Crimen y castigo, la novela de la 4T

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Crimen y castigo, la novela de la 4T

Miércoles, 09 Noviembre 2022 00:40 Escrito por 
Raúl Mandujano Serrano Raúl Mandujano Serrano Desde el Sótano

“Crimen y castigo”, esa novela emblemática del novelista ruso Fiódor Dostoyevski, narra la historia de Rodión Raskólnikov, un estudiante de ciencias políticas de la UNAM, que no trabajaba, que se mantenía y obtenía dinero de colectas, manifestaciones y donaciones que le hacía su hermana Dunia y su madre pri_mera, Pulkeria. Al meritito estilo de la pedagogía del oprimido, de Paulo Freire, Rodión diseñó un discurso revolucionario, basado en el “verbalismo alienado y alienante”, haciendo creer a los pobres, qué él era su compañero, su amigo, y que había llegado el momento de despertar de su esclavitud, y poner fin a los abusos de los neoliberales conservadores de San Petersburgo, la capital de la Rusia Imperial.

Rodión, quien por su radicalismo no inspiraba confianza a los líderes de los partidos revolucionarios en los que había militado, uno institucional y otro democrática, debió recurrir a Aliona Ivánova, una “morena” prestamista que le ofreció dinero, a cambio de introducir en los esquemas nacionales de San Petersburgo, los preceptos ideológicos de la izquierda tozuda, caprichosa, obstinada, creyente de ser la solución al drama de los oprimidos, aunque con la firme convicción de convertirse en los nuevos opresores. Aliona, era también la casera de la pensión donde se alojaban Néstor Kirchner, Luiz Inácio Lula da Silva, Tabaré Vázquez, Evo Morales, Rafael Correa, Fernando Lugo, Manuel Zelaya, Daniel Ortega y dos paisanos más, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, quienes, junto con Rodión, formaban “el núcleo radical”, alrededor del cual se iban creando regímenes nacional-populares o de izquierda democrática. La pobreza social era su fortaleza.

La locomotora de la izquierda militar

Desde la creación de este bloque socialista del siglo XXI, que expresaba la promesa de una renovación de la izquierda tradicional, y que arrancó con el ejemplo dictatorial de la llamada Revolución Bolivariana de Hugo Chávez, se construyeron muros de cerrazón y negación. Para Rodión, su llamado movimiento de regeneración, partía de la obsesión por el poder que tenían los zares del imperio ruso, gracias a las dinastías y cacicazgos de Pedro el Grande, y se aprovechaba de la promesa de becas y empleos sin trabajar para las juventudes rusas, reaccionarias y violentas ante las estructuras feudalistas, que habían llevado a la inmensa mayoría de la población, a sumirse en la miseria y la desesperación. Los aliados de Rodión, lo acompañaban para derrocar al zar Enrique Nicolás I.

Rodión ascendió al trono, tal como lo hiciera en 1933 Adolfo Hitler tras la abdicación de Von Hindenburg. Hitler declaró al ser nombrado presidente: la República es nuestra". Joseph Goebbels, su ministro de propaganda, citó en su diario: “Hitler no fue elegido por el pueblo alemán, pero sí llegó al poder en forma legítima”. Rodión también fue electo por una minoría, pero también por una mayoría que absurdamente no acudió a las urnas.

Rodión ahora tiene aires de grandeza y cree ser merecedor de un gran futuro, llegándose a comparar con Napoleón. Esos delirios se juntan con su necesidad por terminar con los neoliberales que ponen en riesgo su imperio dictatorial, y ante el temor, se alía peligrosamente con el Ejército y algunos grupos criminales. No desea perder ese poder que anhelo desde 1996, con la Revolución Democrática, por ello entregó a los castrenses su aeropuerto, el AIFA e incluso el AICM, su tren Maya, la Guardia Nacional y hasta la CNDH.

Oiga, disculpe señor periodista que lo interrumpa pero, ¡esa no es la novela de Fiódor Dostoyevski! -¡Ah no!-. Mmmmm bueno, me equivoqué –responde el amanuense-. Pos dejémosla aquí entonces, no vaya a ser que por esto algún día me nieguen el Pulitzer… Mi twiter @raulmandujano.

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Raúl Mandujano Serrano

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