En la agonía sexenal, el gobierno federal está decidido a llevar al límite sus cálculos no de impopularidad debido a la nula representación, sino del desprestigio y casi muerte de la ciencia ficción. Justo cuando el concepto de “gobierno” se ha tornado algo más que impreciso, incluso hasta sospechoso como consecuencia de los vacíos evidentes en materia económica y de violencia sanguinaria, se da la puntilla a cualquier intento de un final menos tortuoso y apegado a los hechos.
Los recientes cambios en el gabinete del presidente Enrique Peña Nieto prueban ese empeño, donde se confirma que por muy corrupto que sea un político, no faltará quien lo promueva como honrado (además de él mismo, por supuesto).
Pocos podrían aprobar la presencia, por ejemplo, de Alberto Bazbaz Sacal como responsable del CISEN en la Secretaría de Gobernación (Segob), es decir, el área de “inteligencia” (espionaje). No haber detectado ninguna red de lavado de dinero como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y (des) Crédito Público, a pesar de que nuestro país es un paraíso para narcos y grupos criminales, es un mal chiste o el cumplimiento de una misión especifica.
Por ello, con justificada mofa un sector de la prensa dio a conocer que en México el sistema financiero es uno de los más vigilados, pero casualmente el lavado de dinero ha aumentado a cifras de escándalo: en noviembre pasado, un estudio de “Global Financial Integrity" ubicó a nuestro país como el tercero en el mundo con mayor flujo de capitales de procedencia ilícita, con un monto estimado de entre 50 y 60 mil millones de dólares al año.
Es de suponer que Bazbaz Sacal no se enteró de nada de esto, o si lo hizo, de menos dejó a los jueces sin la gloria de condenar a facinerosos, aplicarles la ley de extinción de dominio o decomisarles sus multimillonarios activos para aliviar las maltrechas finanzas nacionales.
En realidad, poco se podía y se puede esperar de alguien que como procurador de justicia del Estado de México hizo de un colchón el asesino intelectual y material de la niña Paulette, hecho sucedido en el año 2010 en el municipio de Huixquilucan, bajo las órdenes del entonces gobernador mexiquense Peña Nieto.
Las críticas por este nombramiento justifican la cantidad de tinta pues es un indicador de que los actuales ocupantes del poder público están dispuestos a andar en los terrenos de la ficción más grotesca en el tramo final, justo cuando está en disputa el Poder.
Curiosamente, medios informativos y comentaristas han enfocado sus baterías únicamente en el caso de Bazbaz y han dejado de lado su “análisis” en cuanto a la designación de Alfonso Navarrete Prida al frente de la Segob. Por desmemoria, ignorancia o, peor, por consigna, hasta le han colgado la etiqueta de ”eficiente” (lo que incluye su inadvertido paso como titular del Trabajo federal).
Porque si Bazbaz Sacal se inventó un “colchón asesino” como procurador y no vio a ningún lavandero de dinero ilícito, Navarrete Prida lo supera con creces en materia de ficción y fabricación de delincuentes “etéreos”. Desde el mismo cargo de procurador de justicia mexiquense que ocupó su hoy supuesto “subordinado” Bazbaz, Navarrete Prida protagonizó episodios que atentaron contra la buena ciencia ficción y hasta se regodeó de ellos:
Detuvo a 188 mil 670 sujetos de septiembre, de 1999 a agosto del 2005, “un promedio diario de 87, de los cuales a 122 mil 122 se les detuvo en flagrancia y a 66 mil 548 por orden de aprehensión”, se ufanó. “Se dio cumplimiento a un total de 98 mil 685 órdenes de aprehensión, lo que representa un promedio mensual de mil 100 mandamientos judiciales cumplimentados”, sostuvo, en un guión sacado de las peores series de lo “paranormal” pero que denominó “Balance de la Administración del gobernador Arturo Montiel Rojas en materia de Procuración de Justicia” (comunicado 778, PGJEM, 10-9-2005).
Lo sorprendente aquí no es la “eficacia” resaltada por Navarrete Prida ni la detención de 188 mil 670 sujetos; lo asombroso es que los penales del Estado de México, incluso sobrepoblados, apenas daban para no más de 18 mil internos, es decir, el 10 por ciento de los “infractores detenidos” por el procurador (de ese tamaño fue el histrionismo justiciero y la “producción de presuntos delincuentes”).
Además, Alfonso Navarrete no sacudió al país con las investigaciones que, dijo, realizó para solucionar el asesinato de Enrique Salinas de Gortari, hermano del ex presidente Carlos Salinas, ocurrido el 5 de diciembre del 2004, en Huixquilucan.
Y si Bazbaz Sacal se convirtió en el “procurador de colchonetas malvadas” con el caso de la niña Paulette, Navarrete Prida logró algo semejante con el asesinato de la regidora del PAN en Atizapán, María de los Ángeles Tamés (Marigely), sucedido el 5 de septiembre del 2001: resultó que el supuesto autor material, Jaime Martínez Franco, alías el “Jimmy”, estaba en una prisión de Hidalgo el día del crimen, pero él decía que era “muy escurridizo” y no lo encontraban (tal vez Bazbaz pueda hacerlo), armando un circo mediático para lucrar políticamente con el asesinato de una mujer.
También, Alfonso Navarrete quedó a deber la captura del alcalde priista de Chalco, Eulalio Esparza Nieto, acusado de peculado y extorsión por 4 millones 200 mil pesos. El edil fue ejecutado en el año 2006 en la Ciudad de México y aunque prófugo de la justicia hasta ese momento tras “huir” del Edomex, fue “consignado penalmente”, según las cuasi-memorias desmemoriadas del ex gobernador Arturo Montiel Rojas (2011) al cual, por cierto, Navarrete Prida no dudó en exonerar por enriquecimiento ilícito y peculado “pues los egresos coinciden con los ingresos”, dijo (capítulo para la “justicia durmiente” del sarcasmo chocarrero del “Charro Negro”, Germán Dehesa).
Ni Bazbaz Sacal ni Navarrete Prida llegaron a esos cargos precisamente para reinvidicarse o para cumplir las tareas propias de sus responsabilidades, sino para confirmarse (no son tampoco producto únicamente de imposiciones familiares).
Lo lamentable, de acuerdo con los antecedentes, es que la primera víctima es ya la ciencia ficción que, con estos nombramientos, recibe un duro golpe y esto es lo que caracteriza ya el tramo final.