En las elecciones federales del año 2000, el PRI recibió su más duro golpe, el triunfo del panista Vicente Fox Quesada rompió con un largo periodo ininterrumpido de gobiernos de presidentes emanados del instituto político gobernante.
El 2 de julio de aquel año, marcó un nuevo rumbo en la política nacional, después de 71 años de gobiernos priistas, la alternancia en el poder contempló la posibilidad de darle sentido a la democracia en el país, que hasta ese momento sólo conocía de la hegemonía de un solo partido, para dar paso a un claro mensaje del pueblo a través del sufragio, la soberanía es del pueblo y para el pueblo, con ella, su derecho a elegir a sus gobernantes.
En el Estado de México, como consecuencia del claro ascenso panista, una gran parte del territorio del Valle de México se pintó de azul, al que se le llamó a la postre, corredor azul, los resultados de la contienda, tenían en shock a la más alta comunidad política del país o al menos, eso parecía, hasta antes de ese día, era impensable un escenario parecido, veían los resultados con incredulidad, como si se tratase de un mal chiste, contado con un pésimo humor negro.
Por principio, las condiciones se fueron dando como inercia de las simpatías que iba ganando Fox Quesada, ante un candidato gris, Francisco Labastida Ochoa del PRI, quien contaba para ese momento con una fabulosa máquina de la estructura de su instituto político, hasta ese entonces, a prueba de todo, la cual había demostrado poder sacar adelante las elecciones más complicadas. Aparentemente el PRI se confió de más, la capacidad de movilización de simpatizantes el día clave era una apuesta segura, la historia guardaba una sorpresa muy diferente.
Labastida enfrentó a un dicharachero y poco ortodoxo candidato del PAN, Fox representó para muchos mexicanos, ese jinete capaz de derrotar al viejo sistema, con sus ocurrencias fue ganando las simpatías de muchos ciudadanos, tantos, que el día de la elección salieron a votar los que normalmente no lo hacían. Las cuentas alegres de Labastida decían una cosa y ocultaban una cruda realidad.
La soberbia hizo presa al PRI, que se apartó de sus principios básicos que le dieron forma a su ideología, y lo más importante, se apartó de su gente y se olvidó de los necesitados; cuentan que muchos de sus militantes votaron en su contra, todo se reduce a mera sospecha, aunque hubo los que lo presumieron, no por eso dejó de ser dolorosa la derrota.
El despertar al día siguiente, dio paso a una larga resaca, combinada de acusaciones y señalamientos, pero fue más difícil lidiar con la burla de los panistas, ya con el triunfo en sus manos, no repararon en celebrar y gritar a los cuatro vientos que se había acabado el PRI, que estaba muerto y que no gobernaría más.
Eso, también estaba muy lejos de ocurrir, pues el PRI aprendió de sus errores, se reinventó y resurgió con más fuerza, con un candidato, Enrique Peña Nieto, a la cabeza de las preferencias, sin embargo, al tomar la recta final de su gobierno, la aceptación y condiciones no les favorecen tanto a él, como a su partido.
La amenaza es real, el PRI está rezagado en las preferencias, se pronostica un resultado similar o peor al del año 2000.
En el Estado de México, las cosas no son diferentes, lo que antes fue una realidad azul, ahora es una amenaza guinda, color que representa a MORENA, el corredor, antes panista, que va desde Naucalpan hasta Texcoco, incluso Ixtapaluca, sí, tierra Antorchista, de acuerdo a diferentes estudios señalados por este medio http://www.digitalmex.mx/opinion/story/3890/anotelo-estudios-de-opinion-anuncian-tsunami-morenista-el-1-de-julio puede pintarse de color tinto.
El gran reto para el PRI, es frenar el avance Morenista, no obstante, repliega su estrategia con candidatos experimentados, de grandes conocimientos y con mucha habilidad para mover a sus estructuras, además de mostrar una lealtad a prueba de fuego, pero, para muchos ciudadanos, posibles votantes, les genera un conflicto, ver los mismos nombres de siempre, aunque, seguramente alguna estrategia estarán reservando para aplicarla en el momento adecuado.
Dependerán mucho el rumbo que tome la contienda, de las actividades de cada uno de los candidatos por cada distrito o municipio, tendrá mucho que ver en el resultado final, aunque no se puede negar que el principal promotor siempre será el candidato a presidente, por lo que quien pretenda ganar en cada espacio, deberá redoblar esfuerzos y caminar por tierra y lodo para convencer a un pueblo cada vez mas escéptico.
Las actividades políticas se irán intensificando gradualmente, si tan sólo pudiéramos ver más propuestas reales, menos ataques, más debates para comparar posiciones y visión, y poder identificar las virtudes que representan cada una, el ciudadano tendría en sus manos una verdadera opción por elegir, desafortunadamente todo se va en acusaciones y señalamientos, y entonces será el corazón y no la mente, la que decida.