Aprendamos del populismo

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Publicado en Opinión

Aprendamos del populismo

Jueves, 20 Octubre 2022 01:10 Escrito por 
Juan Carlos Núñez Juan Carlos Núñez Palabras al viento

Uno de los conceptos que más circula en el entorno político en este momento es “populismo”. Justo por el gobierno que tenemos, y que para nuestro país es algo nuevo, casi todas/os tenemos una idea genérica de qué es o por lo menos qué implica, más que por estudiarlo, por vivirlo a diario. Así que, ¿qué es el populismo, ¿cómo funciona, para qué sirve?

Comencemos diciendo que el populismo funciona para ganar elecciones y no es otra cosa que atender las cuestiones públicas de otro modo. Es también una herramienta discursiva, el mito populista, y ha logrado amplia identificación con diversos grupos de la sociedad.

Los estudios en esta materia todavía son marginales y los líderes populistas no suelen identificarse como tal. Sin embargo, podemos constatar que sus discursos tienen como hilo conductor, como temas recurrentes, las respuestas a una serie de preguntas: a) ¿quién es el héroe?, ¿cómo se presenta?, b) ¿quién es el traidor? y c) ¿cómo es el movimiento que encabezan? ¿Qué opinan, les viene a la memoria dónde hemos escuchado estos elementos?

Aquí citaré a María Esperanza Casullo en su libro ¿Por qué funciona el populismo? Esta politóloga de la Universidad de Georgetown afirma que el discurso populista sabe construir explicaciones convincentes en un mundo de crisis, que el populismo es un fenómeno político que distribuye bienes y/o servicios excesivos y demagógicos con la finalidad de obtener beneficios electorales de manera inmediata. Desde luego, sus formas no son sustentables en el tiempo y heredarán más problemas de lo que pretenden resolver en el momento, por lo mismo, los gobernantes populistas se caracterizan por ser malos administradores.

Nuestra autora cita a diversos teóricos que definen al populismo como un movimiento político que expresa un tipo especial de coalición entre una clase social y un líder carismático. Es también una manera de hacer política, constantemente en tensión, que no siempre responde a una ideología porque su finalidad es construir poder político y puede ser de izquierda o de derecha. En el caso de México, el gobierno actual, abiertamente populista, se ha presentado como de izquierda, aunque sus acciones y las decisiones de su líder, tienden hacia el otro extremo.

Para Ernesto Laclau el populismo es un tipo de narrativa política performativa, porque forma identidades políticas, recurre a la dicotomización en el campo político “nosotros” y “ellos”, incluyen diversas demandas sociales formando una cadena de quienes están a favor y dejando fuera a quienes están en contra. La lealtad de los seguidores expresada hacia el líder es la característica que más se aprecia, la aprobación del programa queda en segundo lugar. Pensemos en las encuestas que miden la popularidad del presidente, pero reprueban las políticas públicas. Lo fundamental es el alto índice de popularidad, lo demás, es lo de menos.

Para Kurt Weyland el populismo es una estrategia de poder personalísima, para acumular poder, distinguiendo entre amigo y adversario. Los líderes populistas usan la política económica y social como instrumento para alcanzar ese objetivo. Este autor concluye que los partidos políticos modernos tendrían que haber evolucionado para transformarse en fuerzas de profesionales que compitieran por los votos, orientados a la moderación y la búsqueda de consensos, con aprecio por la racionalidad democrática. Como esto no siempre pasó y derivó, a lo largo del tiempo, en un atavismo político, se convirtió en una de las causas que propició el surgimiento del populismo. Identifica, en el tiempo, al menos tres oleadas populistas: la primera en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, la segunda el populismo neoliberal y la tercera el populismo latinoamericano que vivimos hoy en día.

El discurso populista suele ser siempre del mismo género narrativo: contiene mitos y narraciones populares (como cuentos). La idea es contar cosas que le funcione al líder para concentrar poder, sean ciertas o falsas, tarde o temprano sus seguidores las creerán. Abundan las figuras retóricas, apelaciones emocionales, antagonismos fuertes y personalizaciones con nombre y domicilio. Todas estas figuras narrativas establecen claramente una relación entre el pueblo y el líder, los demás no cuentan, se basan en la lealtad de los oyentes para construir identidades políticas.

Cualquiera que sea tu opinión sobre el populismo que hoy gobierna este país lo importante es saber que responde a ciclos y que también pasará. Tal vez a un costo demasiado alto para las nuevas generaciones porque los datos que tenemos ahora indican que el populismo dejará un país más pobre, sin una estrategia contra la desigualdad, con devastación del aparato económico, polarización social, destrucción de la administración pública y hasta medioambiental. Hoy sabemos que el populismo opera para destruir la democracia (liberal) porque confronta a la sociedad, impide el debate, bloquea la recepción de propuestas y por ende de las soluciones. Es también una agresión contra la sociedad, porque la confrontación aleja a los ciudadanos de la participación pública y posterga la prosperidad. No olvidemos que tenemos que defender la integridad de una sociedad dispuesta a vivir en armonía, en civilidad, respetando las diferencias y la pluralidad enriquecedora de sus integrantes.

Este populismo que padecemos atenta contra la Constitución, la viola constantemente, ha sometido al poder legislativo y en varios momentos al judicial, está limitando la libertad de expresión y la libertad democrática y en próximos días veremos el embate contra el INE. Sólo importa el poder en sí mismo. La situación actual no tiene precedente. El gobierno encabezado por López Obrador utiliza la fuerza del chantaje para alcanzar sus objetivos. No aceptará una derrota en las elecciones, y si algo le sale mal, está vislumbrando el respaldo de las fuerzas armadas para que sea el árbitro de la contienda.

*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
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