¿Sorpresa? Ninguna. La crisis del agua en la Ciudad de México y el Estado de México era una bomba de tiempo que tarde o temprano estallaría. Pero como siempre, preferimos cerrar los ojos ante los problemas reales y hacer como que todo está bien. Ahora, con el Sistema Cutzamala descendiendo por debajo de 40 por ciento, las alarmas se activan, pero ¿para qué preocuparnos si de todas formas no hacemos nada al respecto?
Ya conocemos las cifras, la Presa Villa Victoria con 27.1 por ciento de almacenamiento, la Presa Valle de Bravo con 45.2 por ciento, y El Bosque con 39.5 por ciento. Pero las cifras son solo eso, números que no parecen tener un impacto real en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, la realidad es que la sequía continúa avanzando sin piedad, y mientras seguimos ignorando el problema, el agua se convierte en un recurso cada vez más valioso.
El oro líquido, como algunos lo llaman, se volverá más caro y escaso, lo que seguramente provocará un aumento en los precios y una mayor desigualdad social. ¿Qué pasará con los más pobres? ¿Cómo sobrevivirán sin acceso al agua? Parece que la respuesta es simple: a nadie le importa realmente, ni siquiera a ellas y ellos.
En nuestra entidad es más fácil hacer un drenaje de un río y embovedarlo que sanearlo.
Pero, ¿por qué debe importarnos? Siempre podemos esperar a que la crisis sea inminente y entonces, como buenos mexicanos, culpar a alguien más por la situación. En lugar de tomar medidas preventivas y comenzar a cambiar nuestros hábitos de consumo de agua, preferimos seguir con nuestra vida sin pensar en las consecuencias.
La crisis del agua es una llamada de atención que no podemos ignorar. Debemos actuar ahora antes de que sea demasiado tarde. La sequía no va a desaparecer por sí sola, necesitamos hacer cambios significativos en nuestra forma de vida si queremos tener un futuro sostenible.
Por parte de las autoridades federales y estatales, han sido entregadas plantas de tratamiento a los municipios que las mantienen en el olvido.
De acuerdo con información oficial, en el Estado de México existen 230 plantas de tratamiento en las tres cuencas, Sin embargo, existe un problema grave con la operación de las plantas, ya que muchas han sido abandonadas y vandalizadas. Se calcula que al menos 90 por ciento de éstas se encuentran sin funcionar.
Uno de los principales problemas es la falta de interés por parte de las y los presidentes municipales, quienes le han dado poca prioridad al asunto cuando es uno de los reclamos ciudadanos más insistentes, el agua.
