El cambio climático es el gran enemigo a vencer en la lucha contra la sequía que afecta al Valle de México.
Los políticos y administradores mexicanos, desde hace años, están más preocupados por atender la inmediatez de los problemas, que el fondo y origen.
En torno al desabasto, sólo en dos momentos clave se realizaron grandes proyectos, que fueron: la creación de la Cuenca del Alto Lerma, en la década de los años cincuenta, y la construcción del Sistema Cutzamala, a principios de los ochentas.
En días recientes hemos escuchado o leído noticias sobre el desabasto y escasez de agua en varias entidades del país, pero mucho también en el Valle de México.
Hay que decir que el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX) envía 32 mil 100 litros de agua potable cada segundo. De estos, el Sistema Cutzamala provee al Valle de México 32 por ciento. El otro 68 por ciento se obtiene de vías subterráneas y pozos.
Aunque 32 mil litros parecen mucho, en realidad no es suficiente para abastecer a más de 21 millones de habitantes que requieren agua diaria para sus necesidades básicas de higiene y alimentación.
La recarga total de agua de los acuíferos de la cuenca del Valle de México es de cerca de 25 metros cúbicos por segundo; no obstante, lo que se extrae en realidad equivale a 55 metros por segundo. Esto quiere decir que lo que se recarga es menos de 50 por ciento de lo que se usa, lo que genera un déficit de 800 millones de metros cúbicos de agua potable por año.
El aumento de la temperatura global altera el comportamiento de los océanos y los ciclos de agua. En el último decenio, más de 90 por ciento de los grandes desastres naturales se produjeron a causa de inundaciones, tormentas, olas de calor, sequías y otros fenómenos meteorológicos, de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Un reciente informe del comité Nacional de Grandes Presas de la Comisión Nacional del Agua advierte que en toda la superficie de la cuenca del río Cutzamala se observó sequía entre moderada y severa.
El director general del organismo de Cuenca de Aguas del Valle de México, Víctor Bourguett Ortiz, detalló que el promedio de los tres principales embalses del Sistema Cutzamala (El Bosque, Villa Victoria y Valle de Bravo) se ubicó en 37 por ciento, muy por debajo del promedio histórico para estas fechas.
La falta de lluvia en lo que va del año agudizó la escasez que se prevé para los próximos meses.
Una familia promedio del Valle de México -además de pagar una tarifa mensual por agua potable, drenaje y saneamiento- gasta más de 4 mil pesos al año para compensar por los cortes recurrentes y otras deficiencias en el servicio.
Las familias que no tienen agua potable, tienen que pagar mucho más para poder bañarse, cocinar, lavar la ropa y quitarse la sed.
Si bien 91.6 por ciento de la población en el Valle de México tiene una conexión de agua potable en su casa, el servicio no suele ser regular.
Además de estos problemas, los habitantes de la zona ya consumen más agua de la que está disponible.
Volviendo al tema de la planeación y de las inversiones para resolver el problema, el pronóstico del informe “Agua urbana en el Valle de México: ¿Un camino verde para mañana?” es claro: si no se toman medidas, para 2030 serán necesarios tres sistemas como el de Cutzamala, que es donde se potabiliza y distribuye el agua para el Estado de México y la Ciudad de México.
La respuesta debe ser integral. Es necesario pensar en una recuperación y manejo adecuado de las áreas de conservación; el uso de tecnologías para aprovechar las aguas residuales; impulsar proyectos de captación de agua de lluvia en la ciudad; invitar a más gente a organizarse para detener la crisis climática; mejorar la gestión del agua en coordinación con estados vecinos y reducir la inequidad social.
Si no cooperamos, preparémonos para una escasez de dimensiones graves.
