A mucha gente se le ha educado en la exigencia extrema, en el perfeccionismo y en el no poder fallar. Ya de por si la vida de hoy nos exige demasiado, y es que parece que para ser una persona exitosa y de alto valor hay que cumplir con todo y de forma perfecta.
Pero LA PERFECCIÓN NO SIEMPRE ES PERFECTA el buscar constantemente la perfección nos puede llegar a enfermar hasta el punto de la somatización.
Una persona perfeccionista vive constantemente con angustia y en modo alerta, no descansa, no relaja su mente, siempre está buscando un punto de fallo en lo que está a su alrededor.
Recuerdo a una paciente de Argentina hace algunos años, ella sufría mucho por ser tan perfeccionista y me comentaba en una sesión que si no fuera porque ya se estaba tratando ya estaría acomodando mi escritorio, los papeles, plumas y folletos que había en él. Ella era una mujer muy exitosa que trabajaba con varias de las agencias más importantes en México para la realización de comerciales. Conocía a gente muy importante de la industria y al parecer, tenía todo bajo control. Incluso a sus 45 años ya tenía pagados sus servicios funerarios y los de sus padres, ya tenía pagados los viajes de las siguientes vacaciones de sus sobrinas y obviamente los regalos para Navidad y Año nuevo para toda la familia, aunque para diciembre todavía faltaban varios meses.
Me sorprendía su capacidad para poder gestionarlo todo, sin embargo, ella no era feliz, llegó conmigo con una gran crisis de ansiedad, insomnio, dolores crónicos y disfunciones del aparato digestivo. En muchas de las sesiones en que la atendí ella se quejaba de la gente, sus jefes, sus trabajadores, la mentalidad mediocre y conformista del mexicano y su falta de responsabilidad. Y es verdad, en muchos puntos coincidía con ella, nuestra cultura mexicana aún tiene el estigma de la “mentalidad del cangrejo” donde parece que para avanzar un poco tienes que pasar por encima de los demás o peor aún, “si yo no avanzo ni soy feliz, tú tampoco tienes por qué serlo”. Y ni qué decir de la mentalidad que se viene sembrando desde hace algunos años donde gracias al gobierno que tenemos se nos viene inculcando una forma de pensar mediocre y conformista, no te preocupes mientras el gobierno te siga dando apoyos, tú mantente en donde estás, no hace falta que te prepares ni que te superes, con que tengas el mínimo indispensable, ¡Ya está! ¿Para qué quieres más?
Y es que hay una gran diferencia entre lo que es caer en el materialismo y otra muy distinta, quedarte en tu zona de confort sin buscar prepararte y avanzar simplemente para ser una mejor versión de ti mismo y tener una mejor vida...
Así que la realidad de la personalidad de mi paciente y su forma de pensar, se confrontaba y chocaba todo el tiempo con la realidad de la mentalidad de la mayoría de la gente en este país.
La verdad es que ella sufría mucho. En mis 14 años dando consultas he visto a muchas personalidades perfeccionistas, incluso yo por ser una persona PAS (Persona Altamente Sensible) llego a caer en grados altos de perfeccionismo que los tengo que mantener bajo control, pero nunca, nunca he conocido a una persona con tal grado de perfeccionismo como mi paciente argentina.
El perfeccionista es un gran segregador de cortisol y por lo tanto hace que tengamos Somatizaciones.
Somatiza en dolores de espalda, en padecimientos digestivos, en problemas de sueño, en temas de ansiedad, en tiroides, en problemas de piel, en temas de cefaleas y migrañas porque como el organismo está en constante alerta y no se permite un fallo, está constantemente sufriendo.
¿Y A QUÉ SE DEBE QUE SEAMOS PERFECCIONISTAS?
Puede ser por varios factores:
El primero, es que puede ser que tus padres sean perfeccionistas, han sido gente muy exitosa, o personas muy autoritarias que te exigían un alto nivel de hacer las cosas bien, tú te has criado en ese ambiente y por lo tanto tu voz interior te está todo el tiempo diciendo “no está lo suficientemente bien hecho, podrías mejorarlo, podrías tenerlo mejor ordenado”, etc. Y en lugar de estar disfrutando lo que tienes delante, tu cabeza está pensando en el pequeño negrito en el arroz que hace que no sea el absoluto “diez”.
Otro factor es que pudiste haber crecido en un ambiente donde solo te daban elogios cuando hacías las cosas bien y entonces por la necesidad que tienes de sentirte querido, haces las cosas absolutamente bien por el cariño que recibes.
O como te humillaban de pequeño y no te hacían caso y sólo hacían caso a los que sacaban buenas calificaciones, buscas esa validación porque tienes esa herida de la humillación.
Quizás eres una persona con muy baja autoestima, no te quieres lo suficiente y entonces buscas paliar esa parte de ti que no te gusta, buscando ser excesivamente bueno obsesionándote con el peso o con el físico. Suples otras carencias con alguna obsesión.
Hay gente que se da cuenta que cuando se exige muchísimo llega más lejos en la vida y esto es verdad, pero también es una realidad que esa lucha constante por conseguirlo todo a veces te lleva a empezar a desencadenar una enfermedad.
El perfeccionista que no es consciente de esto sufre muchísimo, porque claro, a veces no todo es perfecto y no todo está bajo nuestro control. Tenemos que perdonar nuestras equivocaciones e incluso las equivocaciones del de enfrente y aceptar que a veces surgen factores internos o externos que te impiden que las cosas salgan de la manera que tú te habías ideado en tu mente y que no pasa nada, tenemos derecho a equivocarnos.
Relajarnos en la idea de que si no podemos hacer las cosas bien y perfectas todo el tiempo, no quiere decir que seamos personas mediocres, al contrario, el grado en el que a veces llevamos las cosas nos está haciendo sentir tristes, somatizar y entrar en estados de ansiedad.
Trabajar nuestra autoestima y esa voz interior. ¿Cómo te tratas?
En la vida hay que aspirar a lo mejor siempre, pero sin obsesionarse.
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