La información a la que la población en general tiene acceso de manera más fácil, inmediata y cotidiana en materia de emergencias, desastres y protección civil es proporcionada por las redes sociales, la televisión y muy poco por la radio y los periódicos. El formato en que es conocida esta información, casi siempre es a manera de Nota Roja, es decir, de hechos que relatan la emergencia justo en el momento en que se desarrolla –de preferencia en tiempo real–, en que está causando daños, exacerbando el impacto destructivo de los fenómenos: piedras cayendo, fuego desatado, el agua desbordándose o arrastrando objetos, animales o personas; vehículos destrozados, edificios colapsados, fierros retorcidos y un largo etcétera de imágenes que perturban.
Un exceso de imágenes, datos y opiniones sin contexto. Muy poca información de fondo de las causas que lo anteceden o de sus consecuencias posteriores. Es difícil encontrar piezas informativas con análisis normativo, investigación, reflexión o debate serio y documentado. Mucho menos infografías o sketches didácticos de carácter preventivo en horarios estelares. Los especialistas en desastres y emergencias son de los menos consultados a pesar de que todos los días ocurren emergencias. Lo que invade las pantallas es la narrativa lacrimosa de la desgracia humana o los juicios de valor y arengas contra los presuntos responsables. Recuerde usted los casos de la Guardería ABC en la ciudad de Chihuahua; el colapso de un tren de la Línea 12 del Metro en la CDMX o, el más reciente, la muerte de 40 migrantes en un incendio en una Estación Migratoria en Ciudad Juárez.
Otro elemento imprescindible en el manejo informativo de los temas de emergencias y desastres es su fugacidad; notas cortas que alimentan la pantalla con imágenes fuertes y catastróficas, pero de sus resoluciones y deslinde de responsabilidades casi nunca se conoce en la pantalla, ni se difunden con la misma reiteración y exageración que los hechos trágicos.
Sin datos e información objetiva sobre las causas y consecuencias de las emergencias y desastres, la sociedad no podrá generar conocimiento o reflexión sobre sus propias vulnerabilidades y las amenazas en su entorno, mucho menos aprendizajes que la motiven a emprender acciones preventivas, ni involucrarse en la gestión de riesgos en su propia localidad y así poder tomar mejores decisiones para vivir más seguro.
¿Qué se necesita entonces para tomar buenas decisiones en materia de riesgos a la población? Conocimiento, experiencia e información son tres elementos fundamentales a la hora de decidir. El primer elemento es para saber qué hacer; el segundo para hacerlo de la mejor forma; el tercero para contextualizar, anticipar y evaluar los resultados que se pueden obtener. En la actualidad, un cuarto elemento es la tecnología, que engloba desde los medios de comunicación y dispositivos electrónicos, hasta la BigData, la inteligencia artificial, la automatización de procesos y aquello que llaman el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés). Su uso es un potenciador de decisiones y un recurso que te puede salvar la vida.
Con diferentes niveles de desarrollo y de interacción, la gran mayoría de la población en el mundo hoy tiene acceso a la tecnología, en sus múltiples variantes. Sin embargo, el acceso a ésta no necesariamente implica acceso a la información, ni al conocimiento. Para que la información se convierta en conocimiento requiere de reflexión, práctica, análisis, interacción, debate; elementos que llevan al aprendizaje y generan experiencia. Por eso, las personas que se saturan con cúmulos de datos, imágenes, memes y videos de forma tan vertiginosa e indiscriminada, un día tras otro, antes de acceder a un conocimiento específico y una experiencia determinada que los conduzca al entendimiento sereno de un proceso o fenómeno, son llevados a un hartazgo e indigestión informativa –permítame la expresión– que limita las capacidades cognitivas, la imaginación y la creatividad.
El uso adecuado de la tecnología y de los medios de comunicación en materia de prevención de emergencias y desastres debe ser hoy una realidad y estar en todos los planes de protección civil y seguridad de las ciudades. La portabilidad de los atlas de riesgo, planes de emergencia interactivos que indiquen las rutas de evacuación en determinados lugares de alto riesgo; aplicaciones digitales que permitan identificar riesgos circundantes, así como recursos y apoyos disponibles deben ser ya un derecho de los ciudadanos para su protección y seguridad.
Imagínese usted circulando por una vialidad y 500 metros antes, una aplicación gratuita y pública le alerte en su teléfono, indicando que en el próximo tramo carretero han ocurrido una determinada cantidad de accidentes y que usted debe reducir la velocidad o tomar precauciones específicas. Esa información ya existe, la tienen las dependencias, sólo hace falta digitalizarla, hacerla de uso abierto, sistematizarla y automatizarla para que llegue a usted y salve su vida. Esto es también protección civil. ¡Que su semana sea de éxito!
Hugo Antonio Espinosa
Fue Director del Heróico Cuerpo de Bomberos de Toluca,
Subdirector de Protección Civil e Inspección en la SCT Federal.
Actualmente es Subdirector de Emergencias en el Valle de Toluca, en la Coordinación General de Protección Civil, EDOMEX