Parece que ha pasado mucho tiempo, pero en realidad no ha sido así, en política se apuesta mucho al paso de los días, meses o años, para que las cosas que son desfavorables queden en el olvido, pero existen pasajes que no pueden quedar así, la coyuntura no lo permite; cada nueva decisión que toma la clase política abona para descubrir su verdadero acomodo.
De acuerdo al tiempo que estamos viviendo, no hay cabida para los tibios; desafortunadamente, la libertad se encuentra padeciendo una de las batallas más complejas a las que se haya enfrentado en los últimos decenios, es por eso que exige que la posición que adopten líderes y representantes sociales sea de una sola pieza, no hay lugar para otra cosa.
El senador Ricardo Monreal estuvo en el ojo del huracán, y le llegó el momento en el que tuvo que decidirse, estaban en juego su futuro, sus aspiraciones, el prestigio que ha construido a través de los años y, fue, hasta antes de esa condición, que no eligió, pero le tocó vivir, una pieza que pudo haber sido fundamental para recomponer el destino de México de frente al llamado plan B del presidente Andrés López Obrador, respecto de las modificaciones que ajustan al INE al sometimiento, con el fin de limitar al máximo su actividad.
El partido en el poder, y principalmente López Obrador, quien ya apartó su lugar en la historia de México, y que, de hecho, no será recordado como él hubiese deseado, ha dado rienda suelta a su verdadero interés; controlar las elecciones del Estado de México y Coahuila, pero, sobre todo, las del 2024, para perpetuar a su partido en el poder, con la intención de continuar con eso que llama proceso transformador. Tal vez con la idea de controlar la administración gubernamental tanto tiempo como el que lo hizo el PRI.
Conociendo lo anterior, Monreal intentó rescatar “algo” de su maltrecho prestigio, sin embargo, escenificó una obra teatral en la que su protagonismo se perdió como agua de entre las manos, y no puede ser para menos, a final de cuentas, tenía que definirse y no era nada sencillo, por lo que, arrinconado, eligió lo único que creyó podía haber hecho.
Para nadie es extraño que el senador como líder de su bancada, a pesar de que fueron muchos morenistas que exigían su salida del partido, representa un serio liderazgo, o, representaba, sin embargo, no eran pocos los que estaban decididos a seguir a Monreal en el caso de determinar separarse de Morena, las puertas de la alianza se hubiesen abierto con gusto para recibirlo, previo rompimiento con el titular del ejecutivo federal y que, determinado, optara por la democracia.
Sí, era una decisión muy complicada, la condición mediática se le iba a poner de a peso, convirtiéndose en un perseguido más del gobierno federal, de hecho, ya había recibido una prueba de aquello, con los dardos envenenados lanzados por Layda Sansores, Gobernadora de Campeche, aunque tampoco tuvo mucho espacio para maniobrar, por lo que terminó por lanzarse a los brazos de López Obrador, a pesar que para el presidente, y gran parte de su partido, sobre todo de los radicales, es visto como una pieza que estorba más de lo que puede ayudar.
Todo hace suponer que la aparente rebeldía del senador Monreal fue consensuada con el mandatario para que no se movieran hacia él otros senadores para arroparlo, y con ello evitar que se le armara una revuelta al interior del partido marrón, era lo que le preocupaba, y, en un movimiento muy poco creíble, el único que votó en contra de la propuesta del plan B fue el catedrático de la UNAM, tal vez consideró Monreal que con eso le servía para salvar su prestigio como constitucionalista.
En todo caso, le sirvió más a López tal decisión, porque no hubo mayor problema en el senado, las reformas que le interesan continúan y la amenaza se cierne sobre la cabeza de lo que hoy se conoce como INE, que, de hecho, fue desde un principio el objetivo del tabasqueño, apoderarse por cualquier forma del Instituto Electoral, para controlar las elecciones.
Un voto, el de Ricardo Monreal, no hizo ninguna diferencia, de haberse sumado más senadores, sí, por eso la atención se concentraba en el zacatecano, la coalición Va Por México esperaba que éste diera el paso decisivo para recibirle en lo que hoy es la oposición, en especial el PRD, porque ya lo había invitado a sus filas, pero decidió seguir siendo uno más y con ello quedaría en pausa su liderazgo.
Ricardo Monreal eligió la puerta de atrás, pero la democracia del país aún no pasa la más agria prueba, las elecciones de este año serán una práctica de lo que se puede esperar para las del 2024, los contendientes se van a dar con todo, nada de lo visto hasta el día de hoy, podrá compararse.
Pero la vida da segundas oportunidades. Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, solicitó a través de una carta dirigida a los gobernadores emanados de ese partido promover a los aspirantes presidenciales, y que cuando haya alguna invitación a sus respectivas entidades, sea extendida no sólo a Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y la novedad, es que se incluye a Ricardo Monreal.
Delgado enfatizó a los mandatarios estatales que no se debe priorizar los intereses particulares por encima del proyecto de la cuarta transformación, que, sentenció, cuenta con “la indudable aceptación de la que goza el gobierno de la República y el enorme cariño que el pueblo le tiene a nuestro Presidente son activos invaluables para que el camino continúe”, declaró.
Que se incluya a estas alturas el nombre de Ricardo Monreal dice mucho, ¿qué habrán visto en la 4t que no les gustó? Más bien, ¿qué habrá visto, escuchado o de qué se habrá enterado el presidente como para incluir a Monreal con los demás aspirantes morenistas?