¿Es normal la violencia que se vive en México?

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¿Es normal la violencia que se vive en México?

Domingo, 26 Junio 2022 03:10 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

Por mucho que ha intentado el presidente Andrés López Obrador desviar la atención hacia otro lado, las circunstancias lo obligan a referirse sí o sí, al problema que resiente una gran parte de la población, la violencia.

Como referencia, se ha repetido una y otra vez que, según reporte oficial del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el sexenio de la presente administración ha rebasado los 120 mil muertos. Punto de partida para tener una visión de lo que sucede en el país en materia de seguridad.

De antemano, la cifra mencionada reprueba cualquier presunción de avance de una posible estrategia que haya sido utilizada en este nuevo gobierno, por más de tres años, desde que el presidente asumió su responsabilidad y tomó protesta, como lo han hecho sus antecesores; de guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanan.

Para entender el contexto y comprender el reclamo de los diferentes actores políticos, pero, especialmente de los ciudadanos, es importante profundizar en el análisis de los números que arrojan las estadísticas de violencia que se registran a lo largo y ancho de la República Mexicana,

Por lo que es normal que se hagan comparaciones con las que han reportado otros sexenios, para estar en la posibilidad de poder valorar el avance que se reporta, y del que se debe pasar a un examen pormenorizado, para conocer los logros y avances en materia de seguridad. Éste gobierno, como ningún otro, se encuentra reprobado, los números así lo dicen.

La percepción ciudadana aún va más allá de la simple estadística, porque acusa el horror que al día de hoy significa vivir en México, y no únicamente los que en muchos casos han tenido que verse en la necesidad de abandonar sus lugares de residencia, obligados por las circunstancias de violencia.

Intentar eludir el problema, nunca ha dado un buen resultado en consecuencia; al contrario, cuando no se reconoce su existencia, difícilmente pueden encontrarse mecanismos y estrategias para resolverlos. Menos aún, cuando se pretende señalar a otro como culpable.

Por principio de cuentas, se supone que quien busca alcanzar la posición más importante del país, ya conoce los problemas que va a enfrentar; las condiciones de seguridad, de salud, de infraestructura, de pobreza, etcétera, ya tienen que conocer el pronóstico a fondo, para emprender las labores correspondientes, previamente pensadas y consensadas con su equipo de trabajo para hacerles frente y encontrar soluciones, una vez asumido el cargo.

Por otro lado, a ningún presidente, antes de la llegada de López Obrador, le fue permitido cómodamente acusar a otras administraciones, para usar como pretexto el incumplimiento de sus obligaciones. Los primeros 100 días son de gran importancia para dejar ver sobre qué piso se forjarán las condiciones de su propuesta.

Pero, ¿qué ha sucedido con la sociedad a partir de finales de 2018 hasta este 2022?

¿Por qué, si las cosas no marchan como se prometió, no hay demandas y exigencias de quienes deberían ser una fuerte oposición, cuando es evidente que existen muchas decisiones que han venido hundiendo al país, con un desastroso manejo de la administración pública?

Acaso, ¿es miedo? ¿Preocupación por ser perseguidos? ¿señalados? ¿expuestos en las mañaneras?

Los ciudadanos inconformes, las víctimas de la delincuencia, los enfermos y muchos más, exigen, piden, gritan que se les tome en cuenta y que el gobierno resuelva esos problemas, que tiene por obligación resolver. No se elige a un presidente para que salga todos los días a culpar a éste, o a aquél, por su ineficacia.

La cantidad de muertos, sin duda, es un referente, pero no el único; las personas desaparecidas que arroja la cifra de más de 100 mil, es otro, el cobro de piso, las venganzas, los enfrentamientos, los secuestros, etcétera, se suman a una cadena interminable de un sentido reclamo por la indiferencia oficial.

La violencia se hace presente de diferentes formas: además de la de grupos organizados; la violencia intrafamiliar, violencia en contra de las mujeres, violencia en contra de los diferentes grupos minoritarios. Aún, de la misma forma, es doloroso conocer que la invasión de diferentes comunidades emprende un largo peregrinar por el desalojo de comunidades enteras; carreteras inseguras, retenes que imponen civiles armados, cárteles adueñados de grandes territorios, cobros de piso, masacres, solo por mencionar algunos. Y ¿qué dice el presidente a todo esto?

Entre otras cosas, con increíble ligereza dice el mandatario que “no pasa nada”, o que en aquellos lugares en los que predomina un solo grupo criminal no existen tantos homicidios. De igual manera, para minimizar el problema, cuando le reportan el asesinato de algún periodista, un activista o de un defensor de los derechos humanos, únicamente atina a ofrecer condolencias, y a decir como de costumbre, que se va a investigar. Nada más.

No obstante, ahora es señalado por diferentes personas, grupos, e incluso en el extranjero, que tiene nexos con los grupos criminales, a lo que ha atajado, o eso pretende, negando y exigiendo que se lo comprueben.

Bastaría revisar sus apariciones mañaneras para demostrarle que existen muchos videos en los que se puede ver y escuchar sus confesiones, evidencia que ahí está, pero, independientemente de la forma en la que el presidente cree que se defiende, ya que a final de cuentas, en el caso que así suceda, tendrá que hacerlo formalmente, pero pretender imponer la idea de que la violencia es normal, debería preocupar a todos.

Ante lo anterior decir que “no pasa nada”, no es normal; separarse de su círculo de seguridad, para ir a saludar a la mamá de uno de los delincuentes más famosos de México, no es normal; contar más de 120 mil muertos en su sexenio, no es normal; contar con más de 100 mil desaparecidos, no es normal; los enfrentamientos entre grupos delincuenciales a plena luz del día, no es normal; ver imágenes del ejército huyendo de los delincuentes, no es normal; no es normal que a más de 3 años de gobierno aún se sigue acusando, ya ni siquiera a su antecesor, sino a uno solo en particular, como origen y motivo de lo que hoy se vive, no es normal.

No señor presidente, la violencia, no es normal.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio