Quien no se ha detenido ni un día de este 2021 a fin de concretar las alianzas y amarres que a partir del primero de enero le permitan consolidar su proyecto de gobierno para la capital mexiquense es Raymundo Martínez Carbajal, presidente municipal electo.
Lo mismo se ha reunido con secretarios del Edoméx, con lideres sociales, empresariales, incluso con expresidentes municipales, a fin de sumar fuerzas y minimizar las posibles diferencias naturales y propias del quehacer político.
Bajo el slogan de Trabajando Pie a Tierra, se ha mantenido vigente al ojo del escrutinio público, logrando sumar la confianza de quienes en su momento no le otorgaron el voto.
Se sabe de la fortaleza política de Martínez Carbajal. Por un lado, el respaldo del senador Eruviel Ávila, figura de gran peso, que pese a mantenerse en bajo perfil, es y será referente necesario en toda negociación al interior del PRI mexiquense.
Por otro lado, el espaldarazo que tiene del gobernador Alfredo Del Mazo, con el cual Raymundo logra unificar el respaldo de amplio número de actores políticos vigentes que le permitirán llevar a buen puerto proyectos como la ciclovía intermunicipal, misma que requerirá de la suma de voluntades de los alcaldes de municipios como Metepec, San Mateo Atenco y Zinacantepec.
Y la verdad es que ya era justo para nuestra Toluca; ya la capital estatal se merece un gobierno que tenga visión de unidad y proyecto a futuro para mitigar las dos grandes problemáticas que desde hace más de una década la laceran: la cabalgante inseguridad y la pésima situación de sus vialidades (nada más hay que darse una vuelta por delegaciones como San Lorenzo Tepaltitlán y podrán corroborar que hay mas baches que viviendas).
Confiamos en que, así como Raymundo Martínez ha logrado consolidar una imagen de político echado para adelante, consolide un proyecto que le dé a Toluca un lugar competitivo dentro del ranquin de capitales mexicanas con mejor calidad de vida.
Por cierto, esta columna sigue y seguirá de frente pese a los intentos por censurarla, porque una trayectoria pesa más que dos, tres o seis años en el “poder”. A la postre.