La primera respuesta

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Publicado en Opinión

La primera respuesta

Lunes, 02 Mayo 2022 01:00 Escrito por 
Hugo Antonio Espinosa Hugo Antonio Espinosa Sin riesgos

“La primera instancia de actuación especializada, corresponde a las Unidades Internas de Protección Civil de cada instalación pública o privada, así como a la autoridad municipal o de la demarcación territorial correspondiente que conozca de la situación de emergencia”.

Artículo 21, Ley General de Protección Civil

¿Recuerda la última ocasión en que sus actividades cotidianas fueron interrumpidas por una emergencia? Le quiero invitar a reflexionar sobre esos hechos inesperados que cuando ocurren lo cambian todo y nos ponen a prueba. ¿Está usted preparado? Venga. Imagínese usted que está de vacaciones en una ciudad que le gusta mucho, hospedado en un bello hotel de 8 pisos de altura, específicamente en la habitación 503 –en el quinto piso– y es su tercer día de cinco que programó para vacacionar. Además de su habitación, usted ya ha visitado el restaurante, el bar, la piscina y el estacionamiento del hotel. Todo bien.

Es de noche, hace calor y va a darse una ducha, pues ha sido un día de intensa actividad y goce en familia. Las vacaciones van muy bien. De pronto alguien llama a su puerta con insistencia, sin usar el timbre mediante golpes fuertes; escucha del otro lado que hay que desalojar el edificio porque hay un incendio. Cuando abre la puerta usted se percata que las personas están saliendo rápidamente –algunos en pijama–, usted no sabe qué hacer pero su instinto le obliga a salir de inmediato junto con sus seres queridos; no sabe si trae consigo el teléfono, la cartera, las llaves del auto –imposible agarrar la maleta y recoger cosas– pero instintivamente ya está bajando las escaleras de emergencia que nunca antes había visto y que jamás imaginó conocer; no hizo falta buscar los señalamientos de salida de emergencia, ni tomar un extintor, ni saber si alguien con chaleco color naranja, casco y silbato está coordinando la salida –como en los simulacros de cada año–; usted no sabe cómo pero se ocupa agitadamente de descender, junto a sus seres queridos, hasta el final de la escalera que, por fortuna tienen barandal, nada obstruye su paso y están iluminadas. Nunca pasó por su mente la frase de “No corro, no grito y no empujo”.

Lo logró. Ya está en la calle. ¡Uf! Abraza a sus familiares; echa un vistazo y están todos. Se han salvado. Enseguida mira hacia arriba y no ve nada aterrador como en las películas –la clásica escena del edificio ardiendo–; aún no llegan los bomberos y las luces de las patrullas de la policía iluminan las caras desconcertadas de los huéspedes plantados al pie del edificio. Se percibe un caos sobre la acera y el arroyo vehicular. Se escucha un intenso barullo. Los policías no logran retirar a la gente que se acumula al pie del Hotel y obstruyen el paso de los vehículos –¿Por qué no han cerrado la calle? ¡Quién pone orden, caray!–; usted comienza a pensar en sus pertenencias que se quedaron dentro de la habitación, entre ellas su teléfono celular, que se estaba cargando (ahora está incomunicado), pero afortunadamente trae consigo su cartera y las llaves del coche para moverse.

Siguen saliendo personas del hotel y a lo lejos se escuchan las sirenas de los cuerpos de emergencia. Nadie acordonó la zona con cinta amarilla, ni están dirigiendo a las personas hacia un lugar seguro con banderolas y altavoces –como cada año en los simulacros–; en medio de un mar de curiosos que toman video con sus teléfonos y obstruyen la calle, llegan los bomberos, protección civil y ambulancias. Con gritos, los policías intentan retirar a la gente; nadie les ayuda y los curiosos no hacen caso. Muy pocos  toman conciencia y se retiran.

Los vulcanos –como se les conoce a los bomberos– comienzan a desplegar sus equipos y herramientas sobre el piso, extienden mangueras, corren, entran y salen. “El incendio está dentro de una bodega del hotel donde se guarda material de limpieza y papelería”, informa un bombero al Comandante de la operación. Los paramédicos atienden a un par de personas con crisis nerviosa. Siguen sin verse personas con chaleco, casco y silbato, como en los simulacros de cada año, ayudando y tomando lista de las personas evacuadas por piso, por área de trabajo, por habitación. ¿Cómo saber quién falta por salir del edificio? ¿A quién se le pregunta? Nadie toma iniciativa, todos están en espera de recibir instrucciones, pero no llegan. ¿Qué va a pasar con las pertenencias que se quedaron adentro? ¿Qué otros riesgos pueden presentarse? ¿Una explosión? ¿Caerán objetos de la parte superior del edificio? ¿Dónde nos resguardamos?

Los cuerpos de emergencia en el lugar deben dedicarse a extinguir el incendio, realizar labores de búsqueda y rescate, atender a los posibles heridos; delimitar zonas de riesgo y verificar potenciales peligros que agraven la situación, pero se ven interrumpidos y distraídos por imprudencias de personas que no se quieren retirar, que estorban –incluso algunos quieren entrar, arriesgando su vida– y entorpecen las acciones, desconociendo que la mejor manera de ayudar en una emergencia es  retirarse y ponerse fuera de riesgo… 

Por razones de espacio detenemos aquí esta breve crónica. La protección civil somos todos, se suele decir. No obstante, los ciudadanos en el pleno ejercicio de su libertad no están obligados a participar en la atención de emergencias, ni a ayudar, mucho menos si no saben cómo hacerlo; la ley no los obliga. Es aquí donde entra la labor de los primeros respondientes, es decir de las personas que sí saben qué hacer en una situación de emergencia, que están capacitados y adiestrados para dar la primera atención especializada; los primeros en llegar a la escena de emergencia con capacidad de respuesta, la cual es vital por su inmediatez y la eficacia de su acción.

Estamos hablando de los primeros respondientes que están dentro del propio inmueble en donde se presenta la emergencia. Sí, nos referimos al cocinero de la planta baja del hotel, que se capacitó como Jefe de la Brigada de Control y Combate a Incendios y de inmediato cerró las llaves de paso del suministro de gas y llamó a los bomberos en cuanto sonaron los detectores de humo instalados en la bodega de papelería; estamos hablando de las Camareras del Piso 4 y 6, que fungen como Jefas de la Brigada de Evacuación y con mucha rapidez ayudaron a desalojar los cuatro pisos superiores (del 4 al 8), ayudándose de silbatos y linternas para guiar a los huéspedes por la ruta de evacuación; nos referimos al Conserje y el Afanador que son responsables de bloquear los elevadores y cortar los suministros de energía eléctrica en áreas no sustantivas durante la emergencia y que diario hacen recorrido –mañana, tarde y noche– de las rutas de evacuación, de las salidas y escaleras de emergencia, vigilando que no estén obstruidas, señalizadas e iluminadas permanentemente.

Nos referimos al instructor del Gimnasio y al Paramédico que funge como Salvavidas en la alberca y encabezan la Brigada de Primeros Auxilios, quienes de inmediato se colocaron su chaleco distintivo, tomaron su botiquín, camilla y desalojaron el estacionamiento y colocaron el puesto de primero auxilios a una cuadra del hotel para brindar atención primaria a los posibles lesionados; nos referimos al Gerente del hotel, quien tomó su chaleco, su Megáfono, un portafolios con documentos legales y técnicos del edificio y se comunicó de inmediato con el dueño y el representante legal para informarles del siniestro; nos referimos al personal de la Recepción de Hotel, quienes desalojaron la Planta Baja, el Primer Piso y garantizaron la apertura de todas las puertas de acceso para un desalojo masivo y comenzaron a tomar registro de las personas evacuadas (ya afuera del edificio, a una cuadra de distancia del inmueble, en donde decidieron instalar su zona de menor riesgo externa–; nos referimos al personal de seguridad interna del hotel que, con su propia cinta amarilla, acordonaron la zona, desviaron el tránsito de vehículos –en apoyo a los policías– y garantizaron que los evacuados se condujeran a la zona de menor riesgo… Todos ellos son Primeros respondientes. ¡Qué maravilla!

Una primera respuesta eficaz como la que se describe le puede salvar la vida a muchas personas; evitar que los efectos destructivos provocados por el agente perturbador se incrementen y liquiden el patrimonio del propietario (fuego, agua, electricidad, etc.). La buena organización de la primera respuesta, oportuna y eficaz, pueden interrumpir una serie de eventos concatenados que agravan de un minuto a otro una escena de emergencia. ¿Se imagina usted? ¡Si todas estas acciones se desarrollan antes de que lleguen los bomberos y protección civil les facilitará a estos el control de la situación!

¿Cual es la responsabilidad del dueño o encargado del inmueble, instalación o espacio donde se está desarrollando una situación de emergencia? Básicamente, cumplir con la ley, hacer lo que le corresponde y, antes de experimentar una situación real, ya se preparó previamente para ésta. ¿Cómo? Muy sencillo, a través de la Unidad Interna de Protección Civil (UIPC) que debe estar constituida legalmente dentro del inmueble[1] –en este caso, un hipotético hotel– y que debe elaborar y operar el Programa Interno de Protección Civil (PIPC)[2] y, a través de las Brigadas de Emergencia–. Sí, leyó usted bien, todo esto es obligación del hotel–, para prestar auxilio o primera respuesta ante una emergencia y salvaguardar la integridad de los usuarios y empleados dentro del inmueble. Aunque parezca increíble, lo que describí en el párrafo anterior es lo que la ley exige a los propietarios de inmuebles de mediano y alto riesgo.

Las brigadas de emergencia[3] adscritas a la UIPC deben estar capacitadas y adiestradas para dar esa primera respuesta y auxilio que es vital para salvar la vida, los bienes y el entorno de las personas (incluidos todos: usuarios, empleados, proveedores y propietarios) alojadas en su interior. Tener una UIPC y un PIPC es una obligación legal para quien presta un servicio comercial de mediano o alto riesgo[4], en este caso el servicio de alojamiento, cuya apertura y prestación de servicios depende de una Licencia de Funcionamiento que expide la autoridad local –municipio o alcaldía–, la cual no puede ser otorgada si carece de este elemento imprescindible para proteger la vida y el patrimonio.

La Ley General de Protección Civil (LGPC), publicada el 6 de junio de 2012, cumplirá 10 años de vigencia en este 2022 y todavía no hemos alcanzado a desarrollar una cultura sólida de autoprotección y de corresponsabilidad para la prevención de riesgos y atención eficaz de emergencias. Para que una ley se haga costumbre –y no al revés– se requiere de tiempo y esfuerzos colectivos para su cumplimiento, sin embargo, nuestra LGPC es moderna y bien enfocada a la prevención, corresponde a los ciudadanos y a la autoridad exigir y sancionar, respectivamente, su cumplimiento.

¿Sabe usted si la escuela de sus hijos, su centro laboral, el gimnasio, el cine, el salón de baile, la plaza comercial o su supermercado favorito tienen un Programa de Protección Civil y Brigadas de emergencia? Pregunte, solicítelo, pida que se lo muestren –es información pública– para que usted se sienta más seguro. Si no tiene respuesta o no se lo quieren mostrar, cambie, busque una  opción mejor y, si gusta, por favor también denuncie.

Recuerde que el espacio más seguro lo hace usted. ¡Cuídese! ¡Que su semana sea de éxito!

Hugo Antonio Espinosa

Fue Director del Heróico Cuerpo de Bomberos de Toluca,

Subdirector de Protección Civil e Inspección en la SCT Federal.

Actualmente es Subdirector de Emergencias en el Valle de Toluca, en la Coordinación General de Protección Civil, EDOMEX

@CmdtEspinosa

cmdtespinosa

 

[1] Artículos 2, fracción LVI, 39, 40 y 78  de la Ley General de Protección Civil y la normatividad estatal y municipal que de ésta emanen.

[2]  Artículos 2, fracción XLI, 39 y 40  de la Ley General de Protección Civil y la normatividad estatal y municipal que de ésta emanen.

[3] Artículo 2, fracción VI de la Ley General de Protección Civil y la normatividad estatal y municipal que de ésta emanen.

[4] Consultar el Bando Municipal y la Ley Estatal de Protección Civil correspondiente para identificar los giros económicos que por su actividad o impacto urbano son generadores de mediano y alto riesgo.

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Hugo Antonio Espinosa

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