dentro. Y el recuerdo que tengo de haber sido desde siempre intuitiva en cuestión de afectos y desafectos, en fin, muchas horas de entrenamiento. Para poder ser una buena madre… Para poder ser una buena mujer, hija, hermana, esposa y compañera.
Estoy hablando de todas las mujeres que conozco dentro y fuera de este muy difícil mundo. Mexicanas muy probablemente que se lleven la Presea. Entusiastas, inteligentes y luchadoras.
Me lastiman mucho las mujeres muertas alrededor de la república. No puedo entender qué es lo que pasa. Yo no sé cómo esto sucede sin que nadie pueda pararlo. Eso sí merecería una llamada brutal de atención a la agenda pública.
Y de las violaciones, sucedan en donde sucedan, por supuesto pienso que son un acto que implica violencia, falta a los principios básicos y falta absoluta de valores morales y también de incapacidad afectiva: de congruencia con el alma, la voluntad y el espíritu de cualquier ser humano.
Y feministas o no, tienen la razón en no consentir que ningún violador sea sujeto de credibilidad en ningún partido político, bajo ninguna circunstancia. Ni menos siendo propuesto gobernador. Es inmoral.