Por sus venas corre sangre jalisciense, es ingeniera eléctrica y tiene 26 años de edad. El sábado pasado Katya Echazarreta hizo historia al convertirse en la primera mexicana en viajar al espacio: “mi deseo es que veas esta misión, creas en ti, y sepas que puedes ser el próximo”, expresó luego de hacer un viaje corto, de tan solo 10 minutos y cinco segundos de duración, pero histórico en términos de todo lo que representa.
Katya es una mujer de su tiempo. Fue elegida entre más de siete mil participantes provenientes de 100 países de todo el mundo, para formar parte de la misión espacial Blue Origin, empresa fundada por el multimillonario Jeff Bezos, que llevó en una misión privada a seis tripulantes a más de 100 kilómetros por encima de la superficie de la tierra.
“No se nace mujer, se hace”, escribió la pensadora Simone de Beauvoir, a quien me permito parafrasear para reconocer el legado que esta hazaña deja para todas las niñas de México y del mundo, un ejemplo a seguir, porque es también una historia de lucha y éxito que, a su vez, ha visto ejemplos luminosos en las figuras de Silvia Torres Castilleja o de Julieta Fierro Gossman en el ámbito de la astronomía.
No perdamos de vista que esta proeza va mucho más allá de un viaje: no es ni un regalo ni se dio por añadidura; es resultado un esfuerzo colectivo continuado a lo largo de los años por muchas mujeres, que no empezó ahora sino hace siglos y tardó en construirse y aún debe consolidarse.
El viaje de Katya es una reparación histórica para las mujeres de todo el mundo, su trayecto es el viaje de quienes alguna vez lo soñaron. Ahora el nombre de Katya se suma al de aquellas que marcaron la ruta como Gabriela Mistral, Frida Kahlo, Marie Curie, Rosario Castellanos, Juana Azurduy, entre muchas otras que reivindican que cada vez somos una sociedad donde la igualdad de género no es una idea casual, sino causal que se vive, que se respira y que se concientiza diariamente.
La mujer es revolución, es idea, es canción, es música, es arte y, en consecuencia, es porvenir. La mujer es decisión, presidenta, diputada, senadora, astróloga, astronauta, conciencia y razón; es la vena de muchas causas, es todo eso y mucho más. El destino está escrito cien años antes de nacer, la mujer de hoy se llama Katya Echazarreta y su viaje es un faro que ilumina el sendero de todas aquellas mujeres que van detrás de sus huellas para convertirse en las próximas hacedoras de historias.
