Desde 2016 en todo el mundo se identificó el descontento de diferentes sectores de la población que dio lugar al arribo de modelos de gobierno “populistas”. La desigualdad provocada por la globalización unificó ira y resentimiento, tanto que -en el caso de México- generó una importante votación (30 millones de sufragios) a favor del proyecto que enarboló Andrés Manuel López Obrador.
“Los relegados por la globalización no solo pasaban por apuros económicos mientras otros prosperaban, sino que también tenían la sensación de que el trabajo que realizaban había dejado de ser una fuente de estima social”, explica Michael J. Sandel, filósofo de la Universidad de Harvard, en su obra “La tiranía del Mérito. ¿Qué ha sido del bien común?”, en la cual explica la manera como el modelo neoliberal dejó de mirar a un gran número de personas que han quedado a la orilla del camino.
Añade que quienes vivieron esa desigualdad consideraban que “A ojos de la sociedad, y puede que también a los suyos propios, su trabajo ya no significaba una contribución al bien común apreciada como tal”.
De manera similar a lo que ocurrió con Donald Trump en Estados Unidos, en México millones de personas -más de 50 millones que vivían en pobreza (y que siguen viviendo en esa condición, lamentablemente)- se identificaban con el mensaje político “de agravio y resentimiento” que transmitía (y reitera) el candidato López Obrador, y fue un indicador de que estaban dolidos por algo más que la situación económica.
En nuestro país, las recientes elecciones demostraron que las acciones del gobierno federal en programas sociales dieron resultado para obtener votos, utilizando los beneficios que actualmente entregan a la gente, como moneda de cambio para asegurar el apoyo hacia las y los candidatos de Morena.
De acuerdo con los estudios realizados por el diario El Financiero, a través de las encuestas de salida del pasado domingo, el impacto de los programas sociales fue muy relevante. Alejandro Moreno -experto en estudios de opinión, no el dirigente priista- explica que “Morena obtuvo un apoyo más alto entre los votantes que reportaron recibir beneficios de programas sociales, ya sea ellos directamente o sus familias”.
En Hidalgo y Oaxaca el voto de quienes obtienen esos apoyos significó 72 % en Hidalgo; 71 % en Oaxaca; 64 % en Quintana Roo; 55 % en Tamaulipas; 48 % en Durango y 46 % en Aguascalientes, de manera que, en promedio, el voto por candidatas y candidatos de Morena fue de 59 por ciento entre personas beneficiadas con esas ayudas.
Otro factor que influyó fue la aprobación del presidente, Andrés Manuel López Obrador, porque entre los votantes del pasado domingo promedió 65 por ciento en los seis estados, y en Quintana Roo y Oaxaca, ese indicador alcanzó 79 y 75 por ciento, respectivamente.
Por ello, tiene parte de razón el (aún) dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, cuando acusó una elección de Estado. Los datos de El Financiero podrían acreditar parte del dicho, pero ¿no operó así durante muchos años su partido?
Más allá de los dimes y diretes políticos, el escenario se torna complicado cuando se analiza información como la obtenida por El Financiero y se muestra que el gobierno de López Obrador “tiene la sartén por el mango”.
Por ello también se comprende que, en el Estado de México, el gobernador Alfredo Del Mazo Maza, haya decidido reactivar la entrega del “Salario Rosa”, porque es el programa baluarte de su administración que le ha permitido construir una red clientelar que “podría” operar a favor de su partido en 2023, ya que ha permeado de manera importante entre más de 500 mil mujeres mexiquenses… aunque la población femenina en la entidad se estima en 8.3 millones de ellas.
Lo que muestran los resultados de las elecciones del pasado domingo es, primero, que los programas asistenciales son una táctica efectiva para ganar elecciones, porque -lamentablemente- se sigue lucrando electoralmente con la pobreza, y segundo, que la aprobación del presidente sigue siendo un activo importante para ganar simpatías en el electorado.
Así, la oposición a Morena deberá pensar muy bien los pasos que darán con miras a las elecciones del próximo año en el Estado de México, porque al menos ellos iniciarán sus actividades electorales -aún cuando no ha iniciado formalmente el proceso electoral- en el Estado de México en unos días más, porque esta entidad puede ser la cereza de ese enorme pastel que empezó a preparar el presidente, desde el 1 de diciembre de 2018.
PERCEPCIÓN
Hay un acecho permanente a la libertad de expresión en México y una de las principales condiciones que pone en riesgo a quienes ejercen el periodismo, es la impunidad ante las agresiones, amenazas y homicidios que se cometen en contra de esas personas. Es la coincidencia del panel “Libertad de Expresión bajo acecho” que se realizó en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx, ayer, con motivo del Día de la Libertad de Expresión. Le invitó a consultarlo en https://www.facebook.com/UAEMex/videos/conversatorio-libertad-de-expresi%C3%B3n-bajo-acecho/728933578557675