Tengan para que aprendan

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Publicado en Opinión

Tengan para que aprendan

Domingo, 05 Septiembre 2021 03:24 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

El tercer informe del presidente Andrés López Obrador ha cumplido con las expectativas, las cuales se pueden entender en dos vertientes; lo que querían escuchar los seguidores de lo que se hace llamar la 4t; y lo que ya imaginaban así sería por parte de los opositores al régimen, porque el discurso no fue distinto que el que normalmente se dice todas las mañanas en Palacio Nacional, y no tenía por qué serlo, las condiciones en el país no han cambiado después de tres años de gobierno.

Bien podría guardarse el video del mandatario recitando sus logros en el marco del tercer informe para repetirlo el próximo año, no cambiará mucho, aunque los asistentes puede ser que ya no sean los mismos. El caso de Julio Scherer, por ejemplo.

Pasaron muchos años en los que el primero de septiembre en sesión solemne del Congreso de la Unión se recibía al Presidente de la República, quien después de leer su informe de gobierno, emitía un mensaje a la nación. Esa fecha se le recuerda como “el día del presidente”. Sin embargo, los tiempos  cambiaron y la presencia del titular del ejecutivo federal en el recinto ya no ha sido posible por diferentes razones.

Ahora, y después del sexenio del expresidente Vicente Fox, son mensajes los que dirige el titular del ejecutivo, y se entrega, como en esta ocasión, por parte del titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Adán Augusto López, el informe presidencial en el pleno de San Lázaro.

Sin embargo, después de la lectura del documento que se le preparó al mandatario para su evento, no existió la posibilidad de hacer preguntas, puede ser lo único diferente de aquello que se ofrece todos los días en el salón Tesorería en lo que se insiste en llamar “conferencia de prensa”.

En lo que corresponde al presidente, es normal, porque así lo han hecho sus antecesores, que hable de sus logros, que resalte las cifras que mejor le convienen, y que exprese con jubilo  lo que considera vale la pena resaltar para presumirlo ante la nación.

No obstante, y con el afán de imponer una realidad alterna a la que existe, López Obrador ha exagerado en el manejo de las mentiras, presumió cosas que el gobierno federal nada tiene que ver con ellas, como por ejemplo; el récord histórico en las remesas; el aumento del índice de la Bolsa de Valores; las reservas del Banco de México; entre otras, y que le dio para rematar con la oración “tengan para que aprendan”.

La frase mencionada por sí misma refleja lo que en verdad ha sido este gobierno. Por encima de lo que dijo el presidente, aparece esa frase como bandera desplegada y que proclamó después de una serie de presunciones acomodadas convenientemente para poder lanzarla, pues antes de hacerlo fue interrumpido por aplausos, sin embargo, tomó vuelo de nuevo para soltarla porque la traía atravesada en el pecho, en su mente y en su corazón.

Analistas y políticos la han considerado de diferentes formas, que van de la decepción, a la sensación del insulto, y para algunos, demuestra que no se respeta la figura presidencial. Aunque para otros, el comentario cayó como un chascarrillo. Como una ocurrencia que de inmediato fue celebrada por aquellos que aún creen que López es el mejor presidente de la historia.

Pero también, puede ser que la propia oración encierre a un personaje que escurre en una sola frase un sentimiento lleno de rencor y resentimiento, muy a pesar de que al día de hoy se encuentra a la mitad de lo que cree es una transformación. Por eso dice que ha sentado las bases para la que se encuentra a la altura de la independencia, las leyes de reforma y la revolución.

Por otro lado, adelanta lo que bien podría tomarse como el deseo de tener una salida victoriosa, al señalar que ya se puede ir con la conciencia tranquila. Con lo que tal vez está aceptando que no logrará hacerlo en su gobierno como lo presumió al inicio; y por otra, que depende de quien continúe con su obra.

López Obrador asegura que lo hecho por su gobierno hasta el día de hoy, es tan sólido que logrará imponer su nuevo régimen, y que nadie más podrá llegar a destruirlo, lo ha dicho varias veces. Pero no toma en cuenta que una vez que deje el poder, nada ni nadie puede asegurarle que será cumplido su sueño.

No logra dimensionar que al llegar una nueva administración, aún si quien le corresponda dirigirla sea de su propio partido, le puede garantizar que será en los mismos términos que él la ha manejado. Por eso insiste en colocar a Claudia Sheinbaum a la cabeza de la carrera por la candidatura presidencial, porque considera que ella sí lo hará.

Aunque tampoco quiere aceptar la posibilidad de que quien lo sustituya, también sea vengativo y rencoroso, y empiece una persecución en su contra como resultado de su actuar al frente de la presidencia.

O que en todo caso, tal vez empiece a destruir lo que asegura son sus logros y avances, porque nada está escrito en el futuro, y al igual que el tabasqueño que vino a destruir las instituciones que se consideraban fuertes, otro más lo puede hacer; porque lo que si ha dejado como aprendizaje López Obrador, es que nada era tan fuerte como se creía.

Sí, el presidente Andrés López Obrador pasará a la historia y será recordado por generaciones, pero no de la forma en la que él sueña, la historia no le corresponde a él contarla, serán otros los encargados de hacerlo, y para cuando termine su mandato se descubrirá todo, no debe caber la menor duda.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio