Sin duda, la jornada electoral del pasado cinco de junio ha dejado mucho de qué hablar. Analíticos, actores, partidos políticos, y sociedad en general, hacen conjeturas y explicaciones sobre lo acontecido el día de la elección que colocó en disputa seis gubernaturas, principalmente.
Por un lado, la soberbia de Morena en voz de su líder, el presidente Andrés López Obrador, cuyo pronóstico fue que iban a dar una paliza a sus adversarios. Montado el tabasqueño en el resurgimiento de ese viejo régimen que dominó el Partido Revolucionario Institucional por más de 70 años, y que representa su nostalgia, para volver a vivirla y desde luego, él encabezarla.
Muchos analistas señalaron en su momento que tal predicción no sería posible porque se viven otros tiempos, a los de aquél partido hegemónico, pues la globalización del mundo no lo permitiría. Además de que México se ha ganado un lugar en el ámbito internacional difícil de ignorar.
Sin embargo, López Obrador ha demostrado a lo largo de sus primeros tres años de gobierno que ninguna estructura gubernamental es lo suficientemente fuerte como para no descomponerse, lo ha dejado en evidencia, materialmente en todos los ámbitos en los que el gobierno tiene injerencia. En política exterior, por ejemplo, ya debería estar claro cuál es el contexto que pretende imponer para la nación Azteca.
No existen las instituciones, de la misma forma, lo suficientemente bien cimentadas como para no permitir que sean debilitadas y sometidas por quien hoy por hoy impone su exclusiva voluntad. No hay ente en las diversas áreas que pueda resistirse al capricho del actual titular del ejecutivo federal.
Es por eso que con esa sonrisa sarcástica que lo pinta de cuerpo entero, puede salir a presumir diariamente que impone la agenda diaria y su verdad, por encima de la real. Cualquier cosa por la que se le haya acusado, señalado y culpado, carecerá de la mínima importancia, mientras le asista el micrófono y ese descarado cinismo que también lo caracteriza, no habrá forma de enfrentarlo en el terreno que mejor le conviene y que mejor maneja, el conflicto, el caos, la confrontación.
Pero presumir que la jornada electoral iba a reflejar una fuerza imponente que se reflejaría en una paliza para sus adversarios, tampoco se encontraba del todo apegado a la realidad; la materialización del triunfo en todos los estados en disputa. La coalición “Va Por México” formada por el PAN, PRI y PRD ganó dos importantes Estados; Aguascalientes y Durango, mientras que en las demás entidades se pudo observar cualquier cantidad de trampas utilizadas durante muchos años por el PRI y ahora por Morena.
Por cierto, tras la insistencia de presumir al lopezobradorato como algo nuevo, siempre es importante recordar, de nueva cuenta, que, su movimiento no tiene nada de nuevo, y los candidatos con los que ganó Morena lo pueden dejar en claro. No importa que se imponga la negación como defensa. No pueden mentirse. Morena está compuesta, pero no precisamente con lo mejor del PRI, PAN y PRD, se quiera o no aceptar.
Ahora bien, el debilitamiento que ocasionaron las publicaciones de los audios del líder del PRI Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, pegó con fuerza en su imagen y en la del partido tricolor, que de por sí traía arrastrando antecedentes nada favorables de cara a la defensa de los dos últimos gobiernos estatales que gobierna, Coahuila y el Estado de México.
La jornada del domingo debe poner a los líderes de todos los partidos de oposición, serios, a reflexionar, y darse cuenta que tendrán que tomar decisiones, tal vez muy dolorosas, pero necesarias, si es que en algún momento se preocuparon por la sociedad, o ésta es auténtica, porque de lo contrario, el avance de Morena será incontenible para conquistar de nuevo la presidencia en el 2024, con el riesgo de imponer por más tiempo su 4t.
Señalaba líneas arriba que no existe en la República ese fortalecimiento de instituciones que en un momento llegó a presumirse, y hoy, el país más que nunca, se encuentra en riesgo de sufrir un estancamiento histórico de decenios por delante, tal vez no más de los que lleva Cuba, sumida en el abandono, pero tampoco se puede presumir que serán pocos.
Independientemente de las acusaciones de la intervención de la delincuencia organizada en la jornada, existe un factor que debe ser más que relevante, es fundamental, la participación ciudadana. Alrededor del 40% salió a ejercer su derecho al voto, muchos de ellos, obligados por la amenaza del retiro de programas sociales, los clásicos sufragios conocidos como votos de hambre. No deberían enorgullecer a nadie.
Los demás que no asistieron y que representan aproximadamente el 60 por ciento, envían el mensaje claro y contundente, no se encuentran identificados con los candidatos, no se sienten animados a volcarse a las calles para ejercer su derecho, y motivar un cambio de rumbo; como ocurrió aquél no tan lejano año 2000, cuando ganó el expresidente Vicente Fox Quezada. Vale el recuerdo porque el PRI, dominante entonces. Echó mano de sus recursos y la votación en su favor no fue nada despreciable, solo que la oleada de conciencias venció la fortaleza del tricolor que en ese momento manejaba todo el poder del estado y desde luego, los programas sociales.
Por lo que se puede decir que solo los necios no pueden ver lo que el domingo pasado dijo la ciudadanía a través de su inasistencia a las urnas. No se sienten identificados ni motivados. Ese grueso de la sociedad que puede cambiar las tendencias y la historia, fue la que salió a votar para apoyar a Fox en su momento y es la misma que en el 2018 apoyó a López Obrador; y que hoy pretende desconocer porque cree que es él y su excelsa personalidad la que lo hizo ganar y no el hartazgo social. Debería analizarlo mejor porque sus 30 millones de votos que le dieron el triunfo no eran propios.
Los partidos de oposición tienen que tomar nota; si no cuentan con el acompañamiento de la ciudadanía para buscar al mejor perfil que les permita alcanzar el triunfo en los dos Estados en disputa para el año próximo, Coahuila y Edoméx, no tendrán oportunidad para el 2024, y entonces, vendrán tiempos oscuros.