Como era de esperarse el presidente Andrés Manuel López Obrador logró su objetivo, reunir a centenas de miles de acarreados en el Zócalo de la Ciudad de México, derrochando centenas de millones de pesos de un gobierno que se auto llama de la “austeridad republicana” y que de eso nada tiene.
Fue una fiesta que el mismo inquilino de Palacio organizó desde el pasado 14 de noviembre, para desquitar su ira y coraje de los cientos de miles de ciudadanos hicimos en contra de su retrógrada reforma electoral y su despedazamiento de la democracia y del INE.
Trajeron a personas de toda la república, se alquilaron decenas de autobuses que trajeron puntualmente a los acarreados morenistas y a empleados gubernamentales que fueron amenazados por sus jefes para que asistieran a la contramarcha que al tabasqueño e le ocurrió.
López Obrador se unió a la marcha en Reforma, fue escoltado por sus corcholatas, la preferida, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; del canciller Marcelo Ebrard; del secretario de Gobernación Adán Augusto López, así como de secretarios floreros de su gabinete y de gobernadores morenistas.
Por supuesto, que el ególatra de López Obrador, no cabía en él de júbilo, pues logro su cometido y salirse con la suya -según él- al demostrar que su capacidad de acarreo, digo, de convocatoria la logró, al reunir a ciudadanos de toda la república por la vía del acarreo que nunca más lo harán de manera voluntaria, pese a que el tabasqueño diga lo contrario.
Es increíble ver la soberbia y ambición de poder que el inquilino de Palacio desea seguir prolongando, a pesar que en cuatro años de su administración lo único que cosechado son resultados negativos en todas las asignaturas, cero crecimiento económico en cuatro años; la inflación más alta en los últimos 22 años 9%, un millón de muertos por covid-19; 140 mil asesinados por el crimen organizado en todas sus modalidades; 100 mil desaparecidos; los feminicidos siguen imparables, por cierto nuestro país ocupa un deshonroso segundo sitio a nivel América Latina.
Cifras contundentes indican que desde 2018 en nuestro país se han asesinado 17 mil 776 mujeres; más de 3 mil 500 por año; 300 al mes y 10 al día.
Datos del Instituto Nacional de Geografía (INEGI), el 70% de las mujeres mexicanas han experimentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Precisamente, el pasado 25 del mes en curso, varios miles de mujeres marcharon por las calles de Paseo de la Reforma, exigiendo al gobierno el alto total a los también llamados feminicios.
México -reitero- ocupa el deshonroso segundo lugar en feminicios en América Latina, solamente por debajo de Brasil, el 23% de total de la región se comenten en nuestro país. Jóvenes entre los 15 y 29 años concentran el mayor porcentaje de afectados.
Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), durante los primeros nueve meses del año en curso, han sido asesinadas 2 mil 831 mujeres en forma violenta, 50 mil más fueron agredidas físicamente; 2 mil fueron violadas, 497 fueron víctimas de trata; 120 secuestradas y 258 mil 700 realizaron llamadas al servicio de emergencia por ser violentadas.
Son cifras aterradoras en nuestro cada vez más vapuleado país, sin que hasta hoy, ningún gobierno anterior y mucho menos el actual que mal dirige López Obrador, hayan implementado un proyecto que inicie la erradicación paulatina y urgente de la violencia en contra de las mujeres.
Respecto a las víctimas de trata, en los primeros nueve meses son un 75% más que las de 2018; durante los meses de la pandemia se dispararon de 210 mil en 2019 a 253 mil 700 en 2021; mientras que en mayo del año en curso, se registró el pico más alto de violaciones de denuncias por violencia de género y familiar, así como las llamadas de emergencia por abuso sexual en los últimos cinco años.
En nuestra república, en 100 municipios se concentra el 60% de femicidios; cuatro de los primeros diez se ubican en la zona metropolitana de Monterrey, la misma capital, Guadalupe, Juárez y Escobedo, además de Ciénega de Flores. Por cierto fue en Escobedo, en donde fue encontrada sin vida a principios de año la joven Debanhi Escobedo, hasta hoy aún no hay detenidos, debido a que el 95 por ciento de los femicidios quedan impunes.
El feminicidio o femicidio está catalogado como la última expresión de la violencia machista, que es el asesinato por razones de género, por lo que las 32 Fiscalías están obligadas a investigar dichos crímenes de mujeres violentadas, aunque solamente el 30 por ciento de estos crímenes son clasificados como femicidios.
Para muestra un botón: La Secretaría de Seguridad hasta el mes de septiembre del año en curso, ha contabilizado 695 femicidios y 2 mil 136 dolosos, es decir, intencionados.
El INEGI cita que una de cada dos mujeres mayores de 15 años han sufrido violencia psicológica y el mismo porcentaje ha vivido algún ataque sexual. Los principales entornos de estas violencias son el ámbito comunitario en 45.6% y el de la pareja con 40%; la gran mayoría no le contó a nadie su ataque que sufrían a manos de su compañero o pareja. Y el silencio es impactante pues el 90% de las mujeres que sufrió violencia escolar, laboral, comunitaria, familiar o de pareja no presentó denuncia alguna.
Cifras escalofriantes nos muestran que 48 millones de mujeres mayores de 15 años han sufrido violencia física o sexual y lamentablemente permanecieron calladas.
Así pues, la violencia en contra de las mujeres va en ascenso, pese a que el gobierno fallido de López Obrador, indique lo contrario. Es lamentable que dicha administración no volteé los ojos a las mujeres para llevar a cabo un proyecto que las proteja y salve de las garras de esa runfla de sátrapas que violentan, humillan y asesinan a mujeres en nuestra república. ¡Alto total a la violencia contra las mujeres!
