Ayudar, servicio que todos debemos dar

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Ayudar, servicio que todos debemos dar

Lunes, 20 Junio 2022 00:50 Escrito por 
Hugo Antonio Espinosa Hugo Antonio Espinosa Sin riesgos

“Cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos."
Mateo, Evangelios, 7, 12

Cuando platicamos de protección civil, prevención de riesgos y atención de emergencias, siempre es oportuno reflexionar que, además de sus definiciones técnicas o legales, estos tres conceptos que acabo de mencionar –protección, prevención y atención– son esencialmente servicios. Sí, la acción o efecto de servir, de estar al servicio de alguien, ser de utilidad; de hacer algo en favor, beneficio o provecho de alguien en una determinada situación. Servicios que presta una entidad, organismo, empresa, grupo o individuo, dependiendo el lugar o condición en la que es proporcionado.

Son servicios que, como indica la Ley General de Protección Civil en su artículo 2, Fracción XLIII, representan una “acción solidaria y participativa” que la sociedad en su conjunto –sus tres sectores: público, privado y social– corresponsablemente realiza “para salvaguardar la vida, integridad y salud de la población, así como sus bienes; la infraestructura, la planta productiva y el medio ambiente”. En este orden de ideas, el servicio al que nos referimos puede ser un servicio público, privado o social, dependiendo de la situación y el carácter de la entidad que lo presta. Me explicaré enseguida.

Imagine una persona caminando por la calle. Es un transeúnte más sobre la acera; no importa su nombre, a qué se dedica, su edad, o su condición social. De pronto esta persona se desploma, cae al suelo y yace en la banqueta sin moverse (aparentemente por una enfermedad súbita). Un joven que observa la escena de inmediato se acerca y verifica la condición en la que se encuentra el afectado –es un hombre, adulto mayor, con evidente sobrepeso–. Al abordarlo, el joven revisa si está consciente y se asegura de que el hombre respire. Es afirmativo, pero está pálido y frío. Su respiración es lenta y apenas perceptible. No reacciona.

Rápidamente, el joven le pide a otra persona que se detuvo a ayudar, que marque el 9 1 1 desde su teléfono celular, pida una ambulancia y proporcione datos de ubicación y condiciones de la persona desmayada; enseguida, debido a la corpulencia del paciente, el joven lo coloca en una posición cómoda y segura que le facilite la respiración; uno de los meseros del restaurante que está ubicado a menos de 10 metros de donde se desarrolla la escena, llega con un botiquín de primeros auxilios y, entre los dos, toman los signos vitales del paciente e identifican que su latido cardíaco es lento, su presión arterial está muy baja y su glucosa también. “Si no llega la ambulancia a tiempo, este señor se nos va a morir por falta de azúcar, no puede deglutir y necesita glucosa vía intravenosa”, indicó el mesero al joven. “La ambulancia está en camino”, refirió la otra persona que activó los servicios de emergencia, en actitud de aliento.

Un par de minutos después, la policía llegó al lugar y confirmó vía radiocomunicación la cercanía de la ambulancia; los oficiales establecieron un perímetro de seguridad, brindaron resguardo en la escena y tomaron datos del incidente. Los jóvenes que atendían al paciente lo cubrieron con una manta para que guardara un poco de calor y aplicaron algunas maniobras en favor de aquel hombre en vilo para prolongar su esperanza de vida mientras llegaba el personal especializado.

Por fin llegó la ambulancia y el paramédico responsable recibió información de la condición del paciente en voz del joven que decidió auxiliarlo, explicándole detalladamente cómo le proporcionó los primeros auxilios y que hizo durante casi 20 minutos en el lugar, atento de la evolución del paciente. De inmediato subieron al señor aún inconsciente a la ambulancia y le administraron glucosa vía intravenosa y fue trasladado al hospital.

En menos de 20 minutos, un incidente médico fue atendido satisfactoriamente por la “acción solidaria y participativa” de tres ciudadanos con conocimientos, que brindaron desinteresadamente algunos minutos de su tiempo y su esfuerzo para auxiliar a otro que cayó en desgracia. Asimismo, la oportuna llegada de los servicios municipales de emergencia (ambulancia y policías) que hicieron bien su trabajo, contribuyó al logro del objetivo: “salvaguardar la vida, integridad y salud de la población”.

Entonces, como se dijo al principio, proporcionar un servicio de emergencia no es necesariamente exclusivo del personal que se dedica profesionalmente a ello, ni es menester recibir un pago o beneficio por prestarlo. Así, todos los días, ciudadanos anónimos entre sí, prestan y reciben servicios de auxilio, generalmente cuando menos se lo esperan. Es ahí en donde corresponsablemente ciudadanos y servidores públicos se coordinan para salvaguardar la vida de otros en situación de urgencia. Esa es la esencia de la protección civil. El privilegio de ayudar.

Así como hay quien lo hace por voluntad y otros porque es su profesión, existe un segmento de la población que lo hace por obligación y por mandato de ley. Son los empresarios y los funcionarios responsables de los inmuebles e instalaciones públicas que, en aras del lucro o de la prestación de un servicio público, están obligados a garantizar la seguridad de las personas que se alojan dentro de sus instalaciones. Una escuela, un restaurante, un hospital, una sala de conciertos, un estadio, un mercado, sean públicos o privados, deben contar con un Programa Interno de Protección Civil, una Unidad Interna de Protección Civil y Brigadas de Emergencia; la cantidad de integrantes y su nivel de especialidad dependerá de la capacidad de aforo, el tamaño del inmueble, el giro económico y los procesos de trabajo que dentro se desarrollen, pues variados son los riesgos.

Reflexione ahora lo siguiente: Si la sociedad actual –rodeada de caos, prisas y estrés– requiere de la formación de ciudadanos más preocupados por su propia vida y la de sus personas amadas, pregúntese qué sabe hacer usted o en qué puede colaborar o servir en una situación de emergencia. ¿Qué sabe usted hacer en favor de los demás? ¿Sabe primeros auxilios básicos; poner una inyección intramuscular o un suero? ¿poner un vendaje, hacer una férula o contener una hemorragia? ¿Sabe usted hacer nudos? ¿usar un extintor, respirar en una atmósfera peligrosa o cargar a alguien con mayor peso que usted? ¿Sabe los teléfonos de emergencia y los hospitales más cercanos a su domicilio o trabajo? ¿Tiene su mochila de emergencia por si algún día tiene que abandonar su casa inmediatamente sin tener la certeza cuándo regresará a ella?

No pretendo abrumarlo, ni espantarlo, sólo hacerlo pensar en que debemos dedicar algún tiempo, sólo un poco más, a las cuestiones de vida y sobrevivencia. Algún día seguro va a pasarle a usted o a alguien más estar cerca de quien necesita auxilio y usted podrá ayudar y viceversa. ¿Le gusta la serie del Calamar? Sí, esa en donde matar es cosa de juego. Ver la serie completa le lleva poco menos de 10 horas. Muchos ya lo hicimos. ¿Qué le parece emplear la mitad de ese tiempo en aprender a hacer algo por los demás? Ya invertimos diez horas viendo cómo matar personas. Es entretenimiento, ficción y relajamiento. Se vale. ¿Cuántas horas le quiere invertir a aprender algo que le ayudará a sobrevivir? No es ficción, no es entretenimiento, es un poco de realidad de la que no nos podemos olvidar. ¡Feliz inicio de semana! ¡Cuídese!

Hugo Antonio Espinosa
Fue Director del Heroico Cuerpo de Bomberos de Toluca,
Subdirector de Protección Civil e Inspección en la SCT Federal.
Actualmente es Subdirector de Emergencias en el Valle de Toluca, en la Coordinación General de Protección Civil, EDOMEX

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