A partir del primero de enero de 2022, el salario mínimo garantizado por el gobierno federal para los trabajadores será de 172.87 pesos, salvo en la zona libre de la frontera con Estados Unidos, donde será de 260. 34 pesos diarios.
Debido a que un gran sector de la población percibe por encima del mínimo, muchas veces la noticia no suele tener impacto; sin embargo, el salario mínimo funciona como “faro” o punto de referencia para otros aumentos en la remuneración económica, en especial cuando se lleva a cabo una renegociación de contrato.
Este incremento tendrá un impacto positivo para más de seis millones de personas, según la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, lo que significa que llegará a 1.5 millones más de trabajadores que en 2021, que fue de 4.5 millones.
En diciembre de 2020, cuando el país apenas se sobreponía de la primera gran ola de contagios por Covid-19 y se preveía una segunda, el acuerdo fue por mayoría y se pactó un aumento de 15 por ciento.
Este año fue distinto, pues desde hace meses la parte patronal acordó un mejor incremento, mientras que los representantes sindicales llevaron a la mesa uno de 25 por ciento y el gobierno anunció su disposición de respaldar algo significativo. Finalmente quedó en 22.
Se trata del aumento nominal más alto desde 1987, con lo que, según economistas, se alcanzará el nivel del poder adquisitivo que se tenía en 1985.
Hay que considerar que a este 22 por ciento hay que restarle 7 por ciento que se prevé de inflación anual al cierre del año, por lo que el real será de 15 por ciento.
¿Cómo se llega a esa cifra? La fórmula es la siguiente: en este momento son 141.70 pesos, a los que se le sumarán 16.90 pesos, correspondientes al Monto Independiente de Recuperación, lo que da una cifra de 158.60 pesos. Con respecto a esa cantidad se calculó 9 por ciento del monto que resulta de sumar dos puntos a la inflación anualizada, estimada en 7 por ciento, para que el aumento del salario esté por encima de ese indicador.
Ahora bien, en un informe del gobierno federal se afirma que este impacto también podría tener una repercusión negativa en la inflación, pues según el Banco de México “podría inducir a las empresas a subir los precios de los productos que ofrecen al consumidor ante un crecimiento generalizado en los costos laborales”.
Ese sería uno de los efectos negativos para el resto de la población, pues incidiría en el aumento de los precios de la canasta básica y presionaría la inflación a la alza.
Dicen los empresarios que, con este acuerdo, refrendan su solidaridad y el compromiso de mejorar el ingreso de las y los trabajadores, y superar, en el corto plazo, la Línea de Bienestar Familiar definida por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)”.
Dicen los empresarios que seguirán invirtiendo en México y trabajando para generar más y mejores empleos, impulsando estrategias que garanticen una mejor calidad de vida para los mexicanos.
Lo único claro de todo este galimatías técnico es que el aumento real será de 15 por ciento y se suma los aumentos logrados en 2019, que fue de 16.2 por ciento, y en 2020, que fue de 20 por ciento.
Por lo que corresponde a los salarios mínimos profesionales, también recibirán un incremento de 22 por ciento a partir del primero de enero del próximo año.
Y a todo esto, vale la pena señalar, finalmente, que la Constitución establece que el salario mínimo debe alcanzarle a una persona trabajadora para mantenerse así misma y a su familia, pero los cálculos indican que la manutención de una familia promedio de cuatro personas se logre con el ingreso de dos de ellas, así de sencillo.
Tenemos que estar preparados para un aumento indiscriminado en los precios, que ya se empezó a ver en los mercados y en las tiendas de conveniencia. Así son las cosas, no todo es miel sobre hojuelas.