En América Latina los estudios de la mujer se inician, mayoritariamente, fuera del ámbito de las universidades en un período de crisis económicas, regímenes dictatoriales e impulsados por agencias de cooperación internacional.
Las iniciativas pioneras que se inscriben en el ámbito universitario la constituyen México y Brasil. El PIEM (Programa Interdiscipinario de Estudios de la Mujer) del Colegio de México, nace en 1983 abocado a la investigación, publicando permanentemente libros con los resultados y reflexiones de éstas, y ha incorporado recientemente una actividad docente que conduce a un Diploma de Estudios de la Mujer. Brasil, por su parte, comienza a desarrollar alrededor de ese mismo año en universidades estatales y privadas núcleos de Estudios de la Mujer que actualmente alcanzan a 19, abarcando diversos temas, entre los cuales sobresalen los de sexualidad y salud reproductiva. Sin duda, es en este país en donde se despliega la instalación de mayor extensión de nuestro territorio.
En 1986 el Proyecto Estudios de la Mujer del Colegio Universitario de Cayey en Puerto Rico, tuvo como objetivo la transformación curricular de las disciplinas de Literatura, Lenguas y Ciencias Sociales para introducir en ellas cambios tendientes a la visibilización de la mujer y a la superación de los rasgos sexistas de los programas impartidos en ellas. Desde esa época hasta hoy, dicho Proyecto, consolidando su acción en humanidades, orienta su quehacer hacia otras disciplinas y expande su labor a otras universidades de su país.
Por su lado, en ese mismo año la CLACSO inician Programa de Investigación y Formación sobre la mujer, cuya sede se sitúa en Buenos Aires, pero que imparte los cursos en una rotación de países. Este programa que duró 7 años, alcanzó a otorgar 44 becas, y culminó su acción luego de un balance que mostró sus problemas en cuanto a la inserción laboral de los participantes y en la conclusión de sus trabajos finales. Otro proceso fue el que atravesó la iniciativa emprendida en 1987 en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Desde esa fecha hasta 1993 «Dos grupos de estudiantes, todas mujeres, completaron este programa...y un total de 48 graduados egresaron con el título de Especialistas en Estudios de la Mujer. El primer grupo estaba compuesto por graduadas en ciencias sociales y humanidades y algunas de las áreas de arquitectura, agricultura y medicina. Todas pertenecían a organizaciones feministas y/o eran activas en el movimiento feminista o en partidos políticos»[1]. En la actualidad este primer grupo de egresadas labora en el Consejo Nacional de la Mujer; asesora a diputados, senadores y administradores del gobierno; investiga y hace consultorías a organismos nacionales e internacionales, y por último, algunas se desempeñan como profesoras universitarias.
Otros países de América Latina también tienen una diversidad de experiencias, tales como la Universidad de San José de Costa Rica, en donde se imparte una Maestría en Estudios de la Mujer destinada a quienes trabajan con ese universo genérico en distintos ámbitos; en Colombia, en las Universidades de Los Andes y del Valle se desarrollan Estudios de la Mujer y de Género, en Venezuela la Universidad Central imparte una cátedra y lo mismo ocurre en Uruguay, en la Escuela de Sociología de la Universidad de la República.
En la década del 90 comienzan a surgir otras iniciativas que asumen el término de Estudios de Género y que presentan nuevas estrategias, como por ejemplo la Maestría en Psicología con orientación en Género de la Universidad de las Américas en México, el Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM de ese mismo país y la interesante experiencia de Perú, del Diploma de Estudios de Género que se otorga en la Pontificia Universidad Católica. En el caso chileno, se inicia la instalación pionera del Diplomado de Estudios Interdisciplinarios de la Mujer de la Universidad de Concepción y el Programa Estudios de Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad de Chile. Recientemente surgen nuevas iniciativas como en Bolivia, en la Universidad de San Simón de Cochabamba, donde se imparte un Diplomado sobre Género y Desarrollo; en Argentina, en la Universidad de Rosario, en la que se aprobó una Maestría en Estudios de la Mujer. Por último, se destaca la creación del Comité de Estudios de Género en las Américas, perteneciente a Lasa que intenta ser un espacio de confluencia de académicas de Estados Unidos y América Latina.
A partir de este panorama, se pueden esbozar algunas de las características que se aprecian en la breve historia de los Estudios de la Mujer o el Género en América Latina. Por una parte, se observa que en numerosos casos un doble proceso: por un lado, los programas, cátedras, diplomados, etc. se han implementado por la voluntad creadora de algunas profesoras e investigadoras y no por iniciativas que emerjan como una necesidad de los centros de educación superior. De allí que, casi siempre, se promuevan y desarrollen con recursos precarios y sin una habilitación institucional. Por otro lado, como el tema ha estado afincado fuera de la academia y ha presentado, en muchos casos, un saber periférico y contestatario a las diversas situaciones políticas y sociales de nuestros países, ello ha incidido en las dificultades de su legitimación.
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