Hace mucho, mucho tiempo se cuenta que tres sabios de oriente llegaron a Belén guiados por una estrella, y que ahí en un pesebre encontraron a un pequeño niño, a quién adoraron y agasajaron con regalos llenos de simbolismos, su historia ha llegado hasta nuestros días como Los Tres Reyes Magos.
Cabe mencionar que la palabra “mago” tiene una acepción distinta de la que actualmente le damos, siendo proveniente del persa en el que ma-gu-u-sha significa sacerdote, posteriormente llegó al griego en el que μαγοι hacía referencia a una casta de sacerdotes de origen babilonio, estudiosos de las estrellas en su afán de búsqueda de Dios, más tarde llegó al latín, convirtiéndose en Magus, de dónde llegó al español.
Es sólo en el Evangelio de Mateo –de entre todos los evangelios canónicos- que se menciona a estos “Magos”, omitiendo mencionar sus nombres, ni que pertenecieran a la realeza, ni en qué cantidad acudieron. A partir del siglo III se les dio carácter de Reyes por el tipo de regalos que entregaron y la cantidad de tres fue consecuencia del número de presentes ofrendados, anteriormente existían dibujos que mostraban desde dos hasta doce en cantidad, diciendo que sería igual número al de los apóstoles y las tribus de Israel.
El mosaico de San Apollinaire Nuovo –del siglo VI- es el culpable de los nombres que les fueron atribuidos, ya que en él se distingue a los tres sabios, con sus nombres por encima de ellos. El rey Baltasar obtuvo su tez morena a partir del siglo XV, cuando además de representar diversas edades, se mostraron las tres razas de la Edad Media, siendo Melchor representante de Europa, Gaspar de Asia y Baltasar de África.
Convertir la a la noche de Reyes -noche anterior a la Epifanía– en una fiesta de corte infantil es una tradición decimonónica iniciada en España, como acto de imitación de lo realizado en otros países durante la Navidad con el homenaje a San Nicolás.
Nuestra mexicanidad incluye en esta celebración escribir una cartita, en donde los pequeños hacen peticiones muy claras de juguetes que desean, -que tristemente en muchos casos se ha convertido en una apología del consumismo y de la permisión de algunos padres– colocarla en el zapatito del niño en cuestión o en el árbol navideño en su defecto y esperar pacientemente para que los deseos se vean concedidos.
La magia, entendida como la posibilidad de lo imposible debe ser parte fundamental de la infancia de todo ser humano ojalá que seamos capaces de recordar que la cualidad de los Reyes Magos no debe ser satisfacer afanes de mercadotecnia, sino brindar a los niños un espacio digno en el mundo en el que puedan tener un desarrollo integral que permita que se conviertan en adultos sanos en todos los aspectos.
Por mi parte deseo a todos y cada uno de ustedes que nos ponga en contacto con el niño que alguna vez hemos sido y que seamos todos bendecidos con Paz, Amor, Sabiduría, Humildad, Empatía, Solidaridad, Libertad, Responsabilidad y Respeto.
Que sepamos ser UNO con el UNIVERSO y ser responsables de dejar el lugar que habitamos mejor que como lo encontramos al llegar…
Mientras tanto: ¡Vámonos a VIVIR!
@PalomaCuevasR
Paloma Cuevas Ramos es humanista, sapiosexual, docente durante más de 22 años, columnista, escritora y locutora en temas de Cultura, Política y Erotismo. Corresponsal del programa “A Medios Chiles” de #LaPayolaRadio. Promotora y gestora cultural incansable. Madre y cómplice de los Tres Mosqueteros. Amante declarada de México, el buen café y la verdad sin anestesia.
