Soñar, dejar su tierra, caminar días y noches, pasar sed, hambre, frio, maltrato, todo lo que sea necesario para llegar a la tierra prometida y ser rechazados. Es la vida de los migrantes que intentan llegar a los Estados Unidos, de los cuales 265 mil detenciones de mexicanos se realizaron en Texas, entre octubre pasado y el 11 de mayo.
Terminó el Título 42 y se inició el 8, establecido por el mismo país, con el que todo ser humano que intente cruzar la frontera será deportado, criminalizado y regresado a México como “país de origen, tránsito y destino de migrantes”. Todo ello sin ningún aporte de recursos para atenderlos, como ocurre en otras regiones del planeta.
Los republicanos presionan a Joe Biden, presidente demócrata de EUA que busca reelegirse. Su frontera sur limpia para ganar, mientras en nuestro país también priva un ambiente electoral en el que Morena busca ganar la Presidencia de la República, el Congreso y varios puestos más, donde también juegan los migrantes en el proceso electoral, así como las remesas, el T-MEC y las relaciones con los Estados Unidos.
En este conflicto, los migrantes cuentan como factor de negociación política, los seres humanos no. Están solos en su tragedia. La cuestión es que la mayoría son mexicanos y otros expulsados de sus países por la violencia, hambre, miedo o la persecución de gobiernos autoritarios.
Ni en el peor infierno de Dante habríamos imaginado a los 70 migrantes presos de las llamas quemándose hasta concluir ese horror en 40 muertos.
Asimismo, en Ciudad Juárez, ya están 10 mil migrantes: 7 mil en Reynosa, 5 mil 500 en Matamoros, 3 mil en Tijuana, 360 en Nogales, 420 en Piedras Negras y 280 en Cd. Acuña que no han podido cruzar a los Estados Unidos, más los mil que serán deportados diariamente a nuestro país.
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, Joe Biden de Estados Unidos y el agresivo gobernador de Texas Greg Abbott saben que el problema migratorio rebasa las medidas que se vienen tomando. Se trata de un problema más complejo: geopolítico, económico que requiere de acuerdos regionales que tengan como eje al ser humano que vive pobreza, miedo, aspiraciones y sueños cancelados.