Hace no mucho tiempo, en una galaxia no muy lejana, esto es, en el entonces Distrito Federal, un brillante amigo -desgraciadamente ya fallecido, de cuyo nombre sí quiero acordarme, el paisano José Juan Dávila Sota oriundo nada menos que de Saltillo, Coahuila- gran lector y profesor especializado en literatura inglesa, al igual que su cónyuge que afortunadamente le sobrevive, la espléndida traductora de esa misma literatura de habla inglesa, la maestra Eva Cruz, paradójicamente me recomendaron leer al italiano Leonardo Sciascia. ¡Fue un hallazgo!
En busca del recomendado autor de novelas policíacas me topé con los libros del destacado escritor, editor y periodista mexicano Federico Campbell Quiroz, desafortunadamente fallecido hace cuatro años. Entre su vasta obra, destacaron para mí precisamente las entrevistas que Campbell hizo a Sciascia allá en Sicilia, su tierra, y que lo motivaron a escribir un estupendo ensayo: La memoria de Sciascia, Fondo de Cultura Económica, 1989, año en que murió el siciliano. Consta de 15 magníficos ensayos, una crónica de viaje por aquella región italiana y una entrevista con Sciascia, de quien fue amigo.
En ese visionario ensayo, en el que se entreveía el comienzo de la globalización neoliberal y su posterior cuasi “sicilianización” de México, Campbell analizó la obra del escritor siciliano, enfocado en los temas de la mafia, la sicilianidad, la hispanidad y los elementos comunes entre españoles, mexicanos y sicilianos.
Hablaba de Sicilia como metáfora del mundo contemporáneo: la “sicilianización del mundo” (es decir, el apoderamiento mundial, por las mafias) y la desaparición del Estado como rector de la economía y en ocasiones, hasta de la política debido a la penetración de la delincuencia organizada que cada vez está más organizada que el propio Estado o es su cómplice como se puede leer en la espléndida novela de Sciascia, Todo Modo. También se puede ver en película del mismo nombre con nada menos que Marcello Mastroianni de su principal protagonista, el Padre Gaetano.
Don Gaetano convoca en los años setenta del pasado siglo, en una antigua ermita habilitada como hotel de lujo y asentada en un aislado paisaje, a la élite dirigente de la política del partido de la Democracia Cristiana, de la industria y de la Iglesia italianas, para meditar mediante los ejercicios espirituales a los que San Ignacio de Loyola definía como «el todo modo… para hallar la voluntad divina».
Ese título hace irónicamente referencia al fundador de la orden católica de los jesuitas, según la definición que expuso sobre el significado de los ejercicios espirituales: “Todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocalmente y mentalmente y de otras espirituales operaciones que preparan y disponen al alma a quitar de sí todas las afecciones desordenadas y después de quitadas buscar y hallar la divina voluntad en la disposición de su vida para la salud de alma.”
Sciascia narra magistralmente el supuestamente ascético y espiritual retiro que se verá violentamente interrumpido por una serie de asesinatos. Construida como una novela policíaca, es en realidad un análisis y una crítica del poder político en la Italia de la década de los setenta del siglo XX (cuando, entre otras barbaridades, fue secuestrado y muerto el primer ministro del partido de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, del cual Sciascia hizo una valiente crónica), aunque la violencia mafiosa de aquella época puede extrapolarse a la actualidad y en muchos otros países.
Y con la Iglesia seguimos topando. Ahora sí, hablemos de Sorrentino y su primer serie de TV estrenada con gran éxito en 2016, El Joven Papa, que protagoniza el galán Jude Law en el papel de un ultraconservador pontífice de la Iglesia católica en tiempos modernos, retratando la historia del ficticio Pío XIII, cercano al oscurantismo.
El joven pontífice, en esta historia, intenta encajar en un puesto en el que las conspiraciones en el Vaticano están a la orden del día.
Se anuncia que una segunda serie llamada El Nuevo Papa está en desarrollo, cuya producción en Italia empezará a finales de 2018. Y Sorrentino contempla la posibilidad de hacer más adelante una bio película sobre el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi.
Sorrentino dirigió en 2008 la película El Divo, tragicomedia casi documental basada en la vida de Giulio Andreotti, quien prácticamente estuvo en el centro de la política italiana durante toda la segunda mitad del siglo XX, presente desde 1946 en el Parlamento, ¡siete veces ministro!, y desde 1991 hasta su muerte en 2013 senador vitalicio.
Andreotti era un amigo servicial de la Mafia siciliana que se aliaba con los políticos preferidos de los mafiosi, intercambiaba favores con ellos y hacía todo lo posible por los intereses de la asociación criminal; por ejemplo, protegiendo a los banqueros corruptos que blanqueaban los beneficios del narcotráfico (incluyendo al banco del Vaticano en tiempos del Cardenal Marcinkus, el mafioso irónicamente apodado el Banquero de Dios).
Como ven, hablar de política italiana es hablar inevitablemente del Vaticano. Andreotti se ligó a ella desde un principio cuando el Papa Pío XII, Eugenio Pacelli, lo recibía y congeniaron tanto que Andreotti tenía la libertad de darle consejos al Papa y responderle francamente, como cuando Pío XII se quejó de la portada de la revista “La Settimana Incom Illustrata”, juzgada demasiado poco púdica, e indicó que habría escrito una fuerte protesta a los propietarios: «Pero la propietaria es la Santa Sede», le respondió el siempre bien informado Andreotti al Pontífice enojado.
Andreotti no contó en vida todo lo que sabía pero lo que se sabe de él después de muerto es razón más que suficiente para negarse a llorar mucho por su fallecimiento.
Que el (ficticio) joven pontífice de la premiada serie de televisión tome el nombre de Pío XIII no es mera coincidencia. El personaje papal, sin embargo, está compuesto de este tipo de alusiones, retazos de otros Papas recientes y mucha imaginación y especulación sobre un futuro Papado.
En medio de todo eso, podrán disfrutar o sufrir truculentas escaramuzas de alta política, la aparición de excelentísimos cadáveres y una narración del controvertible Papa joven que nos muestran en esta recomendable serie también una faceta psicoanalítica a la vez que religiosa de muchos de los temas debatidos y debatibles de la actualidad y el futuro cercano.
Le juro que no se va a aburrir con ninguna de estas recomendaciones. Sobre todo, porque cualquier semejanza con la realidad mundial y mexicana en particular, no es mera coincidencia…