Las protestas de los grupos colectivos en los últimos años se han radicalizado no sólo en México. En otras partes del mundo las feministas también han tomado las calles, han roto cristales y han pintado monumentos y edificios públicos.
Eso tiene una explicación que, como no se ha hecho del conocimiento popular, entonces continúan estigmatizando este tipo de protestas como si fuera vandalismo. Algo muy lejano de la realidad.
Es común escuchar no sólo a políticos, sino a mucha gente hablar de que “deberían sancionar a las mujeres que `vandalizan´ las calles”.
Las protestas feministas son una forma de expresión válida, ante la cruda realidad de gobiernos que ponen en tela de juicio, diariamente, los testimonios de miles de mujeres y que fingen no ver ni escuchar las demandas a sus problemas. Impunidad constante.
Las manifestaciones de colectivos feministas se han caracterizado, decíamos, por la agresión contra oficinas públicas, algo que es muy diferente al vandalismo, aunque la mayoría de las personas piense que las expresiones de inconformidad los califiquen como tales.
Debe quedar claro que la fuerza de las feministas sólo va encaminada a la destrucción del arte, de una cultura, pero siempre con un motivo o intención. No es romper por romper o pintar por pintar, la motivación puede ser política, religiosa o, como en este caso, social, con el grito: ¡Justicia!.
El vandalismo, en cambio, sólo destruye por destruir. El acto no conlleva ningún tipo de motivación, es más un acto de barbarismo de quien lo realiza.
Llegado a este punto, le diré que hay una expresión que le da sentido a esta manera de expresarse públicamente, se llama ICONOCLASIA.
Esta forma de protestar se usa no sólo en México. Se ha utilizado por colectivos feministas en diferentes partes del mundo, porque se ha convertido en una postura ante la rigidez de los gobiernos a sus problemas, especialmente al creciente número de feminicidios, violencia doméstica y desaparición de mujeres. Insisto: impunidad.
Las feministas ejercen acción directa en contra de monumentos, calles y edificios públicos porque de esa manera expresan su enojo, frustración, preocupación y malestar por la pasividad de las autoridades frente a la realidad.
Y es que esto debe hacer que volteemos a la otra cara de la moneda, que luego olvidamos, ¿cuánto cuesta la vida de un ser humano?, ¿tiene precio?
La gente se enoja por los vidrios rotos de los edificios públicos. Se molesta por las pintas en lugares como el Palacio Legislativo, y luego algunos funcionarios insensibles hablan de los miles de pesos que tendrán que destinar para despintar, para recolocar vidrios. Claro, seguramente lo pondrán de su bolsillo.
Pero nadie se pone a pensar en miles de mujeres golpeadas, maltratadas, violadas o muertas, simplemente por ser mujeres.
Los colectivos feministas debieron recurrir a ese tipo de protestas porque, cuando lo hicieron de manera pacífica, sólo recibieron burla y desinterés de las autoridades. Podríamos contar tantas historias de impunidad y corrupción en la búsqueda de esta multicitada palabra, que guarda tanto detrás, JUSTICIA.
La iconoclasia llegó para quedarse en el espectro social, porque es la única manera de visibilizar los problemas de las mujeres, como género.
El diccionario de la Real Academia Española define a la Iconoclasia como “una Doctrina religiosa que rechaza el culto a las imágenes sagradas”, y también una “actitud de los que rechazan la tradición heredada y la autoridad de las figuras que la representan”.
Esta expresión, creada a partir de las voces griegas eikón, ónos (‘imagen’) y klásis (‘rotura, acción de romper’), es la preferida en el uso más culto: «Lo que se valoraba o maldecía en él era su iconoclasia, la insolencia con que las peores palabras malsonantes desplazaban en sus frases a las consideradas de buen gusto» (VLlosa Verdad [Perú 2002]).
Pero es frecuente y válida la forma `iconoclastia´, formada a partir del adjetivo iconoclasta: «En contra de la iconoclastia protestante, los teólogos trentinos defendieron la imagen religiosa como vehículo de incitación a la piedad» (Colorado Pintura [Esp. 1991]).
Esa es la explicación, podríamos decir técnica, de la palabra ICONOCLASIA. Espero que contribuya a sensibilizar a la sociedad sobre las protestas de los colectivos feministas y a mirar con simpatía sus demandas, eso ayudará mucho a comprender mejor la lucha.
Al respecto, les recuerdo la estrofa del Himno Nacional
“Antes, patria, que inermes tus hijos
Bajo el yugo su cuello dobleguen,
Tus campiñas con sangre se rieguen,
Sobre sangre se estampe su pie.
Y tus templos, palacios y torres
Se derrumben con hórrido estruendo,
Y sus ruinas existan diciendo:
De mil héroes (y le agrego heroínas) la patria aquí fue”.